Charo Camprubí
Desde España
Para Lampadia
El Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, es un luchador nato. Si no lo fuera, hace tiempo que se lo hubieran comido vivo porque tiene que lidiar con Unidas Podemos, partido con el que gobierna en coalición y con el que está a veces en desacuerdo; con los partidos que lo apoyan desde el exterior: independentistas catalanes (ERC), nacionalistas vascos (PNV) y EH Bildu (ex etarras) que son difíciles de contentar y, por supuesto, con la virulenta oposición política y mediática a su gobierno no solo por parte del Partido Popular (PP) sino también del partido ultraderechista Vox.
La coyuntura no lo ha ayudado. Después del Covid, la guerra de Ucrania fue la puntilla. Sin embargo, Sánchez ha respondido a los desafíos planteados por la guerra tanto en política exterior como en política interior sin que le tiemble el pulso.
La política exterior de Sánchez es muy simple: sigue a rajatabla las directrices de la Unión Europea y de la OTAN. Es un aliado a prueba de balas. Hablar inglés lo ayuda y se mueve como un pez en el agua por los pasillos de Bruselas, sede de la Unión Europea. Los españoles han entendido que quien manda en la economía es Bruselas y que Sánchez consigue arrancar todo lo que pide.
España ha sido el primero en recibir las cuantiosas ayudas europeas y, cuando el precio del gas y de la electricidad se disparó como consecuencia de la guerra de Ucrania, consiguió la excepción ibérica (que fija un tope al precio del gas y abarca a España y Portugal) gracias a la cual la factura de los hogares españoles disminuyó. Fue su idea, se la aprobaron y funciona.
Con Macron, quiere construir un corredor de energía verde llamado BarMar que conectaría Barcelona con Marsella, así como Zamora (España) con Celorico da Beira (Portugal) y transportaría hidrógeno y gas lo que permitiría a España posicionarse en el terreno energético.
En política interior, Pedro Sánchez ha tomado decisiones osadas. Decidió aumentar los impuestos a las energéticas (que se habían lucrado con el alza vertiginosa de los precios del gas y de la electricidad), a la banca y a las grandes fortunas. Estas cuestiones eran polémicas y generaron conflicto, pero se mantuvo impertérrito.
Por si fuera poco, después de haber indultado a los líderes independentistas (que ya habían pasado tres años en la cárcel condenados por sedición) ahora decide suprimir el delito de sedición del Código Penal, penado hasta con 15 años de cárcel, y sustituirlo por el de “desórdenes públicos agravados” penado con un máximo de 5 años de cárcel. El delito de sedición no figuraba en los ordenamientos jurídicos de los países vecinos razón por la que España no consiguió que extraditaran ni a Puigdemont ni a su séquito, pero podría conseguirlo con “desórdenes públicos agravados”.
Pero la supresión de la sedición ha generado una auténtica tormenta política que le puede costar caro electoralmente al PSOE. El Partido Popular lo califica de “traición” y promete volver al delito de sedición si gana las próximas elecciones. Para la derecha española, la única arma que debe ser utilizada contra los independentistas catalanes es la represión. Para Sánchez es el diálogo. Y le está funcionando ya que la tensión ha disminuido considerablemente en Cataluña; el rey puede ir a Barcelona sin que haya alboroto (algo impensable hace unos años) y el apoyo popular a la independencia está en declive.
El próximo año será un año electoral ya que habrá elecciones municipales, autonómicas y generales. Como acaban de aprobarse los presupuestos del 2023 ya es un hecho que el gobierno de Sánchez llegará hasta el final de la presente legislatura. Incluso el PSOE podría ganar las próximas elecciones dado que, pasada la luna de miel inicial, la figura del líder del PP, Alberto Nuñez Feijóo, está perdiendo fuelle. Además, el haber conseguido controlar la inflación que generó la guerra puede ser de ayuda. España empezó siendo el país que tenía la inflación más alta de la Unión Europea (más del 10%) y ahora es el que la tiene más baja (en torno al 7%).
También está perdiendo fuelle la Presidenta del PP de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso. Se enfrenta a huelgas y a manifestaciones multitudinarias por haber gestionado con la mano izquierda los problemas de la Sanidad Pública de Madrid, tema muy sensible para los españoles. Y estos errores de Ayuso salpican al PP.
El 2023 va a ser el año de Sánchez. Acaba de ser elegido Presidente de la Internacional Socialista y será el Presidente de la Unión Europea durante el segundo semestre del 2023. Ambas cosas dan poder y visibilidad en los medios de comunicación. Son un buen arranque para un año electoral.