Eduardo Morón, Profesor de la Universidad del Pacífico y presidente de Apeseg
El Comercio, 8 de agosto de 2017
Todo gobierno tiene que decidir el nivel de audacia que asumirá frente a los problemas del país. Lo que espero de este y de cualquier gobierno es asumir un nivel de audacia suficiente como para intentar resolver los problemas estructurales del país, en lugar de atender la emergencia de cada día. Eso es gobernar. A algunos gobiernos les toca más fácil, pues el entorno internacional puede ser muy favorable, a otros les toca un ambiente desfavorable y se pueden sumar eventos impredecibles que lo hagan aun más cuesta arriba.
Como a muchos peruanos, cuando el presidente Kuczynski fue elegido, un sentimiento de esperanza me inundó porque estoy convencido de que PPK sabe con meridiana claridad cuáles son los problemas estructurales del país. Los ha descrito en blanco y negro en sus editoriales semanales una y otra vez a lo largo de los últimos años.
Además, es una persona que entiende que las soluciones a dichos problemas deben ser abordadas con pragmatismo y no con ideología. Como una persona con amplia experiencia sabe que las soluciones que son políticamente posibles muchas veces no son las mejores, pero son mucho mejores que no hacer nada.
Conozco a Keiko Fujimori y a varios de los congresistas de Fuerza Popular y estoy convencido de que entienden la urgencia de la situación actual, entienden la importancia de avanzar en la lucha contra la pobreza a través de promover un mayor crecimiento económico que permita un mayor bienestar de la población.
El diálogo que se ha iniciado entre el presidente y la lideresa de la oposición debe ser conducente a asumir con ambición y con audacia la solución de los grandes problemas del país. No queremos un pacto de no confrontación, queremos un pacto de acción, el país espera que ambos líderes se comprometan en ponerse de acuerdo en una agenda de trabajo que apunte a afrontar con decisión esos temas que nos impiden avanzar como país.
Por eso, para mí este discurso de 28 de julio fue una decepción. Esperaba escuchar al líder del país señalando con claridad los problemas que enfrentamos, plantear con sencillez las opciones disponibles y plantearle al Congreso la necesidad de caminar juntos en la adopción de alguna de ellas. Pero el discurso solo tuvo algunos chispazos en ese sentido.
Se repitió la necesidad de enfrentar el problema de la falta de empleo formal para los jóvenes, se anunció la Autoridad Única para el Transporte Urbano de Lima y el proyecto de ley que modifica la forma como hoy se conforma el Consejo Nacional de la Magistratura. Los tres son temas importantes para el país. Pero se necesita abordar una agenda más amplia.
El presidente solo mencionó tangencialmente en su mensaje el tema de la productividad, tema central si queremos realmente seguir en el camino del desarrollo. El Perú enfrenta un serio problema de falta de ingresos fiscales que hará inalcanzable la revolución social que mencionó el presidente en su discurso. El país sigue esperando esa cuota de mayor audacia tanto del Gobierno como de la principal fuerza de oposición.