Charo Camprubí
Desde España
Para Lampadia
Las elecciones más importantes desde hace muchísimos años para la democracia española no han dado como resultado un jaque mate a favor de la derecha sino un bloqueo técnico en el que ninguno de los dos partidos, ni el PP ni el PSOE, tiene en este momento los 176 diputados que se necesitan para gobernar.
El partido Popular (PP) ha ganado las elecciones pero ha sido una victoria amarga ya que con tan sólo 136 diputados ha quedado muy por debajo de sus expectativas y su bloque (PP y Vox) se queda en 168 escaños, pudiendo llegar con el apoyo de Coalición Canaria y de Unión del Pueblo Navarro a 170. Gana las elecciones pero pierde el poder. Las razones que explican este fiasco son las siguientes:
Para comenzar, el PP hizo un llamamiento al voto útil que no le funcionó sino a medias. Consiguió que los antiguos votantes de Ciudadanos y que parte del electorado de Vox (que perdió 19 diputados) votaran por el PP, pero no logró lo fundamental: que parte del electorado del PSOE se pasará al PP. Por lo tanto, las transferencias de voto se hicieron mayoritariamente dentro del mismo bloque.
A pesar de que el PP describió un panorama desalentador de la gestión del PSOE, no consiguió que se desplomara. Por el contrario, el PSOE mejoró sus resultados en relación con el 2019 pasando de 120 a 122 escaños por lo que sólo lo separa del PP algo más de un punto y unos 300,000 votos. Los buenos resultados del PSOE se deben a que consiguió ser el primer partido en Cataluña, en el País Vasco y en Navarra, y obtuvo buenos resultados en Andalucía.
La participación fue muy alta (más del 70 %) ya que esta vez el electorado de izquierda, cuando le vio las orejas al lobo, salió a votar. Lo que estaba en juego era muy importante; se trataba ni más ni menos que de pararle los pies a Vox.
Después de su éxito en las lecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo el bloque de la derecha empezó a gobernar en Ayuntamientos y municipios. Vox tuvo la oportunidad de mostrarle a los españoles que imponía su agenda al PP y que la llevaba a cabo. Empezó por hacer desaparecer los ministerios de Igualdad e introdujo de nuevo la censura como en la época franquista. Esto y muchas otras cosas, como su negación de la violencia machista, del cambio climático, o el ataque al colectivo LGTB, metieron miedo a muchos españoles acostumbrados a que se respeten sus libertades y sus derechos.
Sumar no consiguió ser el tercer partido sino el cuarto pero estuvo pisándole los talones a Vox ya que, a pesar de que se presentaba a las elecciones por primera vez, logró 31 escaños y 3 millones de votos. Vox sacó 33 escaños y también 3 millones de votos.
La campaña electoral de la derecha fue una reedición de la campaña del 28 mayo que estuvo centrada en la ideología y en la descalificación de Sánchez. Creyeron que como les había funcionado una vez les funcionaria una segunda, pero esta vez los españoles esperaban que Feijoo presentara su programa electoral y no lo hizo. Feijoo presentó un programa en negativo en el que enumeraba todas las leyes del gobierno de Sánchez que iba a derogar, pero no hizo propuestas en positivo de lo que ellos harían al llegar al poder, salvo el de la tradicional bajada de impuestos.
Feijoo dio la sensación de no querer exponer su programa ni de querer hablar en público. Sólo aceptó un cara a cara con Sánchez. Ni siquiera se dignó aparecer en el debate que se llevó a cabo unos días antes de las elecciones y que debió de ser a cuatro (PSOE, PP, Vox y Sumar). Su ausencia fue muy criticada.
En ese debate, Yolanda Díaz brilló por la pasión y la elocuencia con la que defendió los derechos de las mujeres que puso en el epicentro de la campaña y se enfrentó con firmeza a Vox. También presentó su programa de gobierno con claridad. Sánchez adoptó un tono institucional, recordó todo lo que había hecho en sus cuatro años de gobierno y pidió el voto para seguir por la misma senda. Ambos mostraron una gran sintonía, lo que debió de gustar al electorado centrista cansado de la tensión que generaba Posemos.
Durante ese debate surgió un tema muy controvertido para Feijoo, el de sus relaciones con un conocido narcotraficante gallego con el que fue fotografiado en un velero en los años noventa. Sus ulteriores explicaciones resultaron poco convincentes. También le vino mal el que afirmase en una entrevista que el PP siempre había votado por adecuar las pensiones al aumento del IRPF cuando quedó en evidencia que no era cierto.
El resultado se pudo ver en la noche electoral. El telespectador vio con incredulidad como el PSOE fue capaz de mantenerse como el primer partido en escaños hasta el 53% del voto escrutado y como el partido más votado hasta el 87 %. ¡Toda una hazaña!
El PP daba por descontado que con Vox obtendría la mayoría absoluta. Incluso pensaba que podría conseguir una mayoría suficiente, de unos 160 escaños, lo que le permitiría gobernar en solitario negociando el apoyo parlamentario de Vox pero manteniéndolo fuera del gobierno. Pero, al ver que ganaba las elecciones pero perdía el poder porque su bloque no sumaba para gobernar, Feijoo hizo un llamamiento a Sánchez para que le permitiera ser investido presidente del gobierno con la abstención del PSOE.
Recordó que en España siempre ha gobernado el partido más votado. Sin embargo, España tiene un régimen parlamentario, no presidencial, por lo que gobierna el que tiene la mayoría en el Congreso de los Diputados y por el momento esa mayoría no la tiene nadie, ni el PP ni PSOE, aunque el PSOE tiene muchas más posibilidades de conseguirla porque tiene mejores relaciones con los partidos vascos y catalanes que siempre han servido de bisagra. Y si se reeditaran los apoyos parlamentarios con los que ha gobernado hasta ahora, tendría 172 diputados, dos más que el bloque de la derecha.
Además, el Partido Nacionalista Vasco ya ha dicho que no apoyará al PP. No lo puede hacer porque para ellos la presencia de Vox en el gobierno es una línea roja. Vox quiere volver al centralismo franquista y es claramente hostil con vascos y catalanes.
El partido que puede decantar estas elecciones es Junts, ¡el partido catalán de Puigdemont! Parece inverosímil pero es cierto. Piden a cambio la amnistía y un referéndum de autodeterminación. El referéndum de autodeterminación no se lo dará nadie porque es inconstitucional pero habrá que ver lo de la amnistía. Negociar con Junts es muy difícil pero hay un elemento nuevo que puede hacer que sean menos inflexibles y es que a Puigdemont le han retirado hace poco la inmunidad que tenía como parlamentario europeo por lo que podría ser extraditado a España.
Dadas las circunstancias, a Junts no le conviene abocar a España a una repetición electoral ya que si el bloque PP/Vox consiguiera la mayoría absoluta, su destino estaría entre sus manos y eso para Puigdemont sería el peor escenario posible. De los 7 diputados de Junts depende resolver este bloqueo. Sánchez ya ha declarado «Esta democracia encontrará la fórmula de la gobernabilidad» descartando una repetición electoral.