Elmer Cuba, Socio Director de Macroconsult
Gestión, 12 de Abril de 2017
La demanda interna ya venía debilitada en el 2016 y en el IV trimestre del año sufrió los efectos de un inesperado ajustón fiscal. El resultado fue el crecimiento nulo de esta variable y reflejó la contracción de la inversión, tanto pública como privada. Lamentablemente, en el I trimestre del 2017 nos azotó el llamado Niño costero que terminó por diluir los efectos del plan de estímulo fiscal que buscaba enmendar los errores de hace unos meses. Este fue lanzado apenas unas semanas antes del pico de las lluvias de marzo.
Así, como resultado de choques de oferta y de demanda, el PBI habría crecido apenas 1.5% en el I trimestre, reflejando nuevamente la contracción de la inversión total y esta vez un menor ritmo del consumo privado, sobre todo en febrero y marzo.
Las expectativas económicas sobre la marcha de la economía nacional para los próximos 3 meses, que venían cayendo desde setiembre del año pasado, se han derrumbado en marzo y han entrado al tramo pesimista. Si estas se mantienen allí, ello puede terminar por eliminar todo atisbo de elevación de la inversión privada esperada para el resto del año. Las pérdidas del stock de capital se han concentrado en carreteras y viviendas. Según Indeci, al 5 de abril se han destruido 2,541 km de carreteras y 1,819 km de caminos rurales; así como más de 35,000 viviendas, entre colapsadas e inhabitables.
Luego de atender las emergencias vendrá la fase de rehabilitación de los servicios. Es decir, restablecer la transitabilidad de las vías; los servicios de agua y electricidad; los servicios de los centros de salud, comisarías y escuelas afectadas o dañadas; establecer viviendas provisionales; etcétera. Esta fase ya debería haber comenzado y tomará algunas semanas y meses, dependiendo de la complejidad de cada caso.
Por su naturaleza misma, la fase de reconstrucción será más lenta. Luego de un inventario de daños y la evaluación de las normas existentes, se pasará al plan de reconstrucción. En este punto se requiere tomar algunas decisiones: dejar fuera a los gobiernos locales que no tengan las capacidades suficientes para ejecutar los proyectos y utilizar las capacidades existentes en los ministerios y regiones.
La elaboración de los términos de referencia, los procesos de contratación pública, los estudios de pre inversión y los expedientes técnicos tomarán casi todo el 2018. Para no hablar del rol de la Contraloría, que puede pasar de “modo” proactivo a contraproducente casi sin pestañear. El gasto fuerte de la reconstrucción sería en el 2019. Salvo que se quiera una ley especial de reconstrucción que aligere etapas y los controles administrativos del estado. Algo que en un país con corrupción es ciertamente arriesgado. Por si fuera poco, los efectos del caso Lava Jato se están dejando sentir en algunas empresas constructoras y la Procuraduría ha anunciado que el daño es “incalculable”. Más le vale comenzar a calcular y tomar medidas para salir de esta situación de limbo al que ha llevado varios procesos.
En resumen, para no dejar el optimismo, la economía peruana crecería más en el 2018 que en el 2017 y en el 2017 nos irá algo mejor que Chile, Colombia y México, cuyas economías crecerían algo menos que 2%.