Charo Camprubí
Para Lampadia
22 de diciembre de 2017
Para Mariano Rajoy, el resultado electoral que han arrojado las urnas catalanas el 21 de diciembre no ha podido ser peor. No solo el bloque independentista ha vuelto a conseguir la mayoría absoluta, aunque a la baja, sino que el Partido Popular ha pasado de 11 a 3 diputados. Si bien nunca tuvo gran presencia en Cataluña ahora es prácticamente inexistente. La primera fuerza política en España es la última en Cataluña, por detrás incluso de la CUP, el partido antisistema que sacó 4 escaños. Es un fracaso colosal que tendrá, sin duda, consecuencias políticas en todo el país.
Para mayor INRI, el ganador dentro del bloque independentista es ni más ni menos que Carles Puigdemont, quien contra todo pronóstico logró obtener 34 escaños y pasar por encima de su gran rival, Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana que consiguió 32. Pudo más el independentismo reciente de Puigdemont que el independentismo genuino de Junqueras; pudieron más las video conferencias, los Twitters y la reciente manifestación en Bruselas del expresidente huido, que la soledad silenciosa de la cárcel donde sigue Junqueras que no pudo salir para hacer campaña.
Con un mensaje simple, centrado en su persona, Puigdemont ha ganado esta elección diciendo que para derrotar al 155, es decir, la intervención del Estado en Cataluña, solo cabía restituirlo en el cargo. Su campaña estuvo planteada prácticamente como un plebiscito entre él y Rajoy y la cerró bajo el lema: “O Puigdemont o Puigdemont”. Su táctica caudillista le ha funcionado y la plataforma “Junts per Cataluña”, en la que diluyó como un azucarillo a su propio partido, el PDECAT, ha salido victoriosa. Ahora puede reivindicar su sueño: ser el próximo Presidente de la Generalitat. Lo que parecía inverosímil se ha producido y anoche él lo expresaba diciendo: “La República ha derrotado a la monarquía del 155”.
Lo que no consiguió fue ser le partido más votado en Cataluña, honor que recayó en Inés Arrimadas de Ciudadanos. Su partido ha conseguido pasar en 10 años de 3 escaños a 37. Con más de un millón de votos, Arrimadas arrasó. Su abrumador resultado se debe en gran parte al hundimiento del Partido Popular a quien le sustrajo gran parte de su electorado. El votante constitucionalista prefirió votar al partido que aparecía como el principal antagonista de los independentistas, el de la línea más dura, y el que nunca había pactado con ellos, cosa que si había hecho el partido Socialista Catalán que gobernó en un par de ocasiones con Esquerra Republicana, aunque eran otros tiempos.
La altísima participación, de 81%, no consiguió jugar en contra del bloque independentista, como se esperaba, solo lo frenó. En favor de la independencia votaron un 47,52% que representan 2.060.743 votos y 70 escaños (dos menos que en la anterior legislatura) y en contra 52,48% que representan a 2.256,949 votos y 65 escaños. Una vez más, el bloque independentista (JxCAT, ERC y CUP) ganaron en escaños pero no en voto popular lo que se explica porque la ley electoral favorece a las zonas rurales sobre las urbanas.
Desde que Artur Mas arrastró a la burguesía catalana hacia el independentismo, entre otras cosas para sortear los escándalos de corrupción que afectaban a su partido, no hay como vencerlos. La prueba es que los independentistas han bajado poco si se tiene en cuenta el estropicio que han hecho. Han dejado detrás a una sociedad partida en dos y una economía tambaleante por la marcha de 3,000 empresas y la disminución en un 75% de las inversiones extranjeras. Pero está más claro que el agua que los catalanes han ido a votar con las emociones y no con el bolsillo y que tener a sus dirigentes políticos en la cárcel o en exilio voluntario ha contribuido a que cierren filas en torno a ellos. Además, difícilmente se consigue un vuelco electoral en un mes y medio.
La polarización extrema de esta elección ha dejado en la cuneta a los partidos que se situaban en el centro del espectro político y que querían ser claves para romper los dos bloques. Pero el horno no está para los tonos grises de las terceras vías. El que pensaba que tendría la llave de la gobernabilidad, Comú-Podem, ha pasado de 11 a 8 escaños y no tendrá la llave de nada. Y el Partido Socialista Catalán, ha aumentado un escaño al pasar de 16 a 17, pero este resultado dista mucho de parecerle satisfactorio ya que esperaba subir más y que su líder, Miquel Iceta, pudiera ser el presidente de un gobierno constitucionalista, aunque la ganadora fuese Arrimadas. Ahora todas esas veleidades se han esfumado. En cuanto a Arrimadas, que soñaba con la presidencia del gobierno, se deberá contentar con ser la líder de la oposición. En ese sentido su victoria ha sido amarga.
A partir de ahora se abren muchas interrogantes. La primera concierne la persona de Puigdemont: ¿volverá a España para ser investido presidente? Su respuesta es “volveré si se dan las garantías” es decir, si no lo arrestan al pisar España. Pide una reunión con Rajoy fuera de España y la apertura de un diálogo político. ¿Lo aceptará Rajoy? Lo que está claro es que si en dos meses no se ha conseguido investir a un Presidente del Gobierno en Cataluña, habrá nuevas elecciones en junio y que, sea quien sea el próximo presidente, deberá de actuar dentro del marco de la legalidad vigente o se volverá al 155 de la Constitución española.