Por: David Tuesta
Gestión, 14 de julio de 2021
En marzo del 97, Soda Stereo se despedía luego de 12 años de trayectoria con la ya famosa frase de Gustavo Cerati “gracias totales”. Hoy, en una situación diferente, el Congreso, también nos brinda su “concierto de despedida” luego de 16 meses de ser una de las principales fuerzas de desestabilización económica-política; el sistema de pensiones fue una de sus víctimas. “Desgracias totales”, podríamos decir, parafraseando a Cerati.
Las cuentas individuales de los afiliados en el sistema privado de pensiones han sido la principal fuente de recursos para su populismo. Los retiros autorizados han llevado a que los activos administrados por las AFP caigan en casi la mitad de lo que había antes de la pandemia y que 5 millones de afiliados se queden sin nada. En lo macroeconómico, el país ve mellada una pieza clave en el círculo de ahorro, inversión y crecimiento.
En esta última legislatura no han escatimado esfuerzos para tal irresponsabilidad. Yendo en contra de la opinión, la SBS, el MEF y el BCRP han realizado cambios paramétricos injustificables; han modificado el esquema de comisiones; y quieren introducir un esquema absurdo de competencia. En el caso del Régimen Especial de Jubilación Anticipada (REJA) han reducido la edad de jubilación de los hombres a 50 años, que va justamente en contra de la necesidad de más años de ahorro para enfrentar una mayor esperanza de vida, lo que traerá pobreza en vejez, menor bienestar intergeneracional y cargas fiscales.
El proyecto que dictamina que las AFP devuelvan el 50% de las comisiones cobradas en un año, si estas son menores a la inflación, es absurdo. Esta penalización llevará a que las AFP sean más conservadoras, afectando negativamente las rentabilidades y el ahorro. En tanto, la propuesta de traspaso del ahorro de las AFP a bancos y microfinancieras generará daños múltiples al afiliado. Primero, la banca genera tasas de interés más bajas que las AFP debido a que estas últimas realizan una labor de inversión y no de intermediación. Segundo, la potencial venta masiva de activos derrumbará el valor de los fondos del afiliado.
Tercero, la mayor liquidez por la venta de activos deprimiría más las tasas de interés. Cuarto, la intangibilidad de los fondos perdería “calidad”, pues estos entrarían a formar parte del balance de las entidades financieras, sometiéndose a los riesgos de este negocio. Con todo ello, el supuesto objetivo de generar competencia sería falso, pues las entidades financieras tendrían que cargar con una serie de costos. Incluso si cobraran cero no compensaría las rentabilidades que se dejan de ganar en las AFP.
Como se ve, no hay nada rescatable en este “concierto de despedida” del Congreso. Todos son daños irreparables para el afiliado, quien se está convirtiendo en una de sus últimas víctimas.