Diego Macera
El Comercio, 25 de febrero del 2025
“Las expectativas para el 2025 colocan al Perú como uno de los países que más crecería entre economías comparables, solo por detrás de Argentina”.
Digamos que un inversionista global está interesado en ganar más exposición a Latinoamérica. Sabe que la región es políticamente volátil y que tiene varias limitaciones en infraestructura, capital humano y en otros aspectos, pero confía en su población relativamente joven, en sus vastos recursos naturales y energéticos, y en las oportunidades de negocio aún por aprovechar que ya fueron tomadas en los países más desarrollados. La siguiente pregunta es: ¿dónde debería invertir?
En una región convulsa y marcada por crecimientos mediocres en la última década, el Perú vuelve a aparecer como una opción relativamente atractiva. Desde el aspecto macroeconómico, y a pesar del debilitamiento progresivo de sus finanzas públicas, el país mantiene una posición envidiable. Su inflación está controlada y en niveles bajos. Mientras que en el Perú los precios a las familias se elevaron 1,9% en los últimos 12 meses, en México, Brasil, Chile, Uruguay y Colombia la variación fue de entre 3% y 5,2%. Incluso EE.UU. está en 3%. Ello permite que la tasa de referencia del BCRP se halle por debajo del 5%, lo que posibilita financiamientos más baratos, mientras que en México o Colombia está al doble, y en Brasil casi al triple. Un aspecto relacionado es el tipo de cambio, que en el Perú mantiene el mismo valor desde hace más de un año. En contraste, la moneda mexicana y la brasileña han perdido más de 20% frente al dólar estadounidense, y la chilena y la colombiana, cerca del 6% desde diciembre del 2023. Y las reservas internacionales están cerca de niveles récord, por encima del resto de la región como proporción del PBI.
“¿Y qué hay del crecimiento?”, preguntará el inversionista. Dado el excelente precio del cobre, el Perú podría estar creciendo cómodamente por encima del 4%, pero con el 3,3% del año pasado le alcanzó para encabezar la lista de países de la región medianos o grandes con mayor crecimiento del PBI en el 2024, junto con Brasil. Las expectativas para este año también colocan al Perú como uno de los que más crecería entre economías comparables, solo por detrás de Argentina. Y a juzgar por indicadores como el pago del IGV, importaciones de bienes industriales, pagos con tarjeta en comercios locales o exportaciones no tradicionales, el 2025 ha empezado bastante sólido.
Ahora, el inversionista probablemente estaría preocupado, comprensiblemente, por las elecciones peruanas del 2026. Pero la verdad es que, quizá con la excepción de Uruguay y Chile, los países latinoamericanos llevan cada cual su propio lío político grueso. Y es razonable construir el argumento de que –a pesar de haber tenido una pésima elección en el 2021– las instituciones económicas y políticas del Perú aguantaron el embate del gobierno de Pedro Castillo. Algo de confianza adicional debería prestar ese hecho de cara al 2026, aun si hay más de 40 partidos en contienda. Es un argumento que se reconoce más fuera de nuestras fronteras que dentro.
La lógica del tuerto en el país de ciegos nunca es una analogía feliz. El Perú podría crecer mucho más rápido y no debería ser premio consuelo que el resto esté igual o peor –de hecho, no sería mala idea buscar más referentes en Asia–. Aún así, para nuestro inversionista buscando oportunidades en el barrio, el Perú le está haciendo ahora un buen guiño.