Fernando Calmell del Solar
Expreso, 25 de marzo del 2025
Estimados amigos, ¿cuántas veces han leído en los periódicos o visto programas diciendo: Testigo protegido asegura que un político o un empresario cometió un delito? Por supuesto, también: Testigo protegido confirma haber estado presente en X reunión.
A continuación, la infaltable afirmación de la prensa, diciendo que un testigo protegido escuchó una conversación entre dos personas en la que una le pedía coima a la otra. El problema es que estos testigos protegidos no tienen nombre y no tienen cara, no sabemos su edad y tampoco si son mujeres u hombres. Ni siquiera los acusados de algo lo saben.
Cuento corto: pueden existir o no, pueden ser fantasmas convocados en una sesión espiritista y también podrían ser un invento de nuestro terrorífico sistema judicial.
Les cuento: el Sistema Federal de Protección a Testigos fue creado en Estados Unidos en 1970 para proteger a testigos del crimen organizado y a acusados por delitos graves.
¿Y por qué pasan a ser protegidos? Porque se presentan en un juicio para atestiguar en contra de un criminal, y la protección consiste en protegerlos durante la duración del juicio. Darles un cambio de identidad, junto a un cambio de lugar en donde vivir e incluso recibir un monto o empleo que les permita continuar con una vida normal, sin que la mafia, las bandas organizadas y asesinos los puedan ubicar para vengarse.
Esos testigos protegidos dan la cara y los fiscales deben demostrar que lo que dicen es la verdad y nada más que la verdad.
Pero aquí, la figura de testigos protegidos ¡oh, maravilla!, es usada para perseguir políticos y empresarios, y no para perseguir y condenar al crimen organizado y a los que siembran terror en la sociedad. ¿Qué casualidad, no?
La verdad es que la mafia que controla a fiscales y jueces usa a los testigos protegidos y a los colaboradores eficaces para protegerse ellos y seguir manteniendo el negocio, como si fuera un prostíbulo clandestino.
Y cuando condenan a un político que no sea caviar, la sentencia dice cosas como: Podría haber sabido, habría actuado en concierto, conocería los hechos, etc., etc. Porque condenan por los dichos de los benditos testigos protegidos que, incluso, podrían ser un primo del fiscal, el chofer de un juez o alguien al que le pagan para que diga lo que la mafia caviar quiere que diga.
Así no es. Así no podemos seguir.
No podemos tener un sistema judicial que protege a la mafia caviar en lugar de proteger a los peruanos que son víctimas de extorsionadores, de pandillas y bandas asesinas, de traficantes de drogas o que secuestran para prostituirlas.
Por eso, no sé por qué y con qué cara la fiscalía y la prensa siguen con el cuento de los testigos protegidos, y no sé por qué los peruanos lo seguimos soportando.