Por: Felipe Morris
Perú21, 20 de abril de 2021
En la última semana encontré diversas explicaciones sobre los resultados electorales en varios artículos periodísticos y comentarios en redes. Varios arguyen que el triunfo de Castillo es culpa de las élites limeñas que son ajenas a lo que pasa en el “Perú profundo”, que le es extraño o no le interesa. ¿Pero realmente es así? ¿No existe una descentralización en el país con gobernantes elegidos por los propios ciudadanos de cada región, provincia o distrito, que son responsables de invertir los recursos que reciben del gobierno central o jugosos canon y regalías en aquellas zonas con gran minería o gas? ¿Gobiernan y utilizan bien esos recursos? Conocemos las respuestas. La pobreza en las provincias más alejadas no se debe a la falta de empatía de los limeños sino a la pésima gestión pública de las autoridades que eligen.
El exministro Castilla en un reciente artículo mencionó que existen ingentes recursos no utilizados en los gobiernos subnacionales de zonas mineras (solo en los últimos seis años más de 5,000 millones de soles sin utilizar), además de casi 300 obras de infraestructura paralizadas. Muchas regiones han recibido grandes fondos del canon minero, del gas o de impuestos al turismo que están desaprovechados. En las zonas mineras casi el 50% del presupuesto de inversiones no se ejecuta por deficiencias de gestión, afectando su desarrollo en detrimento del bienestar de su población. No solo se deja de invertir, sino que se invierte mal, en proyectos no prioritarios y mal formulados.
El caso de Cajamarca, de donde proviene Castillo, no es diferente ya que dispone de más de 2,000 millones al año para inversiones de distintas fuentes, incluyendo el canon de minería, y solo ejecuta un poco más de la mitad. Sus últimos tres presidentes regionales han sido de la izquierda radical, gastaron poco y mal y desincentivaron la inversión privada, manteniéndola como una de las regiones más pobres del país.
Conocemos el problema de fondo, pero no lo enfrentamos. La descentralización del país que hizo Toledo fue desastrosa y apresurada, y si no la corregimos, en cinco años estaremos igual, con un pueblo mal atendido por autoridades elegidas por ellos mismos, con baja capacidad de gestión y culpando a los empresarios o a las élites limeñas que cada vez tienen menos peso en esta historia. No es falta de empatía, es mal gobierno. Sería lamentable que una pobre lectura de la realidad nos lance al abismo. Debemos hacer un mejor trabajo de comunicación en las próximas semanas.