Por: Felipe Morris
Perú21, 18 de agosto de 2020
La semana pasada Rusia anunció que había desarrollado una vacuna exitosa, sin haber pasado por la fase 3 de pruebas clínicas y sin mostrar ningún estudio técnico sobre la misma. Obviamente el anuncio fue recibido con mucho escepticismo y en Occidente y en China hay la sensación de que otras vacunas también se estarían apresurando con fines políticos.
Todo esto abona a favor de los movimientos antivacunas que son muy fuertes en el mundo y que divulgan una serie de rumores negativos sobre las vacunas COVID 19 en desarrollo. Argumentan que estas solo serán eficaces parcialmente, que son inseguras y que se están aprobando prematuramente, aunque los organismos reguladores generalmente vigilan cuidadosamente la eficacia y la seguridad antes de autorizar su uso. Otros difunden teorías conspirativas disparatadas como que las empresas tecnológicas van a inyectar microchips junto a las vacunas para controlar a las personas.
La vacunación contra la COVID-19 será sin duda la mejor alternativa para poder hacerle frente al virus, solo comparable con el descubrimiento de un tratamiento eficaz de los casos más graves. Es claro que las vacunas serán indispensables para contener la propagación de este virus. La desinformación podría tener consecuencias muy nocivas si hace que la gente opte por no vacunarse.
¿Cuál será la actitud de los peruanos sobre la vacunación? No hay encuestas todavía. En EE.UU., y en varios países europeos, más de un tercio de la población respondió que no estaría dispuesta a vacunarse. Esto preocupa ya que se necesita vacunar a más del 70% de la población para adquirir “inmunidad de rebaño”. En el caso peruano una inquietud adicional es la dificultad logística para implementar un programa nacional masivo de vacunación debido a nuestra diversidad geográfica territorial y a la precariedad de nuestro sector salud, incluyendo nuestras direcciones regionales.
Experiencias de programas más limitados de vacunación muestran resultados preocupantes con coberturas relativamente bajas, incluso en el caso de la vacunación infantil que no pasa del 70% del total y donde muchos no reciben las segundas dosis. Tenemos un gran reto como país, que requiere ir planeando desde ahora cómo lo vamos a acometer. Un proyecto de esta magnitud obliga a la concertación entre el sector público, las empresas privadas y la sociedad civil. No cometamos el error de dejarlo para el último minuto como estamos acostumbrados a hacer.