Entrevista a Diego Macera, director del IPE
Expreso, 2 de marzo del 2025
Carlos Palacios
El también director del Banco Central explicó que alianzas electorales y encuestas desacelerarán dinamismo económico. Otro factor sería el efecto base del 2024.
¿El crecimiento del 3.3% en 2024 fue un efecto rebote?
En 2024, el crecimiento tuvo varios componentes. Efectivamente, hubo un efecto base, ya que veníamos de una contracción del -0.6% en 2023, lo que llevó a la recuperación natural de algunos sectores. Los casos más claros se dieron en el sector primario, como la agricultura y la pesca, que a su vez impulsaron la manufactura y, con ello, el consumo. Otro factor que dinamizó el consumo, aunque en menor medida, fue la disponibilidad de fondos provenientes de los retiros de las AFP, que inyectaron 27 mil millones de soles en la economía, parte de los cuales se destinaron al consumo.
Además, hubo una fuerte aceleración del gasto público, lo que también contribuyó al crecimiento. Esto se reflejó en el déficit fiscal del 3.6% del PBI con el que cerramos el año. Lo más relevante es que, si se analiza el año con mayor detalle, especialmente la segunda mitad, se observa una mayor dinámica en los sectores no primarios. Indicadores como las estadísticas de boletas de venta, el pago del IGV y el dinamismo del sector servicios muestran que la economía cerró el 2024 con una velocidad mayor a la anticipada. También es cierto que el escenario apuntaba a un crecimiento más cercano al 4% o incluso al 5%. De haberse logrado, esto habría permitido una reducción más significativa de la pobreza.
¿Por qué no crecimos al 4% o 5%?
El gran problema de la economía peruana es su bajo PBI potencial. En otras palabras, la velocidad a la que podemos crecer si todos los activos disponibles (personas, fábricas, maquinaria) operaran a plena capacidad actualmente se ubica entre 2.5% y 3%. Esto representa un desafío, porque el Perú aún enfrenta niveles de pobreza e ingresos por habitante que justificarían un crecimiento mayor.
En un contexto favorable, con el precio del cobre en 4.2 dólares la libra, tasas de interés a la baja e inflación controlada, deberíamos estar creciendo al menos un punto porcentual más. La razón principal de este desempeño por debajo del potencial radica en la incertidumbre política y la volatilidad que hemos experimentado en los últimos años. Esto ha frenado la inversión privada y, en consecuencia, ha limitado el dinamismo económico. Aunque hay otros factores en juego, este es probablemente el más determinante.
¿Cuál es la perspectiva de crecimiento para este año? ¿Se repetirá el 3.3% de 2024?
Lo más probable es que el crecimiento se ubique más cerca del 3%, aunque algunos analistas proyectan hasta un 3.5%. Aún estamos en febrero, por lo que queda mucho tiempo para ver cómo evolucionan las cifras. Sin embargo, el consenso apunta a un rango entre 2.5% y 3%. Si se alcanza el 3%, sería un crecimiento más “limpio” en comparación con el de 2024, ya que no estaría impulsado por los mismos efectos puntuales que vimos el año pasado, como la base de comparación baja o el fuerte impulso del gasto público.
Además, este año se espera una inflación controlada y, ojalá, una moderación en el crecimiento del gasto público. Un factor incierto es la posibilidad de un nuevo retiro de AFP, lo que podría influir en el consumo. Pero en términos generales, el crecimiento de 2025 dependerá más de factores estructurales que de estímulos coyunturales.
¿Qué factores impulsarían el crecimiento este año?
Uno de los principales factores sería la inversión minera. Si bien no contamos con grandes proyectos nuevos, avanzar rápidamente con los que ya están en cartera sería clave. Un caso emblemático es Tía María, cuya operación se espera para 2026 y cuya puesta en marcha sería muy importante para la economía. En la mayoría de sectores, se proyecta un crecimiento cercano al 3%. Sin embargo, el motor principal de la economía peruana sigue siendo el consumo privado, que depende directamente de la evolución del empleo. Actualmente, el empleo viene creciendo a tasas adecuadas, por encima del 4%, lo que ha generado una inercia positiva para el inicio de 2025. A pesar del ruido político, la economía cerró 2024 con buen ritmo, y esto se reflejó en indicadores clave, como la campaña navideña, que superó las expectativas en comparación con 2023.
Además, las expectativas empresariales, aunque no son extraordinarias, han salido del terreno negativo en el que se mantuvieron durante tres años, desde la primera 1 vuelta electoral de Pedro Castillo y Keiko Fujimori. Esa falta de confianza empresarial fue uno de los principales factores que limitó el crecimiento en los últimos años, ya que muchos empresarios no velan un entorno adecuado para invertir. Ahora, el panorama ha mejorado, y la primera mitad del año podría mantener un buen ritmo. Sin embargo, en la segunda mitad de 2025, la incertidumbre política podría volver a ser un factor de riesgo, ya que el escenario electoral comenzará a tomar protagonismo y podría generar nuevas preocupaciones en el ámbito económico.
¿No es demasiado optimista proyectar un crecimiento del 3%, 3.3% ο 3.5%, considerando que es un año preelectoral?
Es importante tener en cuenta que la economía podría mantener un ritmo relativamente bueno durante la primera mitad del año, pero luego desacelerarse en la segunda mitad. Esto se debe, por un lado, al impacto del ciclo electoral y, por otro, a un efecto base. Dado que el año pasado cerró con buenos resultados, lograr un crecimiento en la segunda mitad de este año será más desafiante debido a una base de comparación más alta.
¿El factor político representa un riesgo para este año?
Si, sin duda es un riesgo. Ahora, ¿qué determinará su impacto? Principalmente, los candidatos que figuren en las encuestas y el porcentaje de apoyo que obtengan. Esto se hará más evidente en la segunda mitad del año, cuando se definan las alianzas y, dentro de ellas, los candidatos. Hacia el cuarto trimestre, este factor comenzará a tener un efecto más marcado. Es importante señalar que, aunque en algunos mercados la incertidumbre política puede reflejarse de inmediato como ocurrió con la designación de Guido Bellido como presidente del Consejo de Ministros, cuando el dólar se disparó al día siguiente, en términos de expectativas y economía real, el impacto suele tomar más tiempo. Si hacia finales de año las encuestas muestran escenarios complicados, es posible que los CEO de las empresas decidan posponer inversiones, lo que se verá reflejado en el primer trimestre del próximo año. Por ahora, las políticas actuales son las que están marcando los movimientos económicos cada seis meses y no hay agitación.
¿Qué otros riesgos ve para este año en el escenario internacional?
Uno de los factores clave a monitorear es el impacto del clima. A nivel Interno, ya hemos visto cómo la escasez de Iluvias puede afectar el costo de la energía en el Perú, como ocurrió recientemente cuando los precios se dispararon debido a la falta de recursos hídricos. Por ello, es fundamental prestar atención a la disponibilidad y el costo energético en el país. Sin embargo, quizá el mayor riesgo para el país provenga de la incertidumbre global. Estados Unidos está modificando constantemente sus reglas de juego en aspectos clave como institucionalidad, comercio y cooperación internacional. Durante los últimos 80 años, hemos contado con un cierto grado de estabilidad en estos ámbitos, pero hoy ese panorama es mucho más incierto. Lo que antes dábamos por sentado desde acuerdos comerciales hasta políticas de migración y defensa ya no es tan claro, lo que podría generar impactos significativos en la economía global y, por ende, en el Perú.
¿Golpeará el tipo de cambio?
Si bien ha habido movimientos en el tipo de cambio, el Perú tiene una menor volatilidad en comparación con otros países de la región. Cuando el dólar se aprecia a nivel global, en el Perú también sube, pero en menor medida que en otros mercados. Del mismo modo, cuando el dólar se deprecia, aquí también lo hace, pero con menor intensidad. Esto no significa que el país sea inmune a los movimientos externos, ya que las dinámicas globales inevitablemente impactan en nuestra economía. Sin embargo, la magnitud de esos efectos suele ser más moderada en comparación con otros países de la región.
¿Le preocupa el déficit fiscal?
Sin duda, es un tema preocupante y será clave prestarle atención en los próximos meses. En 2023, el incumplimiento de la regla fiscal podía justificarse hasta cierto punto debido a la recesión y la caída del producto bruto interno. Sin embargo, en 2024, la situación es más difícil de explicar, ya que la economía venía creciendo. Más allá de si el déficit es de 3.6% o 3.8%, lo realmente importante es contar con una narrativa clara y creíble sobre las razones detrás de este incumplimiento. Y la realidad es que en 2024 no existe una justificación sólida para ello, ni siquiera estuvimos cerca de cumplir la regla fiscal. Lo que el país necesita ahora es recuperar una historia convincente que explique cómo planea regresar a una senda de consolidación fiscal sostenible. El Perú aún mantiene una fortaleza macroeconómica destacable, y sería injusto no reconocerlo. En varios indicadores clave tipo de cambio, inflación, ratio de deuda y grado de inversión el país sigue siendo uno de los más sólidos de la región, si no el primero o segundo. Sin embargo, esa solidez no es infinita. Si seguimos erosionando nuestra credibilidad fiscal, podríamos empezar a ver efectos negativos en la confianza de los inversionistas y la estabilidad económica a mediano plazo.
¿Es una bomba de tiempo para el próximo presidente?
No sé si llamarlo una «bomba de tiempo», pero definitivamente será un reto enorme. En buena parte, el gobierno actual ha optado por trasladar gran parte de la responsabilidad fiscal al siguiente gobierno, dejándole la tarea de reencauzar la trayectoria fiscal. El problema es que el gobierno de Boluarte ha tomado ciertas licencias en materia fiscal, generando un margen de maniobra bastante amplio. Esto significa que el próximo gobierno se verá obligado a hacer los ajustes necesarios, en otras palabras «ajustarse el cinturón», lo que hará aún más difícil implementar una consolidación fiscal sin afectar el crecimiento económico o la estabilidad social. En ese sentido, el desafío para la próxima gestión será considerable.
EXPORTACIONES 2024
El Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) informó que las exportaciones totales ascendieron a 5,916 millones de dólares en el 2024, cifra que representó un incremento anual de 8,398 millones (12.4%). Este monto alcanzado equivale al 26.2% del PBI, y su incremento respecto al año previo (25.2%) se debió al repunte del valor exportado de los productos tradicionales y de los no tradicionales agropecuarios.