César Campos Rodríguez
Expreso, 13 de octubre del 2024
Lanzando como precandidato a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica en búsqueda de la nominación del Partido Demócrata en el año 1968, Robert Kennedy formuló un concepto que hizo historia: “Algunos hombres ven cosas que suceden y exclaman: ¿por qué? Yo sueño con cosas que nunca han sucedido y digo: ¿por qué no?”.
Ambas interrogantes son válidas y, ciertamente, corresponde a los políticos aferrarse a la segunda, pues su tarea es otear el horizonte, ilusionar al ciudadano y definir caminos y objetivos. Buenos, malos, dudosos según el gusto de cada quien, pero objetivos al fin y al cabo.
Kennedy, como se sabe, no llegó a poner a prueba su capacidad de hacer cosas jamás ocurridas, pues, igual que a su hermano John, una bala asesina truncó su vida. Pero estoy seguro de que la experiencia presidencial, de haberla tenido, lo habría obligado a interrogarse por qué sucedían ciertas cosas.
En el contexto peruano y latinoamericano en general, han existido respuestas de todo calibre. Los forjadores de las tesis que ubican nuestras desgracias en las empresas conquistadoras o colonizadoras europeas (hoy avaladas por una legión de cretinos culposos del viejo continente) han tenido fortuna apelando a este reduccionismo histórico hiperdemagógico y me temo que, usando la iconografía de los pueblos originarios subsistentes, lograron legitimarse ante ciudadanos que renuncian por pereza a reflexionar más allá de su elementalidad.
La última autoridad pública en ventilar este disparate ha sido la flamante presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo (descendiente de lituanos, judíos, búlgaros y, por supuesto, españoles), negándose a invitar al rey de España, Felipe VI, a la ceremonia de su investidura porque, en nombre del estado ibérico, aún no ha pedido “perdón” a su país por la acción de conquista del siglo XVI. Lo dice en una nación que luce orgullosa hace décadas una hermosa placa en el centro de la capital, donde se lee: “El 13 de agosto de 1521, heroicamente defendida por Cuauhtémoc, cayó Tlatelolco en poder de Hernán Cortés. NO FUE TRIUNFO NI DERROTA. Fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy”.
El por qué se halla precisamente en la derivación sincrética de tal episodio que poco o nada tiene que ver con su origen. España se fue de nuestros territorios hace más de 120 años y los vicios, desórdenes, corruptelas, cortoplacismos, ínfulas sin fundamentos, codicias y un largo etcétera, son y serán propios de quienes habitan esta parte del hemisferio. De nadie más.
El por qué no podrá materializarse cuando uniformemos mejor los criterios de lo que somos y aniquilemos líneas de pensamiento como las de la señora Sheinbaum, quien solo repitió un enunciado similar del expresidente peruano Pedro Castillo, expuesto ante el mismo rey Felipe VI el 28 de julio de 2021. Expresidente hoy detenido preventivamente por golpista, pero sobre todo por corrupto.
Luego de ello, podremos decir: lo logramos.