David Tuesta
Perú21, 19 de setiembre del 2024
Entonces, ¿podremos aspirar a un mayor crecimiento este 2024? El camino no será fácil. Los datos adelantados de agosto podrían revelarnos una ligera desaceleración del ritmo observado, dijo el presidente del Consejo Privado de Competitividad.
El reciente dato del crecimiento del PBI de julio de 4.5% superó las expectativas del consenso de analistas. El impulso observado recoge una mejor dinámica de la inversión pública y la producción en sectores clave como la manufactura no primaria y el comercio. Si bien este resultado podría traer cierto optimismo, e incluso pensar que se podría superar la meta del 3.2% planteada por el Gobierno para este 2024, surge la pregunta de si habrá suficiente combustible para colocarse por encima de esta proyección.
El dato de la semana es sin duda bueno. Claro, es cierto que se esperaba un empuje particular por la influencia de un día laborable adicional, así como el efecto liquidez como consecuencia de la liberación de fondos previsionales. Pero, descontando esos factores se aprecia una tendencia consistente de los gastos de consumo desde hace algún tiempo, que se retroalimenta con la mejora constante de los indicadores de expectativas del consumidor y de las empresas.
Ahora bien, más allá de los aspectos que apuntan a que la buena dinámica continúe, no podemos obviar los riesgos provenientes del entorno político. Habrá que observar, por ejemplo, cómo el sector empresarial terminará de procesar el anticipo gubernamental de querer aumentar la Remuneración Mínima Vital o cómo finalizará el nuevo episodio de la ya larga novela llamada Petroperú. Y qué decir de las normas antitécnicas con las que el Congreso no deja de sorprendernos con cada vez mayor frecuencia.
Entonces, ¿podremos aspirar a un mayor crecimiento este 2024? El camino no será fácil. Los datos adelantados de agosto podrían revelarnos una ligera desaceleración del ritmo observado. Por ejemplo, la inversión pública aumentó un 21% en términos reales, por debajo del 33% registrado en julio; la generación eléctrica creció un 2.5%, ligeramente inferior al 3% del mes anterior; y la producción de hidrocarburos mostró una fuerte contracción de 12.8%, en contraste con el incremento del 21.6% en julio. A pesar de ello, todo parece indicar que el consumo privado todavía sigue con buen ritmo.
Dicho esto, considero que la probabilidad de obtener un crecimiento más cercano al 3.5%, superando la meta gubernamental, sigue siendo factible. Aunque, en un contexto político tan enrarecido como el que nos toca vivir desde hace algún tiempo, una mínima señal equivocada por parte del Ejecutivo o el Congreso hacia los agentes económicos puede desviarnos rápidamente del objetivo trazado.