Elmer Cuba, Socio de Macroconsult
Gestión, 9 de agosto de 2017
En el año 2004 las economías de Sudamérica comenzaron una década de gran expansión económica, no tanto así las economías de Centroamérica y El Caribe.
En general, las economías más orientadas por el mercado como las con mayor presencia e intervención estatal crecían a tasas no vistas en décadas anteriores. Este ciclo terminó abruptamente en el 2014. Apenas un año antes, en el 2013, la región de América Latina y el Caribe crecía en 3%, el mundo lo hacía en 3.4% y Perú en 5.8%.
Luego de las caídas de los términos de intercambio, salidas de capitales, devaluaciones de sus monedas, ajustes fi scales y cambios de expectativas empresariales, las tasas de crecimiento económico se redujeron en toda la región. En ese nuevo escenario, las economías de la Alianza del Pacífico mostraron sus fortalezas macroeconó- micas relativas.
Dentro de este selecto grupo subregional, la economía peruana lo hizo mejor que sus pares. Así, en el trienio 2014 y 2016, Perú creció 3.2%, Colombia 3.1%, México 2.4% y Chile apenas 1.9%. Mientras que las economías más grandes de la región del lado Atlántico tuvieron serios traspiés. Argentina se estancó, Brasil cayó cerca de 2.3% y Venezuela se desplomaba 9.4%.
En perspectiva Antes de este notable desempeño, el Perú tenía en el 2004 un PBI per cápita de US$ 6,227 (en dólares de paridad de poder de compra). En el 2016 este indicador de desarrollo econó- mico fue de US$ 12,903. Un nada despreciable incremento de 107%.
Dentro de las siete economías más grandes de Latinoamérica, el Perú también ocupa el séptimo lugar en PBI per cápita. En el 2004, Chile, México, Argentina, Venezuela, Brasil y Colombia tenían un PBI per cápita que era 2.25, 2.10, 2.02, 1.93, 1.69 y 1.25 veces más grande que el peruno, respectivamente.
Para el 2016 ya habíamos acortado distancias relativas. Así, Chile, Argentina, México, Brasil Colombia y Venezuela alcanzaron un PBI per cápita que era 1.87, 1.55, 1.47, 1.18, 1.10 y 1.07 veces el peruano. Nótese también el cambio en el orden relativo de los países.
Proyecciones del sector privado y el FMI para el 2021 nos colocan por encima de Venezuela (su desplome es dramático) y casi en el mismo nivel que Brasil y Colombia. Pero podemos hacerlo mejor. En los próximos años no basta con crecer casi a la misma velocidad que el mundo (3.5%). Políticas explícitas de crecimiento pueden llevarnos en solo una década a estar encabezando la lista de desarrollo relativo regional. Estabilizar la tasa de crecimiento en 3.5%, es ir a una velocidad mediocre para una economía en desarrollo.
Si queremos avanzar más rápido, debemos enfrentar más decididamente la pobreza rural, la pobre calidad educativa, los deficientes servicios de salud pública y la corrupción. Todo ello llevaría a un mayor ingreso real. Los planes estratégicos en estos sectores ya existen, falta ponerlos al día y ejecutar. Las reformas económicas de hace 25 años y la estabilidad macroeconómica ya no son suficientes. No es el mercado sino el Estado el que no está haciendo bien lo que le corresponde. Y el Estado es la organización política.