Eduardo Morón
El Comercio – Portafolio, 13 de noviembre, 2015
Si tienes menos de 65 años, esta columna es para ti. Disculpa que no te dore la píldora. Cuando esa fecha llegue, no estarás de vacaciones, empezará tu período de jubilación si es que tuviste el privilegio de tener un trabajo formal.
Lo primero que deberías hacer es mirar tus cuentas financieras. Pregúntate cuáles son tus activos y tus pasivos. Es decir, qué tienes y qué debes. Mira no solo tus ingresos sino tus bienes y todas tus deudas. Habrá cosas más líquidas (depósitos bancarios) y otras menos líquidas (tu vivienda), pero es importante saber cuál es el tamaño de lo que podrás acumular hasta los 65 años descontando todas tus deudas. Ese es el valor de tu patrimonio.
Lo siguiente es pisar tierra, y si nunca lo has hecho ponte a hacer un presupuesto familiar y entérate de cuánto es lo que necesitas al mes y al año para vivir como lo hacías hasta la semana anterior. Una vez hechas estas dos cosas, estás listo para responder la primera de varias preguntas claves para tu retiro.
La primera es cuánto tiempo te durará lo que tienes gastando según el ritmo de tu presupuesto inicial. Divide el valor de tu patrimonio por ese gasto anual que acabas de calcular en tu presupuesto. Esto te dará el número de años que podrías mantener tu ritmo de gasto. La respuesta a esa pregunta en realidad dependerá mucho de cómo contestes a la segunda pregunta: ¿cuánto tiempo crees que vivirán tú y tu familia? Compara si el número de años que te duraría tu patrimonio para financiar tus gastos es mayor o menor que los años que crees que vivirás después de tu jubilación.
Ahora que sabes cuánta plata necesitas, pregúntate cómo lograrás recibir ese flujo de recursos. ¿Depositarás tu plata en una caja e irás sacando de a pocos hasta que se acabe el fondo? ¿Harás un negocio y vivirás con la esperanza de que los retornos de ese negocio sean suficientes? ¿O preferirás la seguridad de una renta vitalicia que te da la certeza de un ingreso cierto por el resto de tu vida? Algunos congresistas nos intentan convencer de que está bien convertir tu fondo de jubilación en uno de ahorro, pero no dicen nada sobre los riesgos que uno asume con esa decisión.
Lo cierto es que todos quisiéramos gastar más hoy que mañana. Nadie en su sano juicio tiene el temperamento de hierro de seguir la regla de finanzas personales responsables de no gastar más del 4% al año del fondo que haya podido acumular hasta los 65 años. ¿Crees que gastarás más a los 65 que a los 75 años?
La siguiente pregunta es crítica: ¿cómo complementaremos la pensión que podemos obtener? ¿Qué haremos si no tenemos derecho a pensión?
La penúltima pregunta puede ser incómoda porque implica pensar en qué pasará con nuestros hijos cuando ya no estemos en esta vida. ¿Debemos dejarles herencia? ¿O basta haberles pagado su educación?
Si aún tienes fuerzas, te lanzo la última pregunta que sirve para saber si hiciste tus cuentas bien. ¿Realmente tu plan de retiro es sostenible? ¿O tienes que volver a hacer tus números y analizar qué puedes cambiar para que tu plan sea sostenible?
Hazlo con calma y ojalá no estés en tu primer día de jubilación cuando empieces a contestar estas preguntas. Te recomiendo el muy ameno libro de Moshe Milevsky del 2012, estoy seguro de que te hará más fácil este complejo proceso que implica planear para una jubilación responsable e informada.