Por: Charo Camprubi
Para Lampadia
Andalucía, tradicional feudo del socialismo español (PSOE) acaba de dar un giro copernicano en las elecciones del 2 de diciembre al Parlamento andaluz. Por un lado, el PSOE obtiene los peores resultados de las casi cuatro décadas que está en el poder en Andalucía, al obtener tan solo 33 escaños, 14 menos que en los anteriores comicios que ya fueron considerados malos. Por otro lado, entra con una fuerza inusitada el partido ultraderechista VOX que obtiene, ni más ni menos, que 12 escaños y consigue tener en sus manos la llave de la gobernabilidad. Todo un seísmo en una región que, con sus 8 millones de habitantes, es la más poblada de España.
El PSOE sigue siendo el primer partido pero eso no es un consuelo si no consigue gobernar, como probablemente será el caso, ya que una hipotética alianza con el partido de izquierda Adelante Andalucía (versión andaluza de PODEMOS), que consiguió 17 escaños, no le daría la cifra mágica de 55 escaños, imprescindibles para tener mayoría absoluta. En cambio, la unión de las tres derechas sumaría la mayoría necesaria para gobernar. Andalucía cambiaría de manos si llegan a un acuerdo.
De los tres partidos de la derecha, el que ocupa el primer lugar después del PSOE es el Partido Popular (PP) con 26 escaños, también a la baja ya que pierde 7 escaños, pero salva la cara ya que su gran rival, Ciudadanos (CS), no consigue el tan anhelado “sorpasso”, es decir, pasar por delante del PP, aunque tiene unos magníficos resultados ya que gana 12 escaños y consigue 21 diputados. La disputa entre la derecha tradicional (PP) y la nueva derecha (CS) no se ha saldado todavía con la derrota de la primera, pero ya no es algo inverosímil. Podría suceder en el futuro.
Y el terremoto lo encarna VOX, el partido que representa un resurgir del franquismo y ataca a sus rivales de la derecha llamando al Partido Popular “derechita cobarde” y a Ciudadanos “la veleta naranja”. El fenómeno de la ultraderecha es bien conocido en Europa donde estos partidos están en auge. VOX retoma los elementos clásicos de su discurso. Como todos ellos es xenófobo y rechaza de manera contundente la llegada de inmigrantes a España diciendo: “defenderemos las paredes y las vallas”. También lanza un claro desafío a Europa cuando se define como “euro exigentes” frente a los “euro papanatas”. Pero a su discurso añade temas que son puramente españoles. Por ejemplo, propone un regreso al centralismo franquista suprimiendo las Comunidades Autónomas, eje del ordenamiento territorial y constitucional actual. Y, por si fuera poco, considera que se debería ilegalizar a los partidos independentistas. Habla incluso de “reconquistar España”.
El electorado tuvo tres ofertas de derechas. Los que no querían votar por el Partido Popular por los escándalos de corrupción, tenían la alternativa de Ciudadanos, y los que querían volver al franquismo se fueron con VOX. Y VOX obtuvo votos no solo de la derecha sino también de la izquierda.
¿Estos resultados se podrían extrapolar a las próximas elecciones generales? No completamente por una razón: en las elecciones a los Parlamentos Autonómicos suele haber un gran índice de abstención (en el caso de estas elecciones andaluzas fue de un 42%) mientras que en las generales la participación suele ser muy alta, rondando el 80%. Además, los líderes a nivel nacional del Partido Popular y de Ciudadanos, Casado y Rivera respectivamente, se involucraron de hoz y de coz en la campaña andaluza mientras que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, dejó que hiciera campaña electoral Susana Díaz, presidenta andaluza, y su antigua rival dentro del partido socialista. A Susana no le salieron bien las cosas, pero Susana no es Sánchez.
Sin embargo, la lectura general de las elecciones andaluzas es clara: la izquierda está a la baja y la derecha está en alza. El socialismo español ha bajado en dos de sus principales bastiones: Cataluña y Andalucía, y eso puede pasar factura a nivel nacional. La dificultad de gobernar con los independentistas catalanes (ERC y PDECAT) y su intolerancia cuando se les niega lo que piden, muestra a muchos españoles que la política de diálogo de Sánchez no da de sí todo lo que se podía esperar. Además, como siempre, cuando los nacionalismos periféricos (catalanes y vacos) pasan al ataque, hay un resurgir del nacionalismo español. En todo caso, después de este batacazo, Sánchez no contempla un adelanto electoral.
Eso sí, las tres derechas están condenadas a convivir si quieren gobernar. Y es ahí donde se plantean los problemas. El primero es que tanto el Partido Popular como Ciudadanos quieren la Presidencia de la Junta de Andalucía. El segundo es que tendrían que pasar por el aro de incorporar a la extrema derecha y ese juego es arriesgado. Países como Francia y Alemania han considerado que gobernar con la extrema derecha es una línea roja que no se puede traspasar. Pero en el Partido Popular han coexistido desde sus inicios tres corrientes: la del centro-derecha, la de la derecha y la de la extrema derecha (el líder de VOX formó parte del Partido Popular). Y, con tal de gobernar, no parece importarles contaminarse. Lampadia