Por: ComexPerú
Septiembre 28, 2018
Semanario 955
En el marco de las recientes facultades legislativas otorgadas por el Congreso de la República al Ejecutivo, este último emitió el Decreto Legislativo 1431, que dispone extender a las actividades acuícolas lo previsto en el artículo 4 de la Ley 27360, Ley de Promoción del Sector Agrario. En tal sentido, a partir del 1 de enero de 2019, las personas naturales o jurídicas que se desempeñen en el sector acuícola pagarán una tasa de impuesto a la renta del 15% (frente al 30% que pagan actualmente) y podrán depreciar, a razón de un 20% anual, el monto de las inversiones en obras de infraestructura hidráulica y obras de riego que realicen en el desarrollo de sus negocios.
Al respecto, si bien este tratamiento tributario favorable representa un impulso para el sector acuícola en materia de capital para el negocio o sus inversiones, se dejó de lado el régimen laboral, que le ha servido al sector agrícola para generar beneficios en todos los actores de la cadena y su consecuente impacto en el crecimiento y la reducción de la pobreza. En ese sentido, nuestros hacedores de política deberían tener presente que el éxito del sector agrícola se debe, en buena parte, a la posibilidad de contratar temporalmente y al pago de una remuneración diaria que incluye todos los beneficios de ley, lo que, atendiendo a la naturaleza propia del negocio acuícola, también de temporadas, hubiera sido de mucha ayuda.
SECTOR ACUÍCOLA EN EL MUNDO Y EL PERÚ
De acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), la producción mundial del sector acuícola (actividad que se enfoca en la reproducción de especies hidrobiológicas como trucha, langostino, concha de abanico, entre otras) registró un crecimiento exponencial en los últimos diecisiete años. En 2000, la producción global fue de 41,724 miles de toneladas métricas (TM), mientras que en 2016 alcanzó los 110,208 miles de TM, lo que reflejó una tasa de crecimiento promedio anual del 6.3% entre esos años.
Según el informe El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2016, elaborado por la FAO, los tres principales productores acuícolas en el mundo, en 2014, fueron China (58,795 miles de TM), Indonesia (14,330 miles de TM) y la India (4,884 miles de TM). Asimismo, como se observa en el siguiente cuadro, la producción acuícola de China en 2016 fue de 63,722 miles de TM y representó el 58% de la producción mundial.
En lo que respecta a la producción en América Latina (AL), esta no ha conseguido mayor representatividad a nivel global, puesto que, en 2016, registró una producción de 2,321 miles de TM, apenas un 2.1% de la producción mundial. Asimismo, en esta región, la producción está liderada por Chile, Brasil y Ecuador, que concentran el 90% del total. Cabe mencionar que la acuicultura en Chile se caracteriza por la industria salmonera, mientras que en Ecuador y Brasil, por la industria de camarones, según el informe Potencial acuícola en el Perú, elaborado por el Banco Central de Reserva del Perú.
Según cifras de la FAO, en 2016, la acuicultura en el territorio peruano produjo 100,000 TM, lo que representó un 4% de la producción de AL y un 10% de la producción de Chile. En nuestro país, la producción acuícola se concentra en langostinos, conchas de abanico y trucha, que representan el 95% de la producción nacional del sector. Las dos primeras son extraídas en agua salada (acuicultura marina), desarrolladas principalmente en Piura y Tumbes, y su destino es principalmente el exterior, mientras que la producción de trucha es de origen andino y su consumo es interno, según el Ministerio de la Producción.
En lo que respecta a nuestros envíos de productos acuícolas al exterior (considerando langostinos, conchas de abanico y truchas), según cifras de la Sunat, en el periodo enero-agosto de 2018, estos alcanzaron un valor de US$ 203 millones, lo que refleja un incremento del 3% con respecto al mismo periodo de 2017. Dicho dinamismo se explicó por el aumento de las exportaciones de langostinos, que pasaron de US$ 143.8 millones, en el periodo enero-agosto de 2017, a US$ 152.5 millones, en el mismo periodo de 2018 (+6%), y de nuestros envíos de truchas, que pasaron de US$ 16.7 millones a US$ 24.7 millones (+48%) en el periodo analizado. Esto contrarrestó la caída de nuestras exportaciones de conchas de abanico, que se redujeron un 29.4%.
El Gobierno, Ejecutivo y Legislativo, debe entender que la actividad acuícola se asemeja mucho más a la actividad agrícola no tradicional, debido a las inversiones que se realizan para llevar a cabo el negocio, cuyos productos son enviados mayormente al exterior. Es por ello que, si realmente queremos darle un impulso notable a la acuicultura en nuestro país, o a otros sectores, como el forestal, se debe contar con las facilidades que otorga un régimen laboral que facilita la contratación laboral y la ejecución de inversiones. En más de una ocasión lo hemos dicho, el régimen laboral agrario debería ser la base sobre la cual se desempeñen todos y cada uno de los sectores de nuestra economía. Los resultados del sector nos avalan.