El Mercurio de Chile
Lunes 22 de febrero de 2021
Mientras los peruanos intentan sobrevivir al coronavirus, a la recesión económica y a la inestabilidad política, el acceso irregular a vacunas de unas 480 autoridades y personalidades expuso la existencia de un abismo moral en parte de la clase dirigente. Todo en medio de un año electoral y justo cuando el país se apresta a cumplir 200 años de vida independiente.
El escándalo de las vacunas de la farmacéutica china Sinopharm administradas irregularmente en Perú a autoridades y personalidades con influencias revela que la crisis de ese país, además de sanitaria, política y económica, es también profundamente moral.
Es cierto que la pandemia ha sembrado dolor y miedo en el mundo, que observa los efectos de un virus que no respeta edades, condiciones sociales ni niveles de poder de las personas contagiadas. Sin embargo, el descubrimiento y producción de vacunas habían vuelto a traer una necesaria esperanza.
Dependiendo de la habilidad de sus negociadores o de la capacidad de previsión de sus gobiernos para acceder a los nuevos medicamentos, distintos países ya empezaron a inmunizar a sus poblaciones siguiendo patrones parecidos. El personal de la salud y los adultos mayores han recibido prioridad atendiendo a la escasez relativa que puede haber de vacunas, mientras cobra ritmo su producción global.
En el caso peruano, el llamado “vacunagate” estalló al conocerse que el expresidente Martín Vizcarra y su esposa se inocularon con dosis que empezaron a llegar en septiembre pasado en un lote experimental, que precedió al arribo de las primeras compras estatales. Luego se supo que la canciller Elizabeth Astete y la ministra de Salud, Pilar Mazetti, también se habían inmunizado de esta forma, lo que derivó en su salida del gabinete de Francisco Sagasti, el mandatario de transición que accedió al poder en medio de la presión popular sobre el Congreso.
La corrupción estructural que padece Perú, que se reflejaba bien en el hecho de que todos los exmandatarios peruanos vivos han terminado sujetos a procesos judiciales o incluso privados de libertad, ahora se extiende al campo de la salud, en un país donde han muerto más de 44.000 personas por covid-19, entre ellas 300 médicos. Por lo visto, la informalidad institucional se extiende a todos los sectores.
Próximas elecciones
Mientras la fiscalía inicia acciones legales y las autoridades sanitarias intentan determinar el alcance real de la lista de más de 480 personas que accedieron a las vacunas de forma irregular, el escándalo se amplifica en medio del contexto electoral que vive Perú, puesto que el 11 de abril están previstas elecciones presidenciales y legislativas.
Si el desprestigio de la clase política ya era mayor, ahora puede serlo aún más. Lo cual es siempre malo para la democracia y peor de cara a una elección donde esa nación tiene una nueva oportunidad de salir de la inestabilidad que ha marcado el último quinquenio, con la presencia de cuatro presidentes: Pedro Pablo Kuczynski, Vizcarra, Manuel Merino y Sagasti.
Lo cierto es que a 20 años de la escandalosa renuncia por fax de Alberto Fujimori, los constantes choques entre el Ejecutivo y el Legislativo y la articulación de los partidos políticos en torno a caudillos, más que a ideas, han vuelto muy difícil gobernar el país y, en particular, cuando hoy enfrenta múltiples y gigantescos desafíos.
El PIB, por ejemplo, cayó 11% el año pasado, según sus propias cifras, lo que convierte a la peruana en una de las economías latinoamericanas que peor resistieron los embates de la pandemia. También es una de las que tienen las mejores proyecciones para 2021, con un crecimiento previsto del 9%, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, siempre y cuando el panorama político se ordene.
Pero la incertidumbre sobre quién conducirá los destinos de Perú solo se acrecentó este mes en vez de reducirse, luego de que un tribunal vetara la candidatura presidencial del exalcalde y exfutbolista George Forsyth por omitir ingresos en su ficha de postulación. Si bien tenía un magro 13% de apoyo, eso ya lo convertía en el favorito en las encuestas frente a rivales que van desde la inoxidable Keiko Fujimori hasta el destacado economista Hernando de Soto.
De este modo, Perú se acerca a cumplir 200 años de vida independiente el próximo 28 de julio en un momento sumamente complejo. Quizás el aniversario sea la oportunidad para que sus habitantes se pregunten qué clase de país han construido hasta ahora y cuáles son las reformas necesarias para introducir mejoras urgentes.
Vale decir que la inestabilidad en los países vecinos de Chile, que por supuesto atraviesa sus propias turbulencias, nunca es buena. Y dos de los tres han sufrido cambios repentinos de gobierno en los últimos años. Por su propio bien y el de la región, sería positivo que Perú encontrara un camino sostenido de progreso. Si esa posibilidad hoy se ve muy difícil, el “vacunagate” solo vino a alejarla aún más.