La economía peruana debe recuperar su ritmo de crecimiento potencial, que por ahora está en el orden de 6%, gracias a los niveles récord de inversión privada y pública como porcentaje del PBI.
Pero la recuperación no será automática. No basta que los choques externos en los términos de intercambio y en tipo de cambio real hayan provocado un ciclo económico contractivo y sus efectos ya estén terminando en 2015. O esperar que el choque de oferta que también sufrió la agricultura, la pesca y la minería se vayan diluyendo en los próximos trimestres.
La inversión pública y privada, si bien ostentan niveles históricos, han dejado de crecer. Los sistemas administrativos que las regulan y los equipos técnicos en las instancias públicas ya no se dan abasto para mantener tasas de crecimiento importantes en la inversión.
El gobierno debe usar la experiencia reciente en tratar de destrabar las inversiones para diseñar mejores procesos de articulación dentro del Estado.
Por otro lado, se debe mejorar la competitividad de la economía para poder soportar el cambio en el contexto internacional favorable de la última década.
La economía debe estar más fuerte cuando llegue ese momento inevitable. En tres años, las tasas de interés internacional volverán a sus niveles normales y los términos de intercambio no subirán.
Por más que se despliegue un gran esfuerzo articulador para el desarrollo productivo, se requiere un mejor funcionamiento de dos mercados centrales en la economía: el laboral y el de crédito.
En definitiva, la economía no podrá seguir creciendo como en la última década si – en un nuevo contexto externo más hostil – no mejoramos la competitividad.
Si no existen los espacios políticos para la búsqueda de consensos en estos temas, se deben crear. Todavía hay tiempo para la cooperación política, antes de que la competencia electoral se instale luego de julio de 2015.