Por: Eduardo Morón
El Comercio, 11 de junio de 2019
El Comercio, 11 de junio de 2019
Este año se cumplen 10 años de la ley que expresó la voluntad del país de tener un esquema de aseguramiento universal en salud. Dicha ley buscaba que todos los peruanos tuviesen al menos acceso a un plan de beneficios en salud de manera oportuna y con el menor gasto de bolsillo. Lo cierto es que aún hay muchos peruanos con acceso formal, pero sin acceso real a una salud oportuna. Además, aún deben hacer gastos de bolsillo significativos 10 años después de implementarse la ley.
Siempre decimos que justicia que tarda no es justicia, y si las atenciones en salud no son oportunas, sirven de poco o nada. Este principio orientó la creación, hace más de 20 años, de las entidades prestadoras de salud (EPS). Lamentablemente, el problema se mantiene. Essalud no es capaz de brindar atenciones de salud a sus asegurados de manera oportuna. Esta situación lleva a muchos asegurados a resolver sus problemas en una farmacia, automedicándose y gastando de su bolsillo, algo claramente indeseable.
A fines de los noventa se definió, sin mayor estudio de por medio, que si se tomaba una cuarta parte (2,25%) del precio que paga el asegurado para ser parte de Essalud (9% de su remuneración), un grupo de trabajadores de una empresa podía atenderse en una EPS cuando se tratara de lo que entonces se llamaba la capa simple.
De esta manera, se buscaba descongestionar la atención en Essalud, brindando un servicio entendido como complementario. La lógica era que solo los casos extremadamente complejos acudiesen a Essalud. Pero si uno hace una evaluación de esta reforma, debemos señalar que su impacto ha sido muy reducido. Solo uno de cada diez asegurados en Essalud también es parte de una EPS.
Tratemos de entender qué es lo que ha pasado para que 9 de cada 10 asegurados siga expuesto al problema de oportunidad de atención 20 años después de la reforma inicial.
Una visión del problema es que la falta de recursos dificulta una atención adecuada, oportuna, y un gran etcétera. Se señala (¡y es cierto!) que hay grandes grupos de asegurados que contribuyen solo respecto a una parte de su remuneración (trabajadores en régimen CAS, Minsa, Minedu, agrarios).
Otra visión es que falta una gestión más eficiente de los recursos al seguir pendiente la separación de funciones en Essalud entre un ente prestador de servicios de salud y otro que los financie. Esta separación es fundamental para que la instancia financiadora compre eficientemente los servicios de salud de sus asegurados al amplio abanico de prestadores que hay en todo el país, en beneficio directo de sus asegurados.
Pero una tercera opción es profundizar la reforma de EPS y permitir que más asegurados puedan tener una atención oportuna. Si realmente queremos descongestionar Essalud, ese número debería crecer para que un número mayor de empresas tenga al alcance la posibilidad de afiliarse a una EPS. Con ello, podríamos dar lo que la ley de aseguramiento quería lograr: mejores servicios de salud a más peruanos de manera más oportuna y reduciendo el gasto de bolsillo.