Charo Camprubí
Para Lampadia
La investidura de Alberto Núñez Feijóo, candidato del Partido Popular a la a la Presidencia del Gobierno de España ha resultado fallida, como era de prever, tanto en primera como en segunda votación, donde obtuvo 172 votos a favor, 177 en contra y 1 voto nulo. Pero la firmeza de su discurso lo consolidó como jefe de la oposición lo que no era nada evidente pues no faltaban, dentro de su partido, quienes querían serrucharle el piso. Por otra parte, esta investidura ha estado rodeada de una serie de particularidades:
Un error de cálculo: el candidato se dirigió al hemiciclo pretendiendo tener los votos para ser presidente del gobierno si hubiese cedido a la petición de amnistía de Puigdemont. Pero el Partido Nacionalista Vasco (PNV) le recordó que no hubiera votado por él debido a su alianza con Vox. Y Feijóo, sin Vox, estaría muy lejos de la mayoría necesaria para ser investido presidente.
Una réplica sin Sánchez: El discurso de investidura de Feijóo se vio deslucido porque la réplica no se la dio Sánchez sino el diputado socialista Oscar Puente que fue tan mordaz que dejó al candidato con un pie en el aire en varios temas, sobre todo en el argumento de que “debe gobernar la lista más votada”. Puente le recordó que, si él ya no es alcalde de Valladolid, a pesar de haber ganado las elecciones, es porque el PP unió sus votos a los de Vox para desbancarlo.
Una llamada descarada al transfuguismo: Se inició poco después de que Feijóo constatara que no tenía suficientes apoyos para gobernar y se mantuvo hasta el debate de investidura. Incluso contactó con barones del PSOE para ver si rompían la baraja a su favor. No es la primera vez que el PP llega al poder gracias a tránsfugas del PSOE pero es inédito que se practique en relación con el procedimiento de investidura a la Presidencia del Gobierno.
Una serie de bandazos: Feijóo pasó de negarse a negociar con Junts, el partido de Puigdemont que pedía la amnistía y la autodeterminación, a decir que lo haría dentro del marco de la Constitución, para finalmente romper con dicha negociación y tratar a Sánchez como a un rompe patrias por entablar, a su vez, una negociación con Junts (de la que nadie sabe nada ya que es ultra secreta).
Una serie de interferencias de los expresidentes del PP y del PSOE: los intentos de Feijóo de negociar con Junts abortaron apenas Aznar cogió la batuta para marcar el rumbo del PP. Como representante de la línea dura convocó una manifestación (que reunió a 40,000 personas) en defensa de la Constitución y en contra de la amnistía. A Feijóo ya no le quedó otra que plegarse y sumarse al carro. En el PSOE interfirieron los patriarcas del socialismo español, Felipe González y Alfonso Guerra. Ambos han sido de un apoyo inestimable a la derecha al calificar a Sánchez de “desleal” por negociar con Puigdemont. Según González, el Estado no puede aceptar el “chantaje” de los independentistas.
Amnistía sí, amnistía no. Este fue el tema central de la investidura fallida de Feijóo. Conceder la amnistía, figura jurídica que no existe expresamente en la Constitución, es muy difícil tanto para el PP como para el PSOE, pero más todavía para el PP porque tiene dos temas fetiche con los que moviliza a su electorado: ETA Y CATALUÑA. ETA entregó las armas hace años, pero aún la utilizan como un espantapájaros siempre que pueden. En Cataluña el PP mantiene su política de mano dura porque es lo que quiere su electorado, aunque ello le impida llegar al gobierno del Estado.
En cambio, el PSOE busca la reconciliación y considera que el instrumento para reconducir el conflicto catalán pasa por el diálogo político, no por los tribunales. Sánchez afirma que su política de indultos ha funcionado ya que ha conseguido “pacificar Cataluña” (se lo dijo a Feijoo en el cara a cara televisivo, previo a las elecciones). Feijoo no negó que Cataluña se hubiese pacificado; sin embargo, los populares insisten en que la política de diálogo en Cataluña propicia la ruptura de España.
La España real y la España plural: estos términos se acuñaron después de las últimas elecciones. Para los socialistas, la España real es plural, siendo la diversidad lingüística una de sus manifestaciones. Por eso abrieron la posibilidad de que las lenguas de las autonomías consideradas “históricas”, a saber, Cataluña, País Vasco y Galicia, pudieran hablarse en el Congreso de los Diputados (ya se hacía en el Senado). Era aceptar una reivindicación muy antigua y de alto valor simbólico para esas autonomías. Sin embargo, el PP y Vox se oponen a esta medida. Otro desencuentro de la derecha españolista con la España plural de la izquierda.
Ahora le toca el turno a Sánchez de intentar la investidura. Todo dependerá del resultado de su negociación con los independentistas. Si fracasa, lo que podría ser el caso si se empechan en pedir un referéndum de autodeterminación, habrá nuevas elecciones el 14 de enero de 2024.