Editorial El Comercio
El Comercio, 4 de julio de 2019
El Comercio, 4 de julio de 2019
El gobernador regional de Junín y líder del partido Perú Libertario, Vladimir Cerrón Rojas, ha regresado hace poco de un viaje a Venezuela (al que, asegura, lo invitó el gobierno de Nicolás Maduro) con una visión personalísima de lo que ocurre en ese país.
Mientras el mundo constata en las noticias que la escasez, los cortes de energía eléctrica, la inflación y la brutal represión política hacen huir cotidianamente de allí a miles de venezolanos que buscan sumarse a los millones de compatriotas suyos que ya están en Colombia, Chile o Perú, Cerrón Rojas dice haber percibido por esas tierras un mundo brotado de su imaginación. “He visto los mercados llenos, he visto las tiendas llenas”, ha afirmado en una entrevista esta semana. Y, con impresionante ojo estadístico, se ha animado a agregar: “El 70% en Caracas es chavista, abiertamente”.
Interrogado luego sobre los estándares democráticos del régimen de Nicolás Maduro, ha desarrollado también conceptos novedosos. “El [último] proceso electoral en Venezuela ha sido democrático”, ha aseverado. Y, ante las observaciones acerca del hostigamiento a los medios de prensa independientes, solo ha atinado a aludir a “una prensa alternativa” que existiría en cada barrio, sin realmente responder a lo que se le preguntaba. Sobre los presos políticos y los manifestantes muertos por las bandas armadas del gobierno, finalmente, ha guardado un elocuente silencio.
Una defensa, en suma, de la dictadura chavista que nada tiene que envidiarle a la ya famosa sentencia con la que, dos años atrás, el congresista de Nuevo Perú Manuel Dammert saludó la sangrienta mojiganga electoral con la que Maduro trató de cesar a la Asamblea Nacional de mayoría opositora imponiendo sobre ella el poder de una inconstitucional Asamblea Constituyente. “Una jornada en la epopeya democrática de un pueblo por su libertad, la soberanía y la paz”, fue como describió el legislador de izquierda en aquella oportunidad lo sucedido en Venezuela, provocando incluso tímidas discrepancias dentro de su propia organización.
En principio, sin embargo, lo estrafalario de las declaraciones de Cerrón Rojas no debería sorprender. Después de todo, es un viejo cultor del género al que la crónica política recordará, por ejemplo, por sus embates racistas contra “los poderes judío-peruanos” o las insinuaciones teñidas de homofobia que dedicó a un antiguo rival electoral suyo en Junín. Lo que convierte sus opiniones en motivo de atención, no obstante, es la circunstancia de que está empeñado en un proyecto de confluencia electoral con otras organizaciones y líderes de izquierda, entre los que destacan los ex candidatos presidenciales Gregorio Santos y Verónika Mendoza.
A su turno, cada uno de ellos ha ensayado también coartadas de diversa factura para no llamar al régimen chavista por su nombre –dictadura–, pero de un tiempo a esta parte andaban más cuidadosos que de costumbre en sus declaraciones sobre el particular, calculando acaso el costo que la sintonía con los atropellos de ese experimento totalitario podría traerles en las próximas elecciones.
Como llamándoles la atención, sin embargo, su potencial aliado sostiene ahora que él responde sobre Venezuela “sin trastabillar a diferencia de otros líderes de izquierda”.
¿Qué dirán al respecto los otros integrantes del esfuerzo conocido hasta el momento como Nuevas Voces del Cambio? ¿Tomarán distancia liquidando el proyecto o mirarán disimuladamente para otro lado?
La demanda resulta pertinente porque estamos ante personas y organizaciones que aspiran a llegar al poder en nuestro país en el 2021 y si comparten la visión de Cerrón Rojas sobre el estado de cosas en Venezuela, es obvio que estarán más que dispuestas a instaurar un orden semejante en nuestro país cuando tengan la oportunidad.
No puede la ciudadanía dejarse marear con la cháchara de que “se trata de realidades distintas y por lo tanto no comparables”. Los comicios limpios, la libertad de prensa, el equilibrio de poderes, la economía no intervenida y el derecho a la protesta sin correr el riesgo de ser asesinado o encerrado en una mazmorra subterránea por tiempo indefinido son iguales en Nueva Zelanda, Japón o en Venezuela. Y ciertamente queremos estar seguros desde ya de que su preservación estará garantizada gane quien gane en el 2021.