Charo Camprubí
Para Lampadia
Ayer las urnas arrojaron una espectacular victoria del PSOE que con 123 diputados vuelve a ser el primer partido de España después de haber pasado once años en la oposición. La altísima participación que llegó al 75% y un millón de nuevos votantes muy movilizados le dieron al PSOE un triunfo contundente que le permitirá gobernar España. El cuerpo electoral se ha movido hacia la izquierda mientras que el bloque de las tres derechas (Partido Popular, Ciudadanos y Vox) queda derrotado porque no suma escaños suficientes para poder gobernar. En cuanto al Partido Popular (PP), que ha sido hasta ahora el partido hegemónico de la derecha española, no solo pierde las elecciones sino que, literalmente, colapsa, al perder casi la mitad de sus diputados.
La victoria socialista no se ha limitado al Congreso de los Diputados sino que ha irradiado al Senado, cámara territorial, que ha pasado de estar en manos del Partido Popular (PP) a estar en manos del PSOE. La importancia de esta victoria es grande porque es en el Senado que se aprueba la puesta en marcha del artículo 155 de la Constitución cuyo efecto es el de suspender las competencias de la autonomía díscola. Ahora, el PP no podría poner en marcha el 155 como había prometido hacer, si ganaba las elecciones, de manera inmediata y por tiempo indefinido. La bofetada que ha recibido al respecto es de órdago.
La campaña electoral fue la de las tres derechas contra Sánchez. Se volcaron, con una violencia verbal inusitada, a intentar desprestigiarlo presentándolo como un traidor, un vende patrias, un okupa porque había llegado al poder gracias a una moción de censura. Pero este mensaje tremendista no cuajó. Por eso la primera lectura que se puede sacar de estas elecciones, que los españoles han vivido como trascendentales, es que han elegido la vía de la convivencia y el diálogo en Cataluña propuesta por Pedro Sánchez, en vez de la del enfrentamiento propuesto por las tres derechas.
Victoria de la convivencia también en la propia Cataluña que le da el triunfo, con 15 diputados, a Esquerra Republicana (ERC), el partido nacionalista de izquierda que le tiende un puente al PSOE y que se presenta como una fuerza independentista moderada. El segundo lugar lo obtiene el Partido Socialista Catalán con 12 diputados, y el varapalo lo recibe JxC, el partido de Puigdemont, que representa el nacionalismo de derechas radical que buscaba mantener a toda costa el enfrentamiento con el Estado español. Ha ganado el preso (Oriol Junqueras) frente al fugado (Puigdemont). Desde la cárcel, Junqueras debe de haber saboreado anoche su victoria.
La segunda lectura es que el Partido Popular ha sufrido una hecatombe y podría estar en descomposición. Pasa de 130 a 66 diputados y paga caro los escándalos de corrupción, la mala gestión del problema catalán, y la estrategia seguida por su líder, Pablo Casado, de escorarse a la derecha y abandonar el centro político. La amplitud de la derrota es tal que ya se habla de refundación del partido. Anoche en la calle Génova, sede del PP, no había ni un alma. En Cataluña, el PP desaparece ya que solo se queda con un diputado y en el País Vasco no obtiene ninguno. Con estos resultados, el PP no puede pretender vertebrar la unidad de España. Por el contrario, la unidad de España pasa por el PSOE, que es el partido con el que sí pueden convivir los nacionalismos. Como dice Pablo Iglesias, líder de Podemos: “Quien no entienda que España es plurinacional no entiende España”.
La tercera lectura es que la fragmentación de la derecha ha ayudado al triunfo de la izquierda ya que a pesar de que la derecha obtiene unos 400,000 votos más que la izquierda, esta superioridad no se traduce en escaños pues los tres juntos no suman los 176 escaños que necesitan para gobernar. No hay mayoría alternativa a un gobierno de Pedro Sánchez.
La cuarta lectura está relacionada con los tres partidos emergentes: Unidas Podemos, Ciudadanos y Vox. Unidas Podemos baja considerablemente debido a problemas internos y a que el PSOE impulsó una serie de medidas sociales que lo reconciliaron con su ala izquierda que se había ido a Podemos. Pero Iglesias se consuela ofreciéndose a entrar en el gobierno y garantizar la estabilidad de la legislatura. Es un Iglesias moderado, defensor de la Constitución, brillante orador, y que poco tiene que ver con el Iglesias antisistema de hace 5 años. Ciudadanos no consigue ser el primer partido de la derecha española pero se puede dar por satisfecho porque le pisa los talones al PP, siendo la diferencia entre ambos de tan solo 7 escaños. En cuanto a Vox, entra en el Congreso al obtener 24 diputados pero se queda lejos de los 60 a los que aspiraba.
Ahora entramos en la fase de los pactos post-electorales. En la calle Ferraz, sede del PSOE, la militancia le gritaba anoche a Sánchez: “Con RIVERA no”. Por el contrario, los poderes económicos quieren que pacte con Rivera. Si Sánchez escucha a la militancia, iría hacia un pacto con Podemos (apoyándose también en el Partido Nacionalista Vasco y otros pequeños partidos). Pero todos juntos sumarían 175 diputados y se quedaría a un escaño de la mayoría absoluta. Necesitaría de la abstención de Esquerra Republicana o de otro grupo. Pronto tendremos la respuesta.