Por J. Eduardo Ponce Vivanco
Infolatam, 07 de julio de 2016
Cuando Uruguay y Argentina anunciaron que, por rotación alfabética, Venezuela asumiría la Presidencia Pro Tempore del MERCOSUR el martes de la próxima semana, el Canciller del Paraguay dijo que su país no acepta traspasar esa función a un Estado cuyo gobierno “está buscando el cierre de un Poder del Estado a través del Supremo Tribunal de Justicia, el cierre de la Asamblea Nacional, que es la voz del pueblo”. Dijo que no fue consultado e informó haber conversado con el Canciller del Brasil, quien también se sintió “sorprendido” por la noticia.
Anteayer 6 se reveló en Bruselas que el Presidente de Argentina ha descartado un cambio tan inoportuno, adelantando que Uruguay mantendría el cargo o se trasladaría a Buenos Aires. Macri visita oficialmente la UE para empujar el postergado acuerdo comercial con el MERCOSUR. Maduro – que se opone al acuerdo – anunció que por “problemas de agenda” (?) no estaría en la reunión de Jefes de Estado donde se habría tomado la decisión. Pero la Cumbre no se realizará. El problema será visto por los Cancilleres que, a pedido del Paraguay, se reunirán el lunes 11 para tratar la situación venezolana y la posible aplicación de la cláusula democrática del MERCOSUR (Protocolo de Ushuaia), lo que debería significar la suspensión de Caracas.
Después de abandonar la Comunidad Andina, Hugo Chávez forzó su entrada al MERCOSUR con la dolosa complicidad de los entonces presidentes Rousseff, Cristina de Kirchner y Mujica. Contrariando normas jurídicas expresas, se valieron de la destitución constitucional del Presidente izquierdista Lugo para suspender la membresía del Paraguay para que no pudiera obstruir el acceso de Venezuela. Una grosera chapucería que están pagando caro. Han bastado cuatro años para que los cambios políticos y económicos regionales enmienden la insensatez de la alianza MERCOSUR – ALBA que supeditaba el destino de las naciones atlánticas al proyecto geopolítico y los caprichos ideológicos de sus líderes.
La humillación del chavismo es muy fuerte. En visita a Montevideo, Serra declaró su preferencia de postergar el traspaso de la presidencia hasta agosto, cuando vence el plazo para que Venezuela cumpla “requisitos normativos” pendientes. La Canciller de Maduro ha rechazado “las insolentes y amorales declaraciones del canciller de facto de Brasil, Jose Serra”. Esta violenta reacción indica que Caracas optará por retirarse del MERCOSUR. Un merecido funeral para el descaro con que Chávez irrumpió en un sistema de integración que proscribe formalmente la membresía de pseudodemocracias que violentan los derechos humanos.
Así llegamos al preludio de lo que pronto ocurrirá en UNASUR, la última fortaleza regional de Maduro, su actual Presidente rotativo. Él capitaneó el nombramiento del Secretario General Ernesto Samper, cuyo mandato termina el próximo setiembre. El sucesor no será un incondicional de Venezuela y el ALBA. Su elección será instrumental para rescatar un organismo que debería convertirse en un mecanismo eficaz de las naciones que lo dejaron en manos del chavismo y sus aliados en desgracia.
Lampadia