Charo Camprubí
Para Lampadia
A partir de ahora el juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, será conocido no solo por ser un excelente profesional sino también por ser un prestidigitador capaz de sacarse un as de la manga y dejar a todo el mundo con la boca abierta. En una maniobra sorprendente, retiró la orden europea de detención contra Puigdemont y los cuatro exconsejeros del Govern que huyeron con él, dando así carpetazo a la demanda de extradición que estaba en estudio en Bélgica. También retiró la orden internacional de detención. Desde el 5 de diciembre, Puigdemont ha dejado de ser un prófugo de la justicia para pasar a ser un simple turista en Bélgica. Eso sí, el juez mantiene la orden de detención española de tal manera que si pisa España, será arrestado.
Si el juez ha dado ese giro es porque quiere poder juzgar a Puigdemont por los mismos delitos por los que serán juzgados tanto los miembros de la Mesa del Parlamento como los exconsejeros del Govern, es decir, rebelión, sedición y malversación de caudales públicos. Esta posibilidad estaba en entredicho porque el código penal belga y el español no coinciden a la hora de tipificar los delitos de rebelión y sedición por lo que corrían rumores de que si Puigdemont y los exconsejeros eran extraditados, solo lo serían por los delitos de malversación y desobediencia, que son delitos menores, pero no por el de rebelión, el delito más importante y eje principal de toda la causa contra la cúpula independentista.
El magistrado no ha querido que una eventual decisión de la justicia belga condicionara la extradición de Puigdemont y los cuatro exconsejeros de tal manera que obligaran a la justicia española a juzgarlos solo por delitos menores. Ha preferido que no los extraditen a tener las manos atadas. El juez quiere tener un pleno dominio sobre el caso y que no se le escape el eslabón más importante: Puigdemont. Ahora, si vuelve a España, Puigdemot será encausado por los mismos delitos que los demás imputados.
Esto es algo que debe de haber desconcertado a Puigdemont porque no formaba parte de su estrategia de defensa. Acaba de declarar que si el magistrado ha retirado la euro orden es porque “al Estado le ha entrado el miedo de hacer el ridículo y de perder”. “Estamos ante una causa plítica”, concluyó.
El juez Llarena decidió unir los procesos de toda la cúpula independentista en una sola causa por considerar que había una conexión evidente en los hechos imputados a los unos y a los otros. Ahora él lleva la totalidad de los procesos, antes divididos entre el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional, por ser unos aforados y otros no. Desde entonces, ha dejado en libertad bajo fianza a todos los miembros de la Mesa del Parlamento y a seis de los exconsejeros de Govern, después de que todos ellos declararan que acataban el artículo 155 de la Constitución y que llevarían a cabo sus actividades políticas dentro del marco de la ley.
Pero el juez mantuvo en prisión preventiva a cuatro personas: Junqueras, líder de Esquerra Republicana (ERC); Forn, exconsejero del Interior de la Generalitat, y a los dos líderes de las asociaciones independentistas que tuvieron movilizada a la calle conocidos como los “Jordis”. Consideró que en estos detenidos había una mayor posibilidad de reiteración delictiva y de propiciar o liderar actos violentos.
El auto del juez, muy bien motivado, se apoya en un documento incautado durante un registro. Según “EnfoCats”, ellos participaron en un comité ejecutivo encargado de definir la estrategia del proceso independentista (Procés). Por eso, el juez considera que tuvieron un papel dirigente en dicho proceso y que su actuación estuvo “directamente vinculada con el ejercicio de la violencia”. Estuvieron implicados en la organización de desórdenes y el asedio, calificado de violento, de la Consejería de Economía del 20/21 de setiembre. Hay igualmente referencia a otros actos violentos ocurridos el 1 de octubre (día del referéndum ilegal) como cortes de carreteras, murallas humanas y pedradas contra coches de la guardia civil que Forn, responsable de las fuerzas del orden, tampoco paró.
La campaña para las elecciones catalanas del 21 de diciembre ya está en marcha sin la presencia de los dos líderes del independentismo, Puigdemont y Junqueras, lo que la convierte en una campaña atípica en la que el victimismo será explotado a tope. Desde las filas de ERC ya se dice que Junqueras está en la cárcel “porque saben que es el mejor candidato”.
Junqueras, al que las encuestas ponen en primer lugar como el líder más valorado, seguirá esta campaña desde la cárcel, leyendo, como ha dicho, la Constitución. ¡Es una lástima que esperara a estar en la cárcel para leerla! Puigdemont seguirá en Bruselas, a todas luces, mientras la orden de detención en España siga en vigor. Hará campaña con la ayuda de las nuevas tecnologías. Y España llevará el tema de la euro orden para debatirla en Bruselas, dado que no parece estar satisfecha por la manera en que ha sido aplicada en Bélgica. Todo esto ocurre cuando, según los datos de la última encuesta del CIS, el bloque independentista perdería la mayoría absoluta. Pero la campaña no hace sino empezar.