Eduardo Morón, Presidente de Apeseg
El Comercio – Portafolio, 22 de enero de 2016
En un artículo publicado en la página de Opinión de este Diario, un congresista hizo una serie de observaciones erróneas que vale la pena corregir. Aunque sus argumentos suenen bien, son equivocados. Los congresistas tienen que ver muchos temas y por eso tienen un grupo de asesores que los ayuda a tomar opinión. El tema es complejo y aprovechamos la oportunidad para hacer las precisiones para que los ciudadanos se informen correctamente.
El congresista señala que la rentabilidad para los afiliados a las AFP es bajísima basado en el siguiente razonamiento errado. El fondo administrado hoy es alrededor de 120 mil millones de soles, de los cuales la mitad es aporte y la otra rentabilidad, pero se pagaron 14 mil millones de soles comisiones de administración a las AFP y otros 7,5 mil millones a las compañías de seguro por aquellos que compraron una renta vitalicia. Hay dos errores del tamaño de una catedral que los asesores del congresista han cometido. El primero es que las comisiones que cobran las AFP expresadas como un porcentaje de nuestra remuneración son cobradas de una manera que las hace más caras respecto al fondo administrado en los primeros años de aporte que lo que serán al final de los 45 años de aporte. Una comisión del 2% sobre la remuneración se transforma al final de la etapa de aportes en una comisión de 0,4% sobre el saldo administrado. Las comisiones respecto al fondo administrado serán altas al inicio y menores al final.
Como el sistema previsional peruano tiene recién 22 años, tenemos 6 millones de afiliados pagando comisiones, pero solo 150 mil jubilados que ya utilizaron su fondo para comprar una renta vitalicia. Esto no va a ser siempre así. Habrá un momento en que haya más jubilados que aportantes. Por ello, es lógico que hoy las comisiones representen una proporción alta del fondo total bajo administración. Por eso, la bondad de los sistemas se evalúa cuando ya maduraron, cuando haya pensionistas que aportaron en efecto 45 años al sistema. Esto es tan equivocado como decir que el sistema no sirve viendo la jubilación de quien solo aportó 20 años al sistema.
El segundo error está referido a incluir las comisiones que se pagan a las compañías de seguros en el momento de adquirir rentas vitalicias. Si se van a incluir estos gastos deberían incluirse las rentabilidades que las compañías de seguros generarán para los jubilados administrando su fondo. Una renta vitalicia ofrece rentabilidades de más de 6%. Si vamos a incluir los costos de comprar una renta vitalicia se deberían incluir los beneficios.
Cuando una persona compra una renta vitalicia con su fondo de pensiones, ese jubilado podrá recuperar el íntegro de su fondo al cabo de 16 años de jubilado. Si vive menos, su cónyuge o sus hijos serán quienes sigan recibiendo una pensión. Si vive más, la compañía de seguros le seguirá pagando a partir de la rentabilidad que los equipos de inversión logren con esos fondos. Nadie se queda con la plata de los jubilados, se compra la seguridad de un flujo futuro cierto. Además, dicho flujo es creciente al tener pensiones indexadas. A diferencia de otras opciones, con una renta vitalicia se compra seguridad financiera para los beneficiarios. Nos protegemos de nuestra propia impaciencia, de nuestra falta de previsión, de nuestra creencia que mañana será el mejor momento para empezar a ahorrar.