Por: Elmer Cuba, Socio de Macroconsult
Gestión, 11 de enero de 2021
Muchos columnistas vienen repitiendo que estamos ante la peor crisis económica de los últimos 100 años. Un buen remedio contra este mito es la estadística.
La caída del PBI en el 2020 sería del orden del 11.5%. Con estos guarismos, estará sin duda entre las más grandes recesiones del mundo durante el año pasado. Sin embargo, como ha sido una recesión inducida para enfrentar la pandemia del Covid -19, solo refleja esa drástica decisión de política. La economía peruana en el 2019 ostentaba uno de los más fuertes cuadros de estabilidad macroeconómica entre los países emergentes. En el 2021 no ha perdido esa condición.
Se anticipa un fuerte rebote de la actividad económica, por una simple comparación contra un año con amplios y duraderos confinamientos. De no volver a algún tipo de restricciones severas ante esta segunda ola (hasta ahora mucho menor que la primera), con una vacunación importante en el segundo semestre y si no alcanzan el poder un Gobierno y un Congreso de corte populista, la economía rebotaría a una tasa mayor a dos dígitos. Es decir, encima del 10%.
Si esto es así, la llamada recesión del confinamiento habrá sido intensa pero de corta duración.
En 1983, la economía peruana se contrajo en 10.4% debido a la ocurrencia de un intenso fenómeno de El Niño y un fuerte ajuste fiscal. Al año siguiente, la economía rebotó en 3.6%, mientras que en 1985 volvió a crecer apenas 2.1%. Es decir, seguía un 5.2% por debajo de 1982. Esa recesión de mediados del segundo Gobierno de Belaunde fue más fuerte que la actual del Covid-19.
En 1988, la economía nacional se contrajo en 9.4%, al año siguiente se volvió a contraer 12.3% y en 1990 volvió a caer 5%. Es decir, en tres años tuvo una contracción acumulada de 24.5%. No volvimos a alcanzar el nivel de actividad de 1987 (que fue sostenido por políticas macroeconómicas populistas) sino hasta el año 1996.
Los datos muestran que la crisis económica del primer Gobierno de García fue la peor desde la Guerra con Chile en el siglo XIX. Y fue hecha en casa. A consecuencia de políticas fiscales insostenibles y el financiamiento monetario del déficit fiscal. En un contexto de precios relativos distorsionados por diversos controles de precios (tasas de cambio, salarios, tasas de interés, tarifas de servicios públicos).
No por nada los 80 son conocidos como la década perdida. En ella, el PBI per cápita peruano permaneció estancado. Ello muestra que políticas y políticos populistas pueden hacer más daño a la economía que el mismo Covid-19. El bienestar de las familias se ve comprometido cuando se sigue ese tipo de políticas macroeconómicas. El empleo se estanca o cae, los salarios hacen lo propio. La pobreza aumenta.
Ese estado de cosas llevó a cambiar el sistema económico. La nueva economía tuvo un desempeño notable en estos 30 años. Sin embargo, se ha venido deteriorando el marco institucional económico y el crecimiento se ha estabilizado en tasas relativamente bajas en los últimos seis años. Es tarea ineludible del próximo Gobierno volver a acelerar el crecimiento.
En este último periodo, la productividad (total de factores) se ha estancado. La economía peruana solo ha crecido por acumulación de capital físico y por mayor uso de la mano de obra.
Ahora que estamos en un proceso de elecciones generales, recordemos que las únicas economías desarrolladas del mundo comparten tres características: todas son democracias, todas son economías guiadas por el mercado y todas tienen estados fuertes y relativamente grandes. El mercado hace crecer la torta y los estados igualan las oportunidades.