Por: César Campos Rodríguez
Expreso, 28 de Mayo del 2023
Como todo incidente que afecta la vida cotidiana de cualquier persona, el hundimiento del terreno donde se ubica el centro poblado de Peralvillo, Huaral (a 80 km norte de Lima), el cual provocó daños de consideración a 18 viviendas, conmueve y genera pedidos de explicaciones.
En principio, la responsabilidad ha sido atribuida a la empresa de mayoritario capital chino Qosqo Chipping Port, quien tiene a su cargo la construcción del megapuerto de Chancay y desarrolla trabajos de excavación en la zona. De inmediato, esa compañía tomó a su cargo la atención de las familias afectadas y las reubicó en edificios aledaños con una infraestructura ciertamente superior a la de las casas que habitaban, dotándolas también de los recursos necesarios para su subsistencia.
Sin embargo, valga decir que el origen de lo ocurrido no tiene aún confirmación. Voceros de QChP señalan que han solicitado un informe a peritos del Consejo Departamental de Lima del Colegio de Ingenieros. Buscan determinar con certeza si la ejecución de obras eludió cumplir los protocolos previstos o si la peculiar geología del área acarreó tan funesta consecuencia. Una solicitud válida en un país donde la gran mayoría de centros poblados y asentamientos humanos nacen de espaldas al más elemental de los estudios de suelo y bajo el amparo de nuestra arraigada informalidad.
El punto resulta esencial porque -era de esperarse- voces contrarias a la construcción del megapuerto se alzan estentóreas pretendiendo el eco suficiente para detenerla. Muy difícil lograrlo cuando el avance ya tiene indicadores significativos y su inauguración está prevista para el segundo semestre del próximo año.
Dichas voces tienen signos de interés de diversa índole. El que más resalta sin duda alguna se gesta en Chile, país cuya clase política y empresarial mira con preocupación nuestro lento, desordenado pero efectivo desarrollo en rubros donde solía ganarnos por varios cuerpos. La minería y en particular la producción cuprífera, es un ejemplo. El otro son precisamente los puertos.
Personalidades relevantes de nuestro vecino sureño hace tiempo vienen anticipando cómo afectará Chancay el flujo comercial de su nación y en especial los costos del transporte marítimo. El senador de Antofagasta Sebastián Velásquez, el presidente de la Liga Marítima de Chile Miguel Ángel Vergara, el gerente general del puerto Mapocho de San Antonio y otros, se han pronunciado con legítima angustia sobre el impacto que recae nuestra unidad portuaria en su esquema de desarrollo.
Mucho ojo peruano a ello. Chancay vuela y foráneos quieren cortarle las alas.