Félix Álvarez Velarde
Autor del libro “El Fracaso del Socialismo en el Mundo”
Editado por Lampadia
(https://elfracasodelsocialismoenelmundo.com/)
Para Lampadia
Introducción.- Es indiscutible que China ha alcanzado una notable importancia para nuestro país: es el mayor destino de nuestras exportaciones, importamos cada vez más productos chinos y es la que más está invirtiendo en nuestro país, la más reciente: en el puerto más moderno y que, una vez que se complete el proyecto, en el más importante de Sudamérica, Chancay – y el mejor ubicado, geopolíticamente.
Siendo así, es muy importante conocer más sobre ella, pues hay mucha confusión entre nuestra población acerca del tipo de economía y política que tiene China, más aún cuando el propio gobierno chino utiliza un lenguaje confuso respecto a este tema (“economía de mercado socialista” o “economía socialista de mercado” o “socialismo con características chinas”), que no guardan relación con la realidad, como lo demostraré en este artículo
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La economía China ha tenido un crecimiento notable, a partir de la caída política de Mao (a raíz de la catastrófica gestión económica del socialismo maoísta – en mi libro “El Fracaso del Socialismo en el Mundo” explico ello – explicando las causas y los dramáticos efectos: más de 30 millones de muertos por inanición, entre otros) y la asunción al poder del pragmático Deng Xiaoping quien se dio cuenta que la única forma de salvar a China de la gravísima crisis económica y social era empezar un proceso de liberación de la economía, privatizando a las empresas estatales y colectivas, incluidas las agrarias (se fueron liquidando las comunas) y dando todo tipo de facilidades a la inversión extranjera y recurriendo al apoyo (tanto en asesoramiento como en financiamiento) de diversos organismos internacionales, especialmente el FMI –Fondo Monetario Internacional- y el BM – Banco Mundial.
Con ese propósito, Deng Xiaoping, en enero de 1979 – a las pocas semanas de asumir el mando – realiza su primer viaje a EE.UU a entrevistarse con el presidente Jimmy Carter (nunca antes un gobernante de China comunista había realizado un viaje similar) donde logra un primer acuerdo comercial y el compromiso del gobierno estadounidense de apoyarlo en obtener un acuerdo con el FMI y el Banco Mundial (donde EE.UU. tiene el mayor poder de decisión, por ser socio mayoritario). Efectivamente, una comisión de especialistas del FMI viaja a China a hacer un diagnóstico de la situación económica y fiscal y de acuerdo con ello estructura un conjunto de medidas de asesoramiento para el complejo proceso de pasar de una economía socialista a una de capitalismo de libre mercado y, asimismo, el préstamo correspondiente para ayudar en su financiamiento.
Por otro lado, en 1980 se celebra un acuerdo entre el BM (presidida por el célebre Robert McNamara) y China (Deng Xiaoping), por el cual esa entidad capacitó y asesoro a los funcionarios del gobierno chino sobre las mejores prácticas internacionales en macroeconomía , el ambiente de negocios y las políticas financieras capitalistas, entre otros temas, que los funcionarios chinos las fueron implementando exitosamente, logrando con ello que el BM les diera un primer préstamo en 1981. Hasta el 2018 se fueron sucediendo diversos préstamos, llegando a un monto total de 62 billones de dólares, para financiar 442 proyectos de desarrollo, lo que convirtió a China en uno de los países más favorecidos por el BM.
El 2001 China logra integrarse a la OMC, luego de un proceso de cumplimiento de los requisitos de la OMC, para demostrar que había logrado implementar un régimen de libre comercio.
La privatización de la propiedad agraria y de la absoluta mayoría de las empresas estatales (todas las pequeñas, medianas y gran parte de las grandes empresas – excepto las empresas que el Partido Comunista Chino consideró “estratégicas”), junto con el apoyo del FMI y el BM, pronto fueron dando significativos resultados positivos. Asimismo mucha grandes empresas extranjeras fueron invirtiendo en China, gracias a las garantías a sus inversiones dadas por el gobierno, aprovechando el gigantesco mercado interno, el bajo costo de la mano de obra, la flexibilidad laboral y los mínimos conflictos laborales (las huelgas son muy raras).
Resultado: China fue alcanzando un crecimiento del PBI asombroso, el más alto del mundo, por muchos años (últimamente se ha ido ralentizando por motivos que escapan al objetivo de este artículo), ha sacado de la pobreza a cientos de millones de chinos y con una clase media de más de 850 millones de personas (la más grande del mundo), lo que ha hecho que su mercado interno aumente aún más.
Asimismo es, después de EE.UU., el país con más multimillonarios del mundo (según la revista especializada Forbes). El empresario chino Zhong Shanshan (industria farmacéutica y la mayor embotelladora de agua y gaseosas de China) tiene un patrimonio de 62,300 millones de dólares, le sigue Jack Ma (propietario de Alibaba, gigantesca empresa de comercio electrónico).
Un dato muy importante, que demuestra las facilidades que se han dado para la formación de empresas privadas, nos da Doing Business (informe anual del Banco Mundial), que para el 2020 califica a China en el puesto 31 (muy fácil la creación de empresas), en cambio el Perú fue calificado en el puesto 76 y Chile en el 59, o sea que es mucho más fácil hacer empresa en China que en el Perú e incluso Chile.
Veamos qué clase de economía tiene China. Una economía socialista se caracteriza fundamentalmente por lo siguiente:
- La propiedad colectiva (principalmente estatal) de los medios de producción (en todos los países socialistas se cumplió con ese requisito, que según Marx y sus seguidores era básico; así sucedió en la Unión Soviética, el bloque soviético, China (de 1949 -1978), Cuba (recientemente se ha visto obligada a privatizar ciertas actividades), Corea del Norte, etc.
- Inexistencia del libre mercado, mediante el mecanismo de la oferta –demanda. En los países socialistas se producen los bienes y servicios de acuerdo a lo que los burócratas del gobierno, a través de la planificación central, deciden que producir, en qué cantidad, con qué calidad y a qué precio.
La economía de China ya no cumple con ninguna de esas dos características, pues, como lo he relatado desde 1979, para salvar a su país de una gravísima crisis económica y social, Deng Xiaoping, inició un cambio radical en su sistema económico, abandonando el socialismo para recurrir al capitalismo con resultados asombrosamente positivos.
El 90% de sus empresas son privadas, más del 80% de su PBI proviene también del sector privado y similares cifras existen en lo referente al número de empleos. El sector privado es pues el más importante en la economía china y es también el sector más dinámico, innovador y eficiente. Para mejorar la gestión y competitividad de las empresas del Estado se le han tenido que darles mayor autonomía e introducir también utilizar mecanismos propios de la economía de mercado; aun así, tienen problemas de productividad y de endeudamiento.
Cabe una pregunta: ¿Si la privatización de las empresas estatales les ha producido magníficos resultados, por qué no se han privatizado todas? La respuesta completa la daré en mi próximo artículo, donde explicaré cómo es que si en todos los países socialistas que tuvieron que abandonar la economía socialista para mejorar la calidad de vida de sus poblaciones, pero a la vez liquidaron el sistema político socialista, en China no ha ocurrido lo mismo, pues en lo político sigue siendo una dictadura totalitaria del Partido Comunista Chino.
Adelanto lo siguiente: no se han liquidado todas las empresas del Estado, pero si la absoluta mayoría por las siguientes dos razones:
- Porque en un buen sector del Partido Comunista Chino consideran que el Estado debe reservarse la propiedad de los recursos que consideran estratégicos (similar a lo que todavía sostiene la izquierda peruana; por ejemplo, Petroperú para ellos que es una empresa estratégica, para la soberanía energética).
- Porque estás empresas les da a los jerarcas de gobierno una fuente de enriquecimiento y de clientelaje (poner en puestos importantes a los que pertenecen a la camarilla del partido, pero también a sus parientes, amistades y al cobro de cupos por los nombramientos). En el que no exista, en lo mínimo, la libertad de prensa y partidos políticos de oposición hace de que se faciliten esos malos manejos. Es cierto que existe la pena de muerte para los casos graves de corrupción, pero solo se descubren los casos muy escandalosos y de personajes que no pertenecen al círculo íntimo de los más altos cargos del Partido Comunista.
Lampadia