David Tuesta
Perú21, 12 de diciembre del 2024
«El privado es un “gigante económico” que representa el 90% del empleo, el 70% de la producción, el 75% de la inversión y el 80% de los ingresos públicos».
Recientemente, el Banco Mundial (BM) presentó su reporte Business Ready (B-Ready), un estudio que busca medir qué tan preparado está un país para propiciar la participación más dinámica del sector privado. ¿Sector privado? El lector se preguntará por qué se le da tanta importancia. Si el lector no lo ha pensado bien, usted, yo, los pequeños negocios, y las familias, somos sector privado. Y como bien lo señala este estudio, el privado es un “gigante económico” que representa el 90% del empleo, el 70% de la producción, el 75% de la inversión y el 80% de los ingresos públicos. Y el porcentaje minoritario en la economía le corresponde al Estado. Es este último quien tiene como principal responsabilidad proveer el mejor ambiente para que las decisiones de los privados redunden en más crecimiento.
El énfasis que hace el BM sobre el rol que tiene el crecimiento económico para salir de la trampa del ingreso medio, en el que está el Perú, y dar el salto al desarrollo, se debe tomar seriamente. Ningún país ha logrado esa transición sin alcanzar un crecimiento sostenido. Los países que lo han logrado han conseguido incrementos continuos de su producto de 5% anual por décadas, lo cual contrasta con el promedio de 1.9% que tiene nuestro país en la última década. Para recuperarnos de esta cifra es central mejorar el ambiente de negocios.
Son tres los pilares claves que el Estado debe fortalecer para generar el mejor ambiente para la inversión privada según el estudio de B-Ready: Marco Normativo, Servicios Públicos y Eficiencia Operativa. Si bien en los dos primeros puntos estamos encima de la media de los países, en eficiencia operativa nos ubicamos en el grupo inferior. A nivel desagregado, el reporte mide 10 subgrupos: registro, sede empresarial, luz-agua-electricidad, empleo, servicios financieros, comercio internacional, impuestos, resolución de disputas, competencia e insolvencia. De estos, el reporte del BM resalta algunos resultados críticos para Perú como el hecho que en el país nos toma 75 días para registrar una nueva empresa cuando en las economías más eficientes tarda tres días.
También resalta que en el Perú las empresas tienen que esperar 180 días para obtener un permiso de construcción, mientras que en los países donde las cosas se hacen bien esto se logra en un día; esto porque no disponemos de una plataforma en línea para este proceso. Asimismo, la mitad de las empresas peruanas han sufrido interrupciones de Internet en el último año cuando en las economías que lo hacen bien, sólo sucede en el 2%; y es que, increíblemente en el Perú, los proveedores de internet no están obligados a comunicar a los clientes las interrupciones previstas. Y algo que las empresas peruanas saben bastante bien, y el reporte lo confirma, es que el 44% de las empresas peruanas perciben que las regulaciones laborales son un obstáculo cuando en las economías desarrolladas esto solo corresponde al 5%; y, una de las razones es que en nuestro país, la ley no permite el despido de un trabajador por la situación económica de la empresa.
El sector público requiere un cambio profundo. Proveer un marco adecuado para la inversión privada requiere trabajar líneas transversales en el Estado. Primero, superar los problemas ideológicos que se posicionan en contra del privado. Segundo, se requiere salir de la cultura del “controlitis” y “formulitis”; este dúo que lleva a que todo organismo del Estado quiere dar opinión y generar procesos que alargan los tiempos para la toma de decisiones. Y, en tercer lugar, es fundamental trabajar la institucionalización de la meritocracia estatal que fortalezca las decisiones sustentadas y oportunas de nuestros funcionarios. Aún no estamos listos.