Por Fausto Salinas Lovón, Cusco
Las pasadas elecciones primarias argentinas, de cara a la elección presidencial del 25 de octubre próximo, han colocado a Mauricio Macri, el ex Presidente de Boca Juniors y actual Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, como el contendor con mayores posibilidades para derrotar al populismo kirchnerista encabezado esta vez por Daniel Scioli, actual Gobernador de la inmensa Provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, la pregunta que surge de inmediato es si podrá Macri y su coalición política (conformada por la izquierdista Elisa Carrió y el Partido Radical del ex presidente Alfonsín) vencer al populismo Kirchnerista? En buena cuenta si podrá derrotar la tenaza armada por el movimiento peronista, esta vez con Daniel Scioli por un lado y por el otro con Sergio Massa, ex Ministro de Cristina Fernández de Kirchner y ahora líder de los peronistas “opositores” a la familia Kirchner?
Lamentablemente, creo que no (aunque realmente quisiera estar totalmente equivocado).
Aquí mis razones.
1.- El peronismo atenaza a sus opositores hace décadas. Los combate antes de que lleguen al poder y no les perdona cuando han llegado al gobierno. Para lo primero, usa varios emblemas y marcas (como ahora a Scioli por un lado y Massa por el otro). Para lo segundo, además del Congreso son útiles los sindicatos, las corporaciones y los grupos de presión violentistas como la Campora y otros.
2.- La tenaza aprieta fuerte en tanto hay un caldo de cultivo social que lo permite. Para ello, hay un populismo argentino que es el más longevo y sofisticado de América Latina y que este tiempo, detenta el poder desde el 2003 con la familia Kirchner. Decimos que es longevo porque no surgió hace poco con Kirchner, sino hace poco menos de 70 años con el General Perón, se glorificó e inmortalizó con Evita y sobrevive desde aquella época a través de una de las estructuras clientelistas más antiguas de la historia política latinoamericana. Subvenciones, subsidios, pensiones, dádivas y privilegios sindicales desde el Gobierno Nacional y los Gobiernos Provinciales forman una vasta red a través de la cual se ha logrado “asalariar al electorado argentino”, al punto que más de la mitad de la población argentina respalda al peronismo, en todas su vertientes y facciones y no está dispuesto a un cambio, menos si este signifique trabajar más, recibir menos y ahorrar un poco.
2.- La auto referencialidad argentina no permite a buena parte de esa gran nación, incluso a quienes no están en el peronismo, mirarse más allá del espejo propio. Tanto en lo económico, como en lo político, la auto referencialidad no deja ver los beneficios de la economía abierta, del libre cambio de divisas, del comercio exterior libre, de la competencia de productos importados con la industria nacional, entre otras cosas. Si durante 70 años el modelo se agota en la opción peronista, las soluciones políticas de los países líderes de América como México , Chile o Colombia, en sentido distinto, no son apreciadas, ni sirven de referente. Basta con lo argentino.
3.- Cuando Perón decía, “el peronismo somos todos”, no solamente se jactaba del arraigo de su movimiento, sino que graficaba la amplitud ideológica de sus seguidores, de forma tal que bajo el mismo emblema se cobijaron el fascismo de López Rega en los 70s, el liberalismo de Carlos Menem a principios de los 90, el clientelismo de Duhalde en la Provincia de Buenos Aires (la gran periferia de la ciudad capital), el populismo chavista de los Kirchner por más de 12 años y el intervencionismo totalitario de los agentes del peronismo como Moreno, De Vido o los dirigentes de CGT argentina, brazo sindical del peronismo.
4.- Para que los peronistas descontentos con las tropelías financieras de la familia Kirchner no se vayan a aliar con Mari, se ha lanzado al ruedo a Sergio Massa, un mediano dirigente barrial cuya incondicionalidad con Cristina Fernandez de Kirchner lo sacó de la Intendencia de Tigre (alcaldía) para llevarlo al gabinete ministerial y que ahora, con “aparente independencia”, parece pretender disputar el poder al encargado de los señores Kirchner.
5.- No es la primera vez que la tenaza peronista destruye la llegada de las alternativas políticas. Entre sindicatos, corporaciones y facciones del peronismo y sus aliados en todo el tejido social, saben atenazar al que llega o al que pretende llegar. Lo hicieron con Alfonsín. Lo hicieron más de una década después con De la Rua y no cabe duda que lo harán con Macri, sea para impedir su llegada o, si logra hacerlo, para impedir que ejerza el poder.
Por estas razones, es posible pensar que el esfuerzo de Macri por armar una alternativa no peronista, resultará insuficiente para desmontar 70 años de clientelismo y despertar a un electorado asalariado por el populismo peronista.