Charo Camprubí
Para Lampadia
Pedro Sánchez ha sido investido presidente del Gobierno de España por mayoría absoluta en primera vuelta. Votaron a favor: el PSOE; Sumar; el Partido Nacionalista Vasco; EH Bildu; Esquerra Republicana; Junts; el Bloque Nacionalista Gallego y Coalición Canaria. Sumaron 179 votos, es decir, 3 más de la mayoría absoluta. Votaron en contra el Partido Popular, Vox y Unión del Pueblo Navarro que, juntos, sumaron 171 diputados.
Durante el debate de investidura, Sánchez tuvo en vilo a la Cámara durante más de hora y media en la que habló de todo menos del tema estrella que tiene al país totalmente polarizado: la amnistía a Puigdemont y a unas 400 personas vinculadas al proceso de independencia en Cataluña entre el 2012 y el 13 de noviembre de 2023. Cuando por fin lo hizo, fue diciendo “las circunstancias son las que son y toca hacer de necesidad virtud” para subrayar que “garantizaría la unidad de España por la vía del diálogo, el perdón y el entendimiento”.
La respuesta de Feijóo fue contundente: lo acusó de “haber perpetrado el mayor ataque a la democracia”; de “fraude electoral” y de “corrupción política”. Considera que se ha producido un fraude porque “lo que se trae hoy a las Cámaras no se votó en las urnas” y corrupción porque lo hace en beneficio propio por su “hambre de poder”. Sánchez le respondió diciendo que “la Constitución dice que se respete el resultado de las elecciones, no que se repitan las elecciones”, aludiendo así a la demanda incesante del PP de una repetición electoral. También le recordó la amnistía que se dio en 1977 a todos los franquistas y los indultos que otorgó Aznar a Tierra Lliure (terroristas) que fueron 8,000 en total y de los cuales 1,400 en un solo día.
Si la reacción del PP a la ley de amnistía ha sido muy dura, la de Vox ha rayado el paroxismo. Vox ha lanzado una ofensiva en varias direcciones: en la calle, asediando la sede socialista con la participación de grupúsculos fascistas y neo franquistas violentos; en el Parlamento, acusando a Sánchez de dar un “golpe de Estado” y comparándolo con Hitler; en la judicatura, presentando un recurso para que no se llevara a cabo la investidura, cosa que el Tribunal Supremo rechazó; en la política, proponiéndole al PP, que tiene mayoría absoluta en el Senado, de no tramitar en dicho órgano la ley de amnistía y de solicitar, también en el Senado, la ilegalización de los partidos independentistas catalanes, ERC y Junts. A todo esto, se suma el llamamiento que hizo a la policía durante el asedio a la sede del PSOE en Madrid para que no obedeciera las órdenes del gobierno.
La desmesura de Vox lastra políticamente al PP. Si hay algo que ha quedado claro en este debate de investidura es que no hay dos bloques (derecha/izquierda), sino tres. El tercero está compuesto por los partidos independentistas, nacionalistas y regionalistas que han investido presidente a Sánchez. Ninguno de estos partidos está dispuesto a apoyar a un PP que va de la mano de Vox. El líder del PNV lo dejó bien claro al decirle a Feijóo: “tu tractor tiene gripado el motor por usar el aceite de Vox”.
El PNV y Junts son partidos conservadores que, en el pasado, le sirvieron de bisagra al PP para que pudiera gobernar. Hoy eso está totalmente descartado, lo que dificulta seriamente la alternancia en el poder salvo que el PP y Vox ganaran las elecciones por mayoría absoluta.
Aparte de Vox, el PP tiene otro problema y es el de su propio nacionalismo. El PP es un partido nacionalista español y cuando los partidos nacionalistas periféricos (vascos y catalanes) se suben al monte, reacciona visceralmente y se produce un choque entre dos nacionalismos. Eso se puede entender. Más difícil es que no quieran aceptar la España plural que recoge la Constitución al incluir en su artículo 2 la palabra “nacionalidades”. La “plurinacionalidad” de España les es indigesta.
Está claro que en esta legislatura la España plurinacional será la protagonista, porque los grupos que han apoyado a Sánchez han dicho claramente que quieren que se hable del “problema territorial”. Sánchez les ha dicho que el marco es la Constitución de 1978 que reconoce la existencia de nacionalidades y regiones y tiene capacidad de adaptación.
La ley de amnistía se debatirá en el Congreso de los Diputados y “será aprobada bajo luz y taquígrafos” dijo Sánchez. En su preámbulo se defiende la Constitución. Ha sido redactada con claridad y rigor para que el Tribunal Constitucional pueda dar su visto bueno si es recurrida por la derecha.
Los indultos a los independentistas catalanes consiguieron pacificar Cataluña. Quedaba el fleco de Puigdemont y su partido “Junts”, el hueso más duro de roer. Veremos si esta amnistía ayuda, como espera Sánchez a “superar la fractura que se abrió en Cataluña el 1 de octubre de 2017.