Fernando Cáceres Freyre
El Comercio, 24 de febrero del 2025
“Viene posicionándose como el alcalde de los más humildes, ganando adeptos a nivel de la población más joven”.
Tras ver la crecida de la popularidad del alcalde de Lima, uno inevitablemente se pregunta a qué se debe haber reducido su desaprobación del 69% en agosto del 2024 al 50% en febrero del 2025 y haber incrementado su aprobación del 25% al 46% en el mismo período (Datum).
La tendencia favorable al alcalde lleva a que uno se pregunte si esto se debe a las obras, la narrativa o el personaje. Lo que ocurra con López Aliaga no es irrelevante de cara a las próximas elecciones presidenciales y su eventual candidatura, pues Lima representa aproximadamente el 30% de votantes, aunque la historia indica que, para ganar la presidencia, a los alcaldes limeños les cuesta ganar bastiones en provincias.
Ante todo, es importante observar que el mayor crecimiento del alcalde se observa en el NSE E, donde ha pasado del 16% al 65% en los últimos dos meses, habiendo pasado su desaprobación del 76% a solo el 35%. En otras palabras, López Aliaga viene posicionándose como un político representativo de la clase más humilde. No es el alcalde de los ricos.
Luego, llama la atención que haya pasado del 41% al 54% entre las personas de 18-24 años (Datum), lo que podría deberse a su intensa comunicación en redes sociales dirigidas a los más jóvenes, como TikTok, donde solo en los últimos 30 días ha subido 114 nuevos videos que alcanzan 5,8 millones de ‘likes’ y 142.800 seguidores nuevos en el mismo período. La estrategia de redes sociales funciona.
En cuanto a su narrativa, López Aliaga viene siendo hábil en realizar un ‘storytelling’ en cada aparición, donde identifica un villano (la prensa mermelera, los caviares, las ONG, etc.), una víctima (el pueblo) y un héroe (él). Su comunicación es siempre confrontacional y sencilla, lo que ayuda a conectar con el personaje y a que el algoritmo de las redes sociales lo premie.
Si miramos las obras, se observa que en el 2024 el alcalde solo ejecutó el 50,2% de su presupuesto para proyectos (por debajo del promedio del 66,8%), mientras en lo que va del 2025 ya ha ejecutado el 15,7% (por encima del promedio del 6,7%), con lo que parece que viene poniendo el pie en el acelerador.
Sus grandes obras aún están muy lejos de concretarse, como la Vía Expresa Sur, la Vía Expresa Grau, la Vía Expresa Norte y el tren Lima-Chosica. Sin embargo, tiene obras y acciones de menor envergadura ejecutadas, a nivel de acceso a agua potable (San Juan de Lurigancho y Puente Piedra) y ollas comunes, que abonan en su favor de cara al NSE E.
En el caso de las grandes obras, estas vienen enfrentando cuestionamientos por la ausencia de expedientes técnicos (mientras ya se tomó deuda) y algunos problemas legales, como la medida cautelar que suspendió la demolición de viviendas en San Juan de Miraflores para la Vía Expresa Sur, pero en redes sociales el alcalde continúa marketeando las obras y esto abona a favor de un posicionamiento como un político decidido, con mano dura, que logra avanzar contra viento y marea.
La falta de planificación técnica en sus grandes proyectos podría terminar siendo un búmeran si es que no logran avances significativos durante este año, que es el momento en el que tendría que decidir si va a ser candidato a la presidencia.
En conclusión, viene posicionándose como el alcalde de los más humildes, ganando adeptos a nivel de la población más joven y ganando cierto espacio como el deseado candidato de mano dura. Además, no cobra sueldo, con lo que logra posicionarse como un político sin avidez por el dinero (y lejano a la corrupción). Pero la falta de planificación de sus grandes obras podría terminar jugándole en contra. El tiempo lo dirá.