Entrevista a Enrique Ghersi
Por: Joaquín Rey
Perú21, 2 de junio de 2019
Cuando tenía 31 años, Enrique Ghersi vivió desde el Parlamento el último quiebre del orden constitucional, en el gobierno de Fujimori. Desde esa experiencia, opina sobre el actual enfrentamiento entre poderes del Estado. A pesar de que esta crisis se produce en una coyuntura distinta, Ghersi encuentra sus similitudes.
Con el actual Congreso y el estado de tribulación política, ¿cree que al término de estos dos años se podrá concretar alguna reforma política?
Yo no estoy seguro si con este Congreso lo vamos a hacer, pero tampoco tengo ninguna razón para pensar que otro Parlamento sea mejor que este. Creo que la tendencia es a un deterioro permanente y consistente del Congreso. Tampoco veo que sea un problema de cambiar constituciones. Cambiando la Constitución, no cambias la realidad.
Pero si cambiar la Constitución no favorece a este fin, ¿qué puede hacer el Gobierno para mejorar la calidad de un Congreso, de nuestro sistema político?
Yo no creo que sea un problema de un Gobierno. El gran problema en el Perú es la representación política ¿Por qué creo que tenemos una deficiencia estructural en el sistema constitucional peruano? Porque en el Perú, las constituciones no limitan al poder, reflejan al poder. En el Perú, la Constitución es un instrumento del poder que sirve para imponer un programa político. No representa al país.
¿Es un problema de esta Constitución?
De todas la constituciones. Si tú revisas las constituciones del siglo XX, vas a ver que son documentos revolucionarios en los que el ganador le impone al perdedor su visión del mundo y su programa de acción política. Si vamos al siglo XIX es peor.
¿Lo que está diciendo es que sería saludable hacer un nuevo proceso constitucional?
Yo creo que tenemos que ignorar la Constitución escrita. Yo creo que la Constitución es la Constitución histórica ¿Cuál es esa? La que los peruanos reconocen como tal.
¿Se refiere a los usos, las costumbres, la cultura?
Los usos, las costumbres, el espíritu del pueblo. Son los que realmente representan las instituciones políticas del Perú.
Pero una Constitución es necesaria…
Escrita no es necesaria ¿Para qué la quieres? Basta con que exista. Este no es un problema legal. Las constituciones se parecen todas. Este es un problema político. Queremos limitar el poder o no. Y lamentablemente, la historia política del Perú no es una historia democrática, de división y equilibrio del poder, sino una historia de concentración del poder.
Dado que es un problema político, ¿no cree que reformar la manera en que elegimos a nuestros representantes y se constituyen los partidos, podría contribuir?
Sí, pero la reforma básica que nadie está planteando es la de la elección. Gran parte del problema político del Perú deriva de un sistema electoral como el que tenemos. Si vamos a optar por un sistema de segunda vuelta, tendría que ser generalizado. O un sistema de representación mayoritaria simple por distritos electorales cerrados. Pero este sistema de votación proporcional en primera vuelta para elegir al Congreso, con una legitimidad distinta a la elección presidencial, y sin una cámara nacional, lo que produce es un Parlamento fagocitado por los caciques locales, sin un nivel de representación nacional.
El Ejecutivo ha priorizado algunas reformas políticas que pretenden mejorar los resultados. Empecemos por las elecciones internas abiertas…
Delirante. Que los apristas van a elegir al candidato del PPC o que los izquierdistas podrían elegir al candidato de Con Mis Hijos No Te Metas, lo encuentro delirante. De acuerdo con la lógica de la Constitución, se viola el principio de libre asociación. Ya me imagino al Movadef yendo a votar a las elecciones para hacer un boicot a la democracia. Creo que es imprudente e ingenuo.
¿La eliminación del voto preferencial?
Creo que es un error. Eso sería el caciquismo de los partidos políticos. Yo fui parlamentario del 90 al 92, he estado en un Parlamento elegido por voto preferencial y me he podido sentar, a los 28 años de edad, con Luis Alberto Sánchez, Armando Villanueva, Manuel Ulloa, Javier Velarde Aspíllaga, Bobby Ramírez del Villar y Felipe Osterling. Era un Parlamento de un nivel altísimo. ¿Una lista cerrada es mejor que el voto preferencial? No lo creo.
¿Qué opina sobre la propuesta del Ejecutivo de paridad y alternancia?
Una locura. Demagogia, porque tú la paridad no la impones por ley. Si quieres hacer una paridad, pero te volverías abiertamente un dictador, lo que tendrías que establecer son cuotas y directamente se elige a la mitad de mujeres y a la mitad de hombres. Eso rompería el principio de igualdad ante la ley, el principio de libre asociación y sería profundamente antidemocrático.
Respecto a la propuesta para que la inmunidad no sea determinada en el Congreso, sino en la Corte Suprema…
Demagogia también. Quien la levanta me parece indiferente. Yo propuse que fuera el Tribunal Constitucional. Que se establezca una modificación a la ley, según la cual el magistrado menos antiguo del TC sea el encargado de levantar las inmunidades y se acabó.
¿Por qué no es deseable que sea la Corte Suprema?
Porque lo único que hace la Corte Suprema es lavarse las manos. La historia de la Corte Suprema es la claudicación. Por eso le pusieron un Tribunal Constitucional encima. No le puedes pasar esa responsabilidad a la Suprema porque ellos son los que van a juzgar a la persona, con lo cual habría un conflicto de intereses notorio.
¿Qué le parece la cuestión de confianza presentada por el presidente Vizcarra?
Hablemos de la forma y el fondo. En primer lugar, la forma deplorable. Lenguaje chavista, tanto del presidente como de Salvador del Solar. No son las formas de un mandatario democrático. El lenguaje del mensaje presidencial fue un mensaje chavista. Ni Fujimori nos trató así el 92 cuando yo era miembro del Parlamento…
¿No cree que se lo han ganado algunos congresistas?
Pero, igual, el presidente de la República no puede utilizar ese lenguaje intimidatorio ni matonesco. Segundo lugar, tú no le puedes poner un plazo al Congreso. Un proyecto de ley no es una letra. Tú no le puedes poner una fecha de vencimiento. Primero, porque es inconstitucional. Segundo, porque no son las maneras democráticas y, tercero, porque es una ingenuidad.
¿Y sobre el fondo?
El premier puede presentar cuestión de confianza sobre lo que le dé la gana. Puede parecer un poco extremo, pero lo ha reconocido así el propio TC. Pero reformar la Constitución es una facultad exclusiva del Congreso por mandato del artículo 206 de la Carta Magna. ¿Eso qué significa? Supongamos que el Congreso vota favorablemente la cuestión de confianza y libremente, porque no tiene ninguna limitación, aprueba en parte o introduce otras modificaciones constitucionales con su criterio. El presidente, por mandato del artículo 206, no puede observar ninguna reforma constitucional. ¿El presidente puede hacer cuestión de confianza de una ley que no puede observar? Es una pregunta muy compleja porque la Constitución no se ha puesto en ese escenario. Para mí, se produce un conflicto de competencias.
Pero si el presidente no la observa…
Sí, pero lo que ha dicho el premier es que si no le aprueban en 15 días, dará por denegada (la cuestión de confianza). Yo creo que el Congreso puede acudir al Tribunal Constitucional porque existe un procedimiento velocísimo llamado cuestión competencial. Es decir, el Congreso podría decirle al Tribunal Constitucional: el gobierno está invadiendo una facultad exclusiva mía; señores del TC, ustedes digan si puede o no puede.
Y respecto a las que no son modificaciones constitucionales, ¿se puede poner un plazo?
No. El presidente del Consejo de Ministros ha dicho dos cosas. Ha puesto un plazo de 15 días. Y, en segundo lugar, ha dicho que si en ese plazo no se aprueban las reformas tal como las ha presentado…
Sin modificar su esencia…
Bueno, ya se ha puesto aristotélico. Vamos a ver qué significa “sin modificar su esencia”. Ha dicho que dará por rehusada la confianza. Primero, eso es inconstitucional. Él no puede dar por rehusado nada porque, de acuerdo con el artículo 134 de la Constitución, la cuestión de confianza se vota. Es una votación. Es un hecho objetivo. Aquí no hay silencio positivo. Esto no es un procedimiento administrativo.
¿Una vez otorgada la confianza, no se puede revertir?
No puede. Cuando el Congreso vota, define la cuestión de confianza. Si el Congreso la otorga, se acabó. El premier no puede decir ‘lo doy por denegado’. Si lo pretendiera hacer, sería un golpe de Estado.
El problema es que puede darse la cuestión de confianza y luego en el Congreso los proyectos se desnaturalizan…
Es que no se desnaturalizan porque el Congreso es autónomo. El Congreso no es esclavo del presidente. Eso se llama separación y equilibrio de poderes. Si el Congreso actúa con sabiduría, en lugar de seguir profundizando la crisis institucional, aprobará la cuestión de confianza y posteriormente aprobará leyes de modificación constitucional distintas a las propuestas por el presidente.
¿Usted ha dicho que el Ejecutivo tendría interés en cerrar el Congreso?
Yo tengo la impresión, por el lenguaje, de que a ellos no les interesa esta cuestión de confianza. En política yo aprendí muy joven que la forma es el fondo. Que estas discusiones jurídicas son siempre justificativas. Son pretextos. En realidad, las decisiones políticas son distintas. A mí me queda claro que el presidente entiende que su manera de recuperar credibilidad y popularidad, mejorar en las encuestas, es enfrentando a la mayoría fujimorista en el Parlamento y lo veo muy decidido. Yo creo que van a disolver el Congreso. Por eso dicen que van a entender que cualquier modificación en su esencia significa una desaprobación de la confianza, lo que es totalmente ilegal.
Sorprende la cantidad de gente que demanda un cierre del Congreso. Mano dura…
Siempre es así. La dictadura es popular hasta que se produce. Después todos acaban presos. Eso debería recordarlo tanto el mandatario como el presidente del Consejo de Ministros. Que se vean retratados en el espejo de Fujimori.
¿Usted cree que en el año 2021, un liderazgo autoritario, populista, pueda tener posibilidades?
Yo creo que sin querer, los grupos de izquierda en el Perú han levantado una ola gigantesca que se los va a comer. Tengo la impresión de que el movimiento Con Mis Hijos No Te Metas va a sustituir al fujimorismo, sociológicamente hablando, en el espíritu popular peruano. Una derecha conservadora y populista…
Una suerte de Bolsonaro peruano…
Falta el líder, pero el movimiento ya existe. Va a terminar ganando esta elección un movimiento muy conservador. Ahora, ese gigante no es democrático. Entonces, yo estoy altamente alarmado por el hecho de que el Ejecutivo no esté siendo consciente de esto.
COOPERACIÓN DE EMPRESAS ES CLAVE
Ghersi señaló que los destapes en el caso Lava Jato son producto de la colaboración de las empresas implicadas.
¿El equipo especial está ejerciendo prudentemente su labor?
Creo que no han hecho nada. Si no fuera por la confesión de las empresas, ellos no…
Pero eso se da en el marco del acuerdo con la Fiscalía…
Tiene lo que las empresas han decidido darle. Nos venden la idea de que es obra de la habilidad de los fiscales.
¿Usted cree que el acuerdo es más favorable a la empresa que al Estado?
No me atrevería a decirlo porque no conozco el acuerdo. Pero sí me queda claro que sin la colaboración de las empresas involucradas, la Fiscalía no hubiera conseguido nada. Es la ley de colaboración eficaz la que crea los incentivos para que las empresas se sienten a conversar con los fiscales.
¿Le parece excesiva la prisión preventiva?
Yo creo que es excesiva. No me parece razonable. Y no es razonable en el derecho comparado. Treinta y seis meses es una condena. Me parece que es absolutamente irrazonable, menos con la tecnología como los grilletes.
¿Cree que el escándalo del caso Lava Jato ha dañado la idea del mercado?
La crisis Lava Jato es una imperfección del Estado, no de la imperfección del mercado.
DATOS
– Enrique Ghersi es abogado titulado de la Universidad Católica (1987) con una maestría en Derecho Civil. Es catedrático en esa casa de estudios. En 2011, recibió un Doctorado Honoris Causa en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco Marroquín (Guatemala).
– Fue diputado entre 1990 y 1992 por el Fredemo. Es académico del Instituto Cato.