Charo Camprubí
Desde España
Para Lampadia
Por fin ha llegado el momento de gloria para Vox. Hasta la fecha lo que hacía Vox era apoyar desde el exterior a los gobiernos del Partido Popular y Ciudadanos. Ahora, con Ciudadanos reducido a su mínima expresión, el presidente del Partido Popular de Castilla y León, Mañueco, se ha girado hacia Vox para gobernar conjuntamente la Comunidad Autónoma más extensa de España que reagrupa a nueve provincias, una de ellas la emblemática Salamanca.
Vox ha entrado en el gobierno de Castilla y León pisando fuerte ya que obtiene de un tacazo la Presidencia del Parlamento regional, la vicepresidencia del gobierno y tres consejerías. El peor escenario para España ya es una realidad. No es de extrañar que hayan sonado todas las alarmas tanto dentro como fuera de España.
La noticia llegó precisamente cuando el Partido Popular Europeo (PPE) estaba reunido en Versalles y cayó como un jarro de agua fría. Su presidente, Donald Task, dijo que el acuerdo era: “una capitulación” y “una pésima noticia para la democracia española y para el propio PP”. Task es favorable a aislar a los ultraderechistas como lo hacen Francia y Alemania. Dio la casualidad que Pablo Casado (todavía presidente del PP) estaba presente en Versalles y aseguró que él no quería llegar a acuerdos de gobierno con la extrema derecha. Obviamente, fracasó.
“Estamos ante un momento crítico para la democracia española” alertó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Afirmó que el PP va a “pagar caro” su acuerdo con Vox porque muchos ciudadanos no van a entender que “abra la puerta por primera vez en la historia democrática de nuestro país a un Gobierno de la ultraderecha”.
El presidente de Castilla y León, Mañueco, intentó que Vox lo apoyara desde el exterior sin entrar en el gobierno, pero esta vez, Vox se negó. Aspiraba a gobernar y, o le daban lo que pedía o se tendría que convocar nuevas elecciones. Y Sánchez dejó bien claro que solo apoyaría la reelección Mañueco (con la abstención del PSOE) si el PP se separaba de Vox en todos los lugares donde cooperan actualmente. Es decir, volvió a insistir en la necesidad de ponerle un cordón sanitario a Vox, de aislarlo por completo como lo hacen algunos países europeos del entorno español con sus respetivos partidos de la ultraderecha.
¿Será lo de Castilla y León un hecho aislado o se repetirá en otras regiones? Definir de una vez por todas si el PP va a aislar a Vox o no es el quid del asunto. Mientras Casado buscaba parecerse a Vox, Nuñez Feijóo siempre se ha situado en el ala centrista del PP y ha querido mantenerse lo más alejado posible de Vox. En abril será elegido presidente del PP y tiene la intención de diferenciarse de Vox. Quiere mostrar que el PP y Vox son dos partidos con dos proyectos distintos y que el centro derecha lo encarna solo el Partido Popular.
También veremos lo que pasa a fin de año en las elecciones a la Junta de Andalucía, actualmente presidida por Moreno Bonilla del Partido Popular. A Moreno se le daba por ganador, pero el pacto de gobierno entre el PP y Vox en Castilla y León le es peligroso. Andalucía fue gobernada durante cuatro décadas por los socialistas y si se atisba el riesgo de que pueda suceder en Andalucía lo mismo que en Castilla y León, la izquierda podría movilizarse, en cuyo caso la reelección de Moreno no estaría asegurada.
Pero, más allá de lo que pueda pasar o no pasar en las Comunidades Autónomas, el problema de fondo es que mientras que Vox da signos de vitalidad el PP los da de debilidad. La pregunta del millón es si llegará a convertirse en el primer partido de la derecha española. Esta hipótesis equivaldría a un regreso del neo-franquismo (siempre presente en la sociedad española de manera solapada) esta vez a cara descubierta y con mucho empuje.