Escándalo de corrupción en política española
Charo Camprubí
Para Lampadia
El balón de oxígeno que recibió Mariano Rajoy el 23 de mayo cuando consiguió la aprobación de los presupuestos generales del 2018, lo que le hubiera permitido gobernar dos años más, duró tan solo unas horas. El 24 de mayo se hizo pública la demoledora sentencia del caso Gürtel, la mayor red de corrupción de España en la que está implicado el Partido Popular, y el 25 de mayo el PSOE registró en el Congreso de los Diputados una moción de censura dirigida a “exigir la responsabilidad política” del gobierno de Rajoy” y a “garantizar la gobernabilidad” del país.
El cabecilla de la red Gürtel, Francisco Correa, condenado a 51 años de cárcel, tenía vínculos directos con Aznar, y Luis Bárcenas (condenado a 31 años de cárcel), era ni más ni menos que el tesorero del Partido Popular. De los 37 acusados, 29 han sido condenados a altísimas penas de cárcel. Y este caso es tan solo la punta del iceberg ya que hay otros casos, también gravísimos, en espera de sentencia. Además, unos días antes había sido detenido el ex-ministro de Aznar y todopoderoso presidente de la Generalitat Valenciana, Eduardo Zaplana, cuando empezaba a repatriar una fortuna acumulada en paraísos fiscales del orden de 10 millones de euros obtenida mediante el cobro de sobornos.
Los tipos delictivos del caso Gürtel abarcan un amplio espectro: prevaricación, cohecho, blanqueo de capitales, malversación de fondos, tráfico de influencias, asociación ilícita, fraude a la administración pública, falsedad en documento mercantil, apropiación indebida y otros. Inútil es decir que la credibilidad y la autoridad moral de Rajoy y de su partido están ahora por los suelos.
La sentencia considera probado que entre 1999 y el 2005 se tejió “un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional”, ya que los delitos de la red Gürtel fueron cometidos en conexión con ciertos dirigentes del Partido Popular. También se considera probada la existencia de una caja B en el Partido Popular, a pesar de que el propio Rajoy, citado como testigo en el juicio, había desmentido su existencia. Por lo tanto, el Partido Popular es condenado como partícipe a título lucrativo, lo que implica una responsabilidad civil y el pago de los 245,492 euros de los que dispuso de forma ilícita.
Con la sociedad española aún bajo el impacto de estos escándalos, Pedro Sánchez, Secretario General del PSOE, voló a registrar una moción de censura contra el Gobierno que será votada alrededor del 15 de junio. Solo entonces sabremos si el Partido Popular se mantiene en el poder o si salta por los aires, dinamitado por la corrupción. Ya se habla de la necesidad de una “refundación del partido” para no desaparecer del mapa político y de la necesidad de remplazar a Rajoy como líder del partido.
Lo que pretende Sánchez es ser investido presidente y gobernar en solitario durante una temporada antes de convocar elecciones (la actual legislatura termina dentro de dos años). Esta perspectiva deja con un pie en el aire a Ciudadanos, el partido de la derecha que estaba en alza. Ver a Sánchez gobernando en vez de al agotado Rajoy no les conviene nada. Por eso, a pesar de haber hecho de la lucha contra la corrupción una de sus banderas, no están dispuestos a apoyar la moción de censura. Lo que Ciudadanos quiere es que se convoquen elecciones cuanto antes. Como eso no es posible porque el propio mecanismo de la moción de censura lo impide, tratan de sortear el obstáculo diciendo que apoyarían a un candidato que no fuera ni Sánchez ni Rivera, y que tuviera como único propósito la convocatoria electoral.
Podemos, el partido de la izquierda radical, ya ha dicho que aprobará la moción de censura presentada por Sánchez. Pero el problema es que se necesitan 176 diputados para ganarla y, sin el voto a favor de los 32 diputados de Ciudadanos, Sánchez tendría que apoyarse en los independentistas catalanes de ERC y PDCAT. Estos partidos están dispuestos a apoyarlo porque saben que Sánchez tendría una política más dialogante con el independentismo (no hay que olvidar que Sánchez criticó duramente el inmovilismo de Rajoy y lo acusó de esconderse “detrás de las togas”). También necesitaría de los 5 diputados del PNV (Partido Nacionalista Vasco), que se lo están pensando.
Rajoy agita el espantajo de un gobierno apoyado por los independentistas a lo que Sánchez replica diciendo que no le dará ninguna contrapartida a cambio de sus votos y que si los independentistas quieren un cambio de gobierno tendrán que votar por él gratis. Igualmente, garantizó que haría cumplir la Constitución y que defendería la soberanía y la integridad territorial de España.
Aunque sea muy difícil, el PSOE podría ganar la moción de censura, gobernar España, y convocar elecciones cuando le parezca más adecuado. Sería un escenario atroz para Rajoy y para Ciudadanos pero también para Carles Puigdemont a quien lo que más le conviene es mantener viva la estrategia de la tensión con el actual gobierno. Pero Puigdemont no maneja a su antojo a los diputados del PDCAT que están en el Congreso de los Diputados y son ellos los que votarán la moción de censura. Lampadia