Charo Camprubi
Desde España
Para Lampadia
Un sueño hecho realidad. Eso es lo que representa para España el acuerdo al que han llegado los 27 países que componen la Unión Europea el 21 de julio, después de cinco días de reuniones maratonianas. El Fondo Europeo de Recuperación le otorga los 140,000 millones de euros que se le había prometido para afrontar la crisis económica producida por el coronavirus. Es la tabla de salvación que necesita la economía española. El principal beneficiario del fondo es Italia, seguido de España, Francia y Polonia.
Pedro Sánchez fue el primer líder europeo en afirmar que debido a la envergadura de la crisis económica provocada por el coronavirus ningún país europeo podría salir a flote por sus propios medios; que se necesitaría de un plan Marshall y de la emisión de deuda conjunta en forma de “coronabonos”. Aquel parecía un objetivo imposible de alcanzar. Aún estaba en la mente de todos que durante la crisis financiera del 2008 la Unión Europea, liderada por Angela Merkel, impuso a sus miembros la visión de los países del norte que consistía en aplicar, a raja tabla, la cicuta de la austeridad a ultranza, y no quisieron ni oír hablar de los eurobonos.
Romper ese esquema parecía una quimera. Sin embargo, la idea de Sánchez fue haciendo, poco a poco, su camino. Pronto se sumaron Italia y Francia y se fue creando un estado de ánimo favorable a que se diese una respuesta totalmente diferente a la de la crisis anterior. Pero solo cuando Ángela Merkel se sumó al carro se pudo avanzar en esa dirección. ¿Qué fue lo que la hizo cambiar? La convicción de que si el mercado único de la Unión Europea saltaba por los aires por el derrumbe económico del sur se hundiría el proyecto europeo en su conjunto, lo cual afectaría considerablemente a Alemania. Por eso dijo: “La solidaridad no solo es un gesto humanitario, sino una inversión en nuestro futuro”.
El Fondo Europeo de Recuperación que se ha aprobado es generoso y solidario. Generoso porque el volumen del fondo alcanza la astronómica cifra de 750,000 millones de euros. Solidario porque por primera vez en la historia de la UE no solo se darán 360 millones de euros en créditos sino también subvenciones directas, que no hay que devolver, por valor de 390,000. Su financiación se hará a través de la emisión de bonos garantizados por todos sus miembros, es decir, endeudamiento conjunto en el mercado de capitales. La mutualización de la deuda pública en cuestión es un hecho sin precedentes.
Después de lanzamiento del euro en 1998-2000, este es el segundo hito histórico de la Unión Europea que avanza hacia una mayor integración. Este paquete de medidas es el preludio de lo que más adelante será la posible unión fiscal. El mensaje que se ha enviado al mundo es que Europa no saldrá debilitada sino reforzada de la crisis del coronavirus.
El próximo presupuesto para el 2021-2027, que deberá aprobarse a fin de año, será de más de un billón de euros. Para incrementar los ingresos se recaudarán nuevos impuestos: una tasa digital; otra por el consumo de plástico y un “arancel” para las importaciones provenientes de países con alto nivel de emisiones. Otra novedad es que Bruselas ha permitido a todos los Estados miembros de la Unión Europea sobrepasar los límites fijados al déficit y a la deuda pública para que pudieran salvar a sus empresas.
Durante la negociación se puso de manifiesto la férrea oposición de los cuatro países llamados “frugales” (Holanda, Suecia, Dinamarca y Austria), a los que se sumó Finlandia, a inyectar grandes sumas de dinero a fondo perdido. Querían rebajar el montante del fondo, eliminar las subvenciones, modificar las condiciones del reparto, condicionar y controlar las ayudas y tener un derecho de veto. Dieron mucha guerra, en particular Holanda, pero finalmente se logró un compromiso: se mantuvieron las subvenciones rebajando su cuantía; no se aceptó el veto sino un “freno de emergencia” controlado por los órganos de la Unión Europea que permite suspender, en ciertos casos, el desembolso de ayudas y, por último, se les ofreció un generoso cheque para rebajar el coste de sus respectivas aportaciones al presupuesto comunitario del 2021-2027.
Para recibir el dinero que les ha sido asignado, cada país tiene el deber de presentar un Plan Nacional de Recuperación con los proyectos y reformas que propone y presentarlo a la Comisión Europea para su evaluación. Habrá pues un control. Dichos proyectos deberán contribuir a avanzar hacia una Europa verde y digital, lo cual es una de las principales prioridades de la Unión Europea. A España, también le tocará presentar proyectos para industrializar el país, lo cual no será fácil ya que desde hace muchos años tiene una economía basada principalmente en los servicios. Su industria quedó dañada por la crisis del petróleo de 1974 y la de 1980.
“Un gran acuerdo para España y un gran acuerdo para Europa”, dijo Pedro Sánchez que ha vuelto de Bruselas fortalecido. El líder del Partido Popular, Pablo Casado, intentó minimizar su aportación, pero reconoció que “es un buen acuerdo”. Con este balón de oxígeno, Sánchez tiene más posibilidades de que se aprueben los próximos presupuestos y se garantizase la estabilidad del gobierno durante toda la legislatura. Lampadia