David Tuesta
Perú21, 11 de julio del 2024
Cuando queremos promocionar al Perú ante el mundo, hay un factor que es objetivamente imbatible que resalta a nivel mundial: nuestra fortaleza macroeconómica. Es interesante observar la resistencia que ha tenido este pilar a pesar de todos los vaivenes económicos y políticos experimentados. Nuestra política monetaria ha demostrado ser un arma poderosa para gestionar las expectativas de inflación provenientes de los ajustes en los mercados globales que nos acecharon en 2022 y 2023. Así, nuestro rápido retorno a la meta de inflación respecto a otros países en el mundo demuestra lo bien preparados que estamos para surcar los ciclos.
En el ámbito fiscal, por otro lado, el país también derrocha una solidez sorprendente. Por ejemplo, nuestros niveles de déficit fiscal y de deuda pública comparan muy favorablemente respecto a los de Chile, Colombia y México. Y decimos que sorprende, pues esto se presenta a pesar de las perforaciones al sistema tributario y el desboque del gasto público incitado por la actitud irresponsable del Congreso desde hace algún tiempo, que aunque no tiene iniciativa de gasto, ha encontrado la puerta abierta por parte de los gobiernos y magistrados de turno.
Es en este contexto que se ha oficializado el cambio de las reglas fiscales. Así, el déficit fiscal para el Sector Público No Financiero tendrá como tope 2.8% en 2024; 2.2% en 2025; 1.8% en 2026; 1.4% en 2027 y, 1.0% en 2028. Es cierto que esta nueva senda no es igual de estricta que la que se tenía previamente establecida. No obstante, esta senda es sin duda más realista y está acorde con las condiciones económicas, sociales y políticas que vive el país. Incluso ha trascendido que el análisis de algunos organismos internacionales que han estado interactuando con el MEF proponían un escenario menos restrictivo que el aprobado en el marco del actual decreto legislativo.
Es cierto que siempre quedará en el debate si hubiera sido preferible plantear una senda para la regla del déficit en línea con las recomendaciones del Consejo Fiscal (CF) que si bien consideraba válido hacer un ajuste hacia arriba para 2024, sugería no hacer cambios en los años siguientes. Desde mi particular punto de vista, el punto de divergencia entre ambas perspectivas está en la lectura política —y quizá realista—- que hace el MEF, que tendrá que enfrentar a los “niños terribles” del Congreso versus la rigurosidad y evaluación técnica que le corresponde plantear al CF.
Dicho esto, confiemos en que los techos planteados por el MEF sean solo eso; límites a no sobrepasar, pues si bien seguimos luciendo nuestra fortaleza fiscal frente a otros países, tanto da el cántaro al agua que se puede terminar rompiendo.