Por: Elmer cuba, Socio de Macroconsult
Gestión, 11 de setiembre de 2019
La informalidad de las relaciones laborales es un fenómeno mundial. Sin embargo, existe una relación casi directa entre las tasas de informalidad laboral y el nivel de desarrollo económico de los países. Es decir, a medida que los países se van desarrollando presentan cada vez menores tasas de este tipo de informalidad.
Sin embargo, el Perú posee un nivel de informalidad laboral (70%) muy superior a otros países con niveles similares de desarrollo (55%). Ello abre un espacio para estudiar las posibles causas de esa brecha y, en esa línea, diseñar políticas que reduzcan la informalidad, mientras el lento proceso de desarrollo económico hace su trabajo.
En el caso de trabajadores dependientes en el sector privado, cerca de un 70% de los mismos mantiene relaciones laborales al margen de la legislación laboral vigente. Es decir, no están sujetos a aportes para un seguro de salud, seguro de vejez (pensiones), seguro de desempleo (CTS), vacaciones y gratificaciones.
Sin embargo, esos elevados niveles de informalidad son muy distintos entre diversos tamaños de empresas. Así, la informalidad laboral en la mediana y gran empresa llegaría a cerca de 20%, tasas similares a las de la economía japonesa. Este tipo de informalidad se combate con supervisión. Sunafil es la encargada de esta labor, al margen de rediseñar algunas normas que encarecen la contratación formal con sesgo a favor de contratos de plazo fijo.
Por otra parte, la informalidad en la pequeña empresa es de 50%, similar a la del promedio de Latinoamérica. Acá comienzan a aparecer los defectuosos regímenes tributarios y las normas rígidas de reparto de utilidades a partir del trabajador número 21. El trabajador formal número 21 resulta caro para la empresa, al pasar a distribuir entre el 5% y 10% de utilidades antes de impuestos (dependiendo del sector económico). La productividad laboral del trabajador 21 no alcanza para dar ese salto. Solución: se informaliza el empleo.
Finalmente, tenemos que la informalidad en la microempresa llega a cifras escalofriantes de 95%, similar a la de los países africanos más pobres. En este segmento, factores como el salario mínimo comienzan a aparecer, así como el dilema entre Essalud y el SIS. Resulta que el salario mínimo es igual a la mediana de los salarios de las microempresas informales. Asimismo, al pasar a aportar a Essalud, se pierde el SIS, que es muy valorado por los usuarios.
En definitiva, no es lo mismo combatir la informalidad laboral dentro de empresas formales, que combatirla en empresas informales. Estas últimas pueden no tener RUC y operan al margen de las normas de cada sector económico.
Por ello, se necesita un “combo formalizador” que ataque al mismo tiempo los factores laborales y tributarios que hacen que la tasa de informalidad sea tan alta y pueda bajar hasta niveles consistentes con el grado de desarrollo económico que tiene el país.