Félix Álvarez Velarde
Autor del libro “El Fracaso del Socialismo en el Mundo”. Editado por Lampadia
https://elfracasodelsocialismoenelmundo.com/
El 9 de nov. de 1989, un suceso conmocionó a la humanidad: la caída del “Muro de Berlín”. Aunque el socialismo marxista-leninista ya había manifestado serias debilidades en todos los países donde se fue implementando desde 1917, lo cual afectaba la calidad de vida de su población. Las protestas solicitando mejoras en su calidad de vida y el derecho a libertades fundamentales fueron sistemáticamente reprimidas violentamente. Pero las dictaduras no pueden sobrevivir mucho tiempo, se van descomponiendo internamente y los movimientos ciudadanos se van empoderando hasta derrocar a los tiranos. La historia es muy elocuente. Veamos lo sucedido en la llamada Alemania Oriental o RDA.
La República Democrática Alemana, RDA (de democrática no tenía nada) fue fundada por la Unión Soviética el 7 de octubre de 1949, en el territorio alemán que había ocupado el ejército de la URSS al derrotar e invadir –paralelamente a los ejércitos de los aliados (EE.UU., Reino Unido y Francia) – , en cambio, en el sector occidental de Alemania se fundó en mayo de ese mismo año la República Federal Alemana, RFA, con capital en Bonn. Berlín se dividió en dos partes: occidental –perteneciente a la RFA- y Berlín Oriental, que se constituyó en la capital de la RDA. Mientras que la RFA constituyó un régimen democrático liberal (respeto a la propiedad privada y al libre mercado), la RDA, asumió el socialismo marxista-leninista-estalinista. A los pocos años se fueron evidenciando notables diferencias entre ambos países. El régimen oriental, con agricultura colectivista, industria estatizada, con planificación central y con la dictadura política del Partido Socialista Unificado Alemán (estalinista) fue evidenciando serias deficiencias económicas y sociales. Ya en junio de 1953 se produjeron serías protestas de su población, principalmente de los obreros (qué ironía trágica: el proletariado reprimido brutalmente por la “dictadura del proletariado”[1]) por la carestía de los alimentos y elevación de precios y desabastecimiento de bienes y servicios esenciales; pero que posteriormente se ampliaron los reclamos por mayores libertades sociales y políticas que fueron sofocadas violentamente principalmente por el ejército de ocupación soviético (se estiman en 200 los asesinados durante la represión, pero luego de ser aplastada, 106 fueron fusilados, principalmente los dirigentes).
Al percibir que sus semejantes occidentales tenían mucho mejores condiciones de vida y tenían la libertad para algo fundamental en el ser humano: el de forjar su propio proyecto de vida, muchos alemanes orientales empezaron a emigrar del “paraíso sobre la tierra”. Ese flujo de migrantes aumentaba año a año. El gobierno socialista de la RDA tuvo que recurrir, en 1961, a construir un gigantesco muro (155 km) para cubrir toda la frontera e impedir despoblarse. Solo podían cruzar la frontera personal de las embajadas y funcionarios estatales con salvoconductos muy limitados. El muro estaba vigilado por soldados y policías fuertemente armados y con orden de matar a quienes se atrevieran a intentar huir. No obstante, muchos alemanes orientales se arriesgaron, con diversos métodos, a cruzar la frontera. En esos intentos, alrededor de 200 perdieron la vida, la absoluta mayoría jóvenes desesperados en busca de las oportunidades que tenían sus coetáneos de occidente, cuyas brechas de desigualdad aumentaban con el tiempo.
La baja de la productividad del sistema económico socialista fueron deteriorando la calidad de vida de las poblaciones bajo ese régimen, con el consiguiente aumento del descontento de la población y que aumentaba al ver el aprovechamiento indebido de la “nomenclatura” (burocracia dorada) y de sus familiares, las protestas se fueron multiplicando a pesar de la represión de la policía (principalmente de la policía política). En 1985 es elegido como jefe de gobierno de la URSS Mijaíl Gorbachov, un político que ya se había dado cuenta que el régimen socialista necesitaba cambios estructurales profundos. El y su equipo de asesores habían observado con sumo interés y preocupación la debacle económica, social y cultural de todos los países socialistas. Analizaron cómo Deng Xiaoping había cambiado radicalmente la política económica de Mao (que había llevado a China a una profunda crisis, con más de 30 millones de muertos por inanición) para salvar a China, entrando en un proceso acelerado de privatización de la economía, de dar todo tipo de facilidades a la inversión privada, especialmente a la extranjera, de entrar a la política económica de libre mercado (obteniendo su ingreso a la OMC, al calificar para ello), con resultados sorprendentemente positivos. Por ello, Gorbachov, decidió empezar con un proceso de liberación económica (Perestroika) y política (Glasnost), pero dentro del Partido Comunista encontró fuertes obstáculos que ralentizaron esas reformas. Asímismo, decidió acabar con la doctrina Brézhnev (que permitía que las fuerzas armadas del Pacto de Varsovia interviniesen en cualquier país socialista de Europa del Este donde el régimen socialista estuviera en riesgo) que fue usada para aplastar al pueblo húngaro en 1956 y al checoeslovaco en 1968, “La Primavera de Praga”. Con Gorbachov, se dejó que cada país de la órbita soviética resuelva, con sus propios recursos, sus problemas internos; es más, Gorbachov incentivó a todos esos los países a implementar similares políticas de liberalización a la Perestroika y el Glasnost, con resultados positivos en la mayoría de esos países, no solo por ello, sino porque las propias crisis económicas y sociales y el incremento de las protestas de sus respectivos pueblos los fueron obligando a ceder posiciones.
En Polonia, el pueblo, especialmente los sindicatos de trabajadores liderados por la organización Solidaridad (presididos por Lech Walesa), presionaron enormemente al gobierno socialista dirigido por el general Jaruzelski, a pesar de la represión (Walesa y varios dirigentes de Solidaridad sufrieron varios años de prisión). En 1989 la presión social del pueblo polaco fue tan fuerte, y ante la decisión de Gorbachov de no apoyar una solución represiva, Jaruzelski se vio obligado a aceptar el pedido de Solidaridad de solucionar la crisis mediante una Mesa Redonda, que se hizo efectiva en abril de 1989, en la cual se acordó el pluralismo político, el reconocimiento de Solidaridad como partido político y convocar a elecciones para elegir el poder legislativo. Solidaridad obtuvo una mayoría absoluta en el Senado y una gran representación en la Cámara de Diputaos, que obligó al gobierno de Jaruzelski a reestructurar totalmente el gabinete de ministros, con mayoría de miembros de Solidaridad y como primer ministro al dirigente de Solidaridad Tadeusz Maowiek, quien asumió el cargo el 24 de agosto de 1989, dando fin al régimen socialista, en forma pacífica.
Todos esos hechos conmovieron políticamente al mundo, especialmente a los países de la órbita soviética. En Alemania Oriental las protestas en contra del régimen socialista se multiplicaron, ya no solo por la crisis económica – cada día mayor – sino para reinvindicaciones políticas, similares a las de Polonia. El gobierno acosado por las organizaciones sociales, especialmente sindicales, optó desesperadamente de recurrir de una medida de alivio y optó por anunciar que daría muchas facilidades para que los alemanes orientales puedan traspasar el muro, para transitar hacia Alemania Occidental. Una gigantesca multitud se dirigió al muro fronterizo y lo traspasó sin necesidad de ningún permiso, ante el pasmo de los soldados que no podían detener a miles de personas. Luego la multitud procedió a iniciar la destrucción de ese muro de la vergüenza en la noche del 9 de noviembre. A partir de ese hecho los acontecimientos se precipitaron en demanda de acabar con el régimen socialista y por la unificación alemana. El 18 de marzo de 1990 se realizaron elecciones generales libres y multipartidarias, con la derrota aplastante del Partido Comunista (PSUA). Fue el fin definitivo del régimen socialista de Alemania Oriental, en forma pacífica. Poco después se produjo la unificación de Alemania, al disolverse la RDA.
Luego, en un breve lapso, hasta 1991, todos los regímenes socialistas de Europa del Este colapsaron, como castillos de naipes, incluyendo la Unión Soviética (en 1991 se disolvió la URSS, con la independencia de sus 15 repúblicas, que abandonaron el socialismo para asumir economías de libre mercado y la democracia).
Mayor amplitud de información la pueden encontrar en mi libro “El Fracaso del Socialismo en el Mundo” – Cómo afrontar las Amenazas del Socialismo y del Populismo en el Perú, editado por Lampadia en el 2023. En él demuestro no solo que el socialismo marxista-leninista y todas sus variantes, ha fracasado rotundamente en todo el mundo, con un altísimo costo social y económico, sino que demuestro también las causas profundas de ese fracaso que evidencian la certeza con que Hayek y otros analistas indicaron la inviabilidad del socialismo y del estatismo.
En el libro también demuestro los grandes beneficios que el capitalismo liberal (que tiene al respeto a la libertad, a la vida, a la propiedad privada, libre mercado, democracia con separación de poderes, Estado subsidiario, como principios fundamentales). Pero también demuestro que hay amenazas. A pesar de la contundencia de los hechos históricos, no hemos ganado, todavía, la lucha ideológica. Hay sectores importantes – sobre todo en la academia, en varias ONGs y medios de comunicación – que todavía defienden formas colectivistas como el Socialismo del Siglo XXI y otras; y que atacan al capitalismo liberal con argumentos falaces. Tenemos que derrotarlos también ideológicamente, para lo cual necesitamos, entre otras cosas, ONGs y Think Tanks – como Lampadia- que requieren apoyo – es mínimo el que tienen- (las ONGs y Think Thanks de la izquierda, en cambio, reciben un fuerte financiamiento de diversas organizaciones internacionales). Estoy terminando un trabajo de investigación que refuta contundentemente a los ataques que la izquierda y los “caviares” hacen al capitalismo liberal. Espero que esta vez no encuentre tantos obstáculos como los encontré para publicar y difundir mi último libro (hasta ahora no ha podido difundirse en la mayoría de provincias, por falta de apoyo).
[1] Para los marxistas leninistas, el régimen político del socialismo es la dictadura del proletariado, donde los proletarios (trabajadores, principalmente obreros) ejercen el poder absoluto.