Por: César Campos Rodríguez
Expreso, 7 de de enero del 2024
Se atribuye al poeta romántico alemán Friedrich Holderlin la frase: “El hombre es un Dios cuando sueña, pero es un mendigo cuando reflexiona”.
Suena generoso para aquellos que optan por las quimeras como si fueran grandes verdades y son reacios a ejercitar siquiera algo de sensatez y realismo frente al panorama que se ofrece a sus ojos.
Es lo que ha ocurrido con el Ministro de Economía y Finanzas Alex Contreras, un funcionario de carrera en la bien apreciada burocracia del despacho que dirige pero hiper reactivo, verborréico y dueño de una necedad digna de mejores causas.
El año y pocos días que tiene en el Ejecutivo hace visible el recuento desagradable de un funcionario capaz de perder la brújula en vez de conservarla para diseñar ese factor ausente en el gobierno de Dina Boluarte: la confianza.
Contreras – lo han reseñado diversos analistas y editoriales de medios de comunicación – ha desdibujado su aparente seriedad en un paulatino ensayo de evasiones argumentales y disparates.
Empezó negando la recesión, luego se hizo el incomprendido aludiendo al “pesimismo absurdo” de los empresarios en el supuesto auge económico del país, enfrentó malamente al Consejo Fiscal que, con justicia y precisión técnica, le reclamó el maquillaje de cifras para finalmente exhibir la semana anterior su falta de ecuanimidad enviando trascendidos de su renuncia a diversos contactos periodísticos y luego negando esa determinación nacida de una pataleta al enterarse que Boluarte busca su reemplazante pero no encuentra quién se allane a recibir semejante papa caliente.
El caso Contreras nos devuelve al viejo debate respecto a la dicotomía entre “ministros técnicos” y “ministros políticos” donde se adjudica a estos últimos una mejor articulación de los mensajes mientras que los primeros ignoran modos, tiempos, contextos y reflexiones previas a las ganas de abrir la boca a fin de anticipar los impactos de una declaración.
Cada vez más, en sentido contrario al arte de comunicar adecuadamente, la dirigencia política del Perú busca imponer su lenguaje y temperamento privilegiando animadversiones que a nadie importa y con notables insuficiencias. El clásico “acéptenme como soy o nada”. Aut Caesar aut nihil del viejo imperio romano.
Contreras ha cavado su tumba política y debe irse ipso facto en menos de siete días. Siquiera por dignidad si cree amenazado su sillón ministerial y olfateando que Boluarte y Otárola cocinan su salida.
En sus últimas declaraciones a la prensa el viernes 05, llegó a decir que lo de su renuncia era cosa del pasado y hasta pidió “voltear la página”.
No. Quien es una página volteada es el señor Contreras y no hay teflón que justifique su permanencia en el Gabinete.