Charo Camprubi
Desde España
Para Lampadia
El líder del partido ultraderechista Vox, Santiago Abascal, presentó una moción de censura contra el gobierno del socialista Pedro Sánchez y salió trasquilado. El resultado de la votación fue lapidario: solo votaron a favor de su propuesta los 52 diputados de Vox. Los 298 diputados restantes votaron en contra y no hubo ninguna abstención. Abascal, candidato a la Presidencia del Gobierno, se quedó completamente solo. Además, mostró su total incapacidad a presentar un programa de gobierno alternativo como es preceptivo en España.
Dado que presentar una moción de censura corresponde normalmente al principal partido de la oposición y Vox no lo es, cabe preguntarse porqué lo hizo. La respuesta es simple: Abascal buscaba protagonismo, que todos los focos mediáticos apuntaran hacia él para darse impulso y convertirse, en un futuro próximo, en el primer partido de la derecha española. La jugada era tan evidente que Sánchez dijo en el hemiciclo: “esta moción de censura es una OPA hostil contra el Partido Popular”.
Vox tuvo una plataforma de lujo, pero no la supo utilizar. Aparte de calificar al gobierno de ilegítimo, criminal, mafioso y totalitario; de acusarlos de tener un plan para la destrucción de la Monarquía parlamentaria; de considerar a los inmigrantes como criminales en potencia; de querer acabar con las denuncias sobre violencia de género; de pretender ilegalizar a los partidos políticos independentistas; de proponer recentralizar España liquidando el estado de las Autonomías (piedra angular de la Constitución de 1978), Abascal arremetió también contra las élites; contra China y el “virus chino” y, por último, contra la Unión Europea, de la que España va a recibir la suma de 140,000 millones de euros para recuperarse de los efectos del coronavirus. Quedó claro que Vox estaba en la órbita de Steve Bannon, el antiguo gurú de Trump que anda por Europa aconsejando a la ultraderecha y alentando el antieuropeísmo.
Todos los partidos políticos representados en el Congreso atacaron a Vox por sembrar el odio y la división entre los españoles. Pero quedaba una incógnita: ¿cuál sería la posición del Partido Popular? ¿Votaría NO o ABSTENCIÓN? Desde la tribuna, Sánchez solicitó a su líder, Pablo Casado, el voto negativo de su partido. Abascal confiaba en una abstención ya que gracias al apoyo de Vox, el Partido Popular y Ciudadanos pueden gobernar en Madrid, en Andalucía y en Murcia. Además, hasta ahora Casado se había dejado arrastrar por los planteamientos de Vox y los había hecho suyos, al menos en parte, haciendo oídos sordos a las peticiones de moderación provenientes de los barones de su partido.
Abascal tenía pues razones de sobra para pensar que el Partido Popular se abstendría. La gran sorpresa, que llegó al final del debate, fue que el Partido Popular optó por el NO. Casado hizo un discurso brillante en el que por fin se desmarcó de una ultraderecha que estaba envenenando la vida política española y contaminando al partido Popular. Esto último era un gran peligro porque si el espíritu de la derecha que contribuyó a la transición democrática se convirtiese en una versión edulcorada de Vox, España se encontraría sin alternativa política.
En su discurso, que dejó completamente noqueado a Abascal, Casado le recordó que fue militante del Partido Popular durante 15 años y que “disparaba contra el partido que le había dado de comer”. Hasta hace unos años, esa ultraderecha estaba dentro del Partido Popular, pero no era mayoritaria ni marcaba la agenda del partido. ¡Y ahora pretendía desbancarlos como principal partido de la oposición! Este intento es el que ha hecho saltar todas las alarmas y la reacción ha sido contundente. Casado llegó a decirle: “usted pasará y solo habrá dejado escombros”.
Habrá que ver si el discurso de Casado marca el inicio de una guerra entre ambos partidos o si intentarán seguir cooperando donde más les convenga. En todo caso, una cosa está clara, y es que acercarse a Vox no le ha dado al Partido Popular buenos resultados. Según las últimas encuestas, se situaría en tan solo un 18,9% de estimación de voto mientras que el PSOE se situaría en el 30,8%, es decir, 12 puntos más.
La próxima cita parlamentaria de importancia es la del voto de los presupuestos. Serán una prueba de fuego para el gobierno. Si se aprueban, la legislatura se consolidará definitivamente. Si no se aprueban, el gobierno lo tendrá difícil. En el Gobierno hay una clara voluntad de diálogo (como lo muestran los pactos alcanzados con los sindicatos y la patronal en temas importantes) y Sánchez está abierto a negociar los presupuestos tanto con los partidos que votaron a favor de su investidura (Esquerra Republicana y otros) como con Ciudadanos que no lo hizo. La moción de censura de Vox, con sus tremendos excesos como el decir que el gobierno de Sánchez “era el peor gobierno de los últimos 80 años” (lo que incluye los 40 años de dictadura franquista), posiblemente facilite el camino para su aprobación.
Después de oír a Casado, Sánchez también expresó su voluntad de diálogo en el controvertido tema de la renovación del Consejo General del Poder Judicial, bloqueado desde hace dos años, anunciando “detener el reloj de su reforma para negociar con el Partido Popular”. Cooperar en un tema tan espinoso sugeriría que se inicia un cambio de ciclo. Lampadia