Felipe Ortiz de Zevallos
2 de noviembre, 2022
Buenos Días a Todos:
Harto sentido tienen las sugerencias planteadas en las reuniones que Capitalismo Consciente ha venido convocando respecto del Rol que deben tener los Empresarios en el fortalecimiento de las instituciones y la democracia.
Podríamos describir las instituciones en el sentido amplio que Douglass North utilizó: Las instituciones, para North, consistían en las reglas de juego o, más formalmente, las restricciones u obligaciones -creadas por los humanos en una sociedad- que terminan dándole forma a la interacción entre ellos. En consecuencia, las instituciones estructurarían los alicientes en el intercambio humano, ya sea este político, social o económico.
Y el desarrollo económico, como proceso, implica la conveniencia de efectuar eventuales ajustes institucionales y legales para ofrecer incentivos que estimulen las innovaciones y las inversiones, a fin de crear un sistema más eficiente de producción y distribución para los bienes y servicios.
El mundo cuenta con países con un PBI per cápita 10 veces mayor al del Perú y otros países con un PBI per cápita 10 veces inferior al nuestro.
Así, los países más ricos tienen, en promedio, 100 veces más bienestar material que los países más pobres. Es muy ancha la diferencia.
Y el Perú se encuentra a una mitad logarítmica. Es evidente que mantener el desarrollo económico resulta esencial. Éste depende de los recursos disponibles, de la historia, de la geografía, de la cultura, también -como síntesis y expresión- de sus instituciones.
The Economist califica la democracia en un país según 5 indicadores:
elecciones y pluralismo electoral,
libertades civiles,
adecuado funcionamiento del gobierno,
participación ciudadana, y
cultura política.
En el informe del último año, el Perú resulta calificado como democracia defectuosa, al borde casi de caer en la categoría inferior de regímenes híbridos. Y nuestro gobierno funciona cada vez peor, la ciudadanía apenas participa, la polarización es una creciente y destructiva.
Ante esta crítica situación que enfrentamos, con el Perú a media tabla en desarrollo económico y con su democracia a punto de perder su calificación de funcional, los empresarios debieran tener mucho que decir respecto de cómo mejorar tanto las instituciones como el sistema democrático. No lo hemos venido haciendo en una medida suficiente. En muchos aspectos, hemos retrocedido.
¿Qué podría hacerse?
Pues, las sugerencias recogidas por Capitalismo Consciente son todas válidas: participando más activamente, generando espacios de diálogo, promoviendo la mejor educación y la investigación aplicada en políticas públicas, fomentando y defendiendo una mejor gestión en el sector público, estimulando la formalidad.
Todo ello en un contexto mundial post Covid muy desafiante:
en el cual el calentamiento global requiere de una transformación energética urgente para evitar el riesgo de un colapso planetario,
en el cual la Inteligencia Artificial va a sacudir significativamente y en el corto plazo las oportunidades del empleo poco calificado, y
en el cual la guerra en curso entre Rusia y Ucrania, y las amenazas vigentes entre China y EE. UU. provocarán un retroceso marcado en el proceso de globalización.
La globalización contribuyó al crecimiento reciente durante el siglo XXI, como lo hizo a inicios del siglo XX durante los años de la Belle Époque.
Si en el Perú de inicios de este siglo, pocos sabían lo que era el arándano; en 2021, nuestro país ya lideraba la exportación mundial de este producto, con más de mil millones de dólares. Al primer proceso de globalización le puso fin la Primera Guerra Mundial. Vino luego una segunda ola, durante los años veinte del siglo pasado, que se disolvió con el crac del 29. Y recién durante las últimas décadas es que se afirmó un tercer gran boom globalizador, el cual se ha detenido con la guerra y los conflictos en curso.
¿Qué le sucederá al comercio mundial durante los próximos años? No lo sabemos bien. Se viene una batalla económica y comercial entre democracia liberales y autocracias.
El mayor crecimiento durante las últimas dos décadas no le generó, por sí solo, una mayor paz social ni una mayor estabilidad política a Chile, Colombia, o el Perú.
Algunos indicadores Gini mejoraron sí, pero esa mejor distribución monetaria no se expresó en un sentimiento equivalente de dignidad, ni en una mejora significativa en la calidad de los servicios públicos, para una población de crecientes demandas insatisfechas y plenamente interconectada con el mundo a través de los teléfonos inteligentes.
¿Qué desafíos se tiene al frente para este esfuerzo de fortalecer instituciones y el sistema democrático?
Si a un marciano le preguntáramos que espiara a esos que Capitalismo Consciente llama Empresarios, ¿qué reportaría? Pues, que es gente muy empeñosa, disciplinada, metódica, insistente, focalizada, algo aburrida, que suele hablar de cosas extrañas como: segmentación de mercado, hojas de cálculo, Excels, reducción de costos, valor presente, rentabilidad, competitividad, inversión e innovación, regresiones y simulaciones. Que andan siempre muy apurados, sin tiempo para nada, tomando decisiones, incluso sobre temas inciertos y de los que pueden saber poco. Que logran eventualmente éxitos y eso, a algunos, los vuelve arrogantes.
Y si al espía marciano le preguntáramos: ¿Y cuántos son? Nos respondería: es difícil saberlo. Cientos, algunos miles, ¿30,000 tal vez? Eso constituye el 0.1% de la población peruana, un grupo importante pero bastante reducido.
Así que no llegamos a ser el 1% de la población y nos expresamos sobre conceptos que a buena parte del otro 99% les puede sonar a latín, o a latinajos incluso. Ese sería el primer desafío que tenemos por delante para contribuir a fortalecer nuestras instituciones y democracia. Llegar a más, a muchos más, y aprender a hablarle simple y empáticamente al ciudadano común. Debemos, para ello, descargarnos previamente de ese andamiaje tecnocrático, pero no para hacer populismo ni demagogia, sino para hablar con autenticidad y sencillez.
El Perú, por diversas razones, tiene un bajo nivel de confianza interpersonal. Ese es un lastre para nuestro desarrollo. Sólo el 17% afirma que se puede confiar en la mayoría de las personas. Y “los empresarios” apenas superan ese nivel, bastante por debajo, por ejemplo, de doctores y científicos, ingenieros y maestros, fuerzas armadas y sacerdotes.
¿Cómo crear espacios de diálogo? ¿Y participar más en la investigación aplicada de política económica?
Pues, la propuesta a la que se ha referido varias veces Jaime de Althaus de utilizar el sistema de Obras por Impuestos para la creación y desarrollo de Think Tanks podría ser una idea eficaz.
También podría diseñarse formas imaginativas que ayuden a superar paradigmas obsoletos. ¿Por qué no convocar a concursos públicos, con un importante premio, para identificar aquellos paradigmas caducos?
Poner a toda la comunidad universitaria y de negocios a pensar en términos así, críticos y prácticos.
Por nuestra mayor facilidad con el avance tecnológico, los empresarios podríamos contribuir mucho con el Civic Tech. Wikipedia define el término como » tecnología que permite el compromiso, la participación o una mejora en la relación entre las personas y el gobierno, al mejorar las comunicaciones ciudadanas y la decisión pública «. Los beneficios del Civic Tech son obvios: ayudan a los ciudadanos a una mejor conexión entre sí y a relacionarse y a empoderarse frente al gobierno.
La introducción de inteligencia artificial en los procesos de gestión de los gobiernos podría aumentar la eficiencia y liberar tiempo de los servidores públicos, generando importantes ahorros que podrían invertirse en otras áreas y, por lo tanto, beneficiar a los ciudadanos. Deloitte tiene un estudio que estima este ahorro futuro en un 30% del total.
Respecto de los partidos políticos, por ejemplo, ¿por qué no hacer un concurso en búsqueda de lo que podría ser la mejor página Web para un partido político? Nuestros partidos suelen ser carpas de sultanes. Qué tal si incorporáramos, en esta página Web modelo, la estructura ideal que debiera tener un partido político: información sobre sus afiliados, sus ideas y programas de gobierno; las opciones de capacitación que ofrece, su organización interna, sus procesos y presupuestos, etc.
De repente, con una iniciativa así, lograríamos que en las próximas elecciones los partidos no sean 20 sino 6 o 7. Y eso sería un gran avance! Lampadia