Iglesias se aleja de la política
Charo Camprubí
Desde España
Para Lampadia
El partido Popular (PP) ha obtenido una arrolladora victoria en las elecciones a la Comunidad Autónoma de Madrid gracias al empuje de su candidata, Isabel Díaz Ayuso, que supo conectar con los madrileños. Consiguió 65 escaños, cerca de la mayoría absoluta. Ella sola ha conquistado más escaños que toda la izquierda junta y, gracias a esta contundente victoria, no tendrá necesidad de incorporar a Vox en su Ejecutivo si no lo desea. Le bastará con recibir su apoyo desde la Cámara.
Madrid, la joya de la corona, ha sido el feudo incontestable del Partido Popular desde hace 26 años y lo seguirá siendo. Pablo Casado, líder del PP, necesitaba de una gran victoria para levantar cabeza después de que las elecciones catalanas, donde solo consiguió tres diputados, lo dejaran noqueado. Con este éxito, que considera “un punto de inflexión”, pretende llegar a la Moncloa en las próximas elecciones generales, aunque es bien sabido que Madrid no es España ni mucho menos.
Ayuso logró este brillante éxito enarbolando el eslogan de la “Libertad”. Durante la pandemia el gobierno central tuvo que tomar medidas muy duras para frenar la pandemia y, por lo visto, nadie lo agradece. Tanto en España como en otras capitales europeas hubo protestas de toda índole. Cuando el poder de decidir sobre cómo lidiar con la pandemia quedó en manos de las Comunidades Autónomas, Ayuso se comportó con la mayor laxitud posible, al punto que llegaron turistas franceses para pasarlo bien en Madrid. La “Libertad” era la de poner el toque de queda a las once de la noche y permitir la apertura de bares, terrazas, restaurantes, misas y toros, preservando así el estilo de vida madrileño. El que Madrid ostentara casi siempre el mayor índice de contagio por coronavirus le traía sin cuidado. Para ella lo más importante era que se mantuviera la actividad económica.
También ha ganado estas elecciones con la promesa de mantener a raya los impuestos, que en Madrid son más bajos que en otras partes de España. Por último, la utilización de un lenguaje muy similar al de Vox para atacar a la izquierda, y a Sánchez en particular por sus medidas restrictivas, la ha hecho tan atractiva para el votante de Vox que Ayuso ha conseguido frenar el ascenso de la ultraderecha.
En cuanto a el PSOE, pasó de ser el partido más votado hace tan solo dos años a quedar empatado con Más Madrid (partido surgido de una escisión de Unidas Podemos que sedujo al electorado de izquierda con una oferta verde y feminista). Para el PSOE, que perdió 13 diputados, está caída es una lección de humildad. Su candidato, Gabilondo, un profesor sosegado y poco carismático, llevó a cabo una campaña errática y lo pagó muy caro.
Ciudadanos, el partido que pretendió convertirse en el primer partido de la derecha española, no consiguió entrar en el hemiciclo. Sus votantes se comportaron como el hijo pródigo que regresa al hogar, siendo el hogar el Partido Popular de donde salieron asustados por los escándalos de corrupción que lo sacudieron. Ahora han sido reducidos a la nada, primero por el PSOE que los liquidó en Cataluña y ahora por el PP que los ha liquidado en Madrid. ¡Y pensar que en el 2019 su líder Albert Rivera llegó a obtener 57 escaños en las elecciones generales y pudo haber formado un ejecutivo de gran coalición con el PSOE! De tocar poder, Ciudadanos ha pasado a estar en vías de desaparición.
Con sus 13 diputados Vox se mantuvo, pero quedó lejos de sus expectativas. Quería conseguir como mínimo 16 diputados. Para lograrlo, intentó conquistar el voto obrero y se fue a hacer campaña al cinturón rojo de Madrid, emulando a la extrema derecha francesa que ha conseguido que la clase obrera abandone al Partido comunista y se pase al Frente Nacional. Pero a Vox no le funcionó. Los obreros no lo votaron.
Podemos salvó la cara al subir tres diputados, sumando diez en total. Sin embargo, no fue suficiente para Pablo Iglesias que protagonizó el segundo bombazo de la noche al anunciar su retirada de la política. Consideró que no había logrado movilizar a la izquierda. Dijo que su figura era “un lastre” y que no quería ser un “tapón para una renovación de liderazgos”. También dijo ser un “chivo expiatorio”. Es cierto que Iglesias ha sufrido un tremendo acoso, incluido un sobre con amenazas de muerte y cuatro balas en su interior (que también recibieron otros personajes políticos).
Con la desaparición de Iglesias del primer plano de la política la derecha se va a quedar huérfana de enemigo. Tirar dardos contra Iglesias, personaje muy controvertido, era un placer y funcionaba de espantajo. Ahora, con Ciudadanos contra las cuerdas y Unidas Podemos sin Iglesias, el tablero político español vuelve a dar un giro copernicano. Cada elección es un electroshock. Lampadia