Charo Camprubí
Desde España
Para Lampadia
El Presidente del gobierno, Pedro Sánchez, acaba de endurecer el estado de alarma al anunciar el cierre de todas las actividades económicas no esenciales del 30 de marzo al 9 de abril. Espera que con esta medida se consiga doblegar al corona virus. Con 85,195 contagiados, 7,340 fallecidos y casi 17,000 recuperados, España es el segundo país europeo más golpeado por el corona virus después de Italia. Ante esta gravísima situación, el gobierno está librando tres batallas: la de la sanidad, la de la economía y la de la Unión Europea.
La batalla por la sanidad es ardua y constante ya que con las altísimas cifras de contagios el sistema sanitario español está al límite de su capacidad sobre todo en Madrid, que es la ciudad con más infectados, seguida de Barcelona. En la capital se han vivido situaciones dramáticas, con hospitales saturados y falta de personal y de material sanitario. Pero con el apoyo del ejército se ha montado un hospital de campaña, en el recinto ferial de IFEMA, con miles de camas y en un tiempo récord. También se ha montado un centro para las personas sin techo. El ejército se ocupa igualmente de la desinfección de puertos, aeropuertos, estaciones de ferrocarril y residencias de ancianos (algunas en un estado de salubridad deplorable). La policía y la guardia civil llevan a cabo controles en las calles y las carreteras. El ministro de sanidad se bate por conseguir guantes y mascarillas en un mercado internacional saturado por el exceso de la demanda y donde la competencia es leonina. Ha conseguido comprar material sanitario en China por valor de 628 millones de euros y se abrirá un puente aéreo para que IBERIA traiga a España las compras realizadas.
La batalla económica es también de órdago. Sin ir más lejos, España, segundo destino turístico mundial, se ha quedado sin esa fuente de ingresos. Es un auténtico tsunami que el gobierno intenta controlar a través de un plan de un plan de choque que ha dotado con 200,000 millones de euros. El objetivo prioritario del gobierno es evitar el cierre de las empresas y la destrucción de empleo. Por eso va a destinar una partida de 100,000 millones a avalar (hasta en un 80%) los créditos de la banca a las pymes (pequeña y mediana empresa) y a los autónomos para que no se queden sin liquidez. También ha decidido bloquear los despidos vinculados al coronavirus e insta a que las empresas se acojan a los ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo). A través de los ERTE será el Estado quien pague el salario de los trabajadores hasta que vuelvan a sus puestos. Hay otras medidas en curso como la de aplicar una suspensión al pago de alquileres de las personas “vulnerables”; la de aprobar una renta básica mínima para los más afectados por el coronavirus; la de la moratoria hipotecaria; la de los aplazamientos impositivos y de cotizaciones sociales, etc.
La batalla en la Unión Europea es de gran calado porque lo que propone Sánchez es un Plan Marshall que movilice todos los recursos posibles para reflotar y reestructurar la economía europea. Considera que Europa debe “poner en pie una economía de guerra con medidas que respalden el endeudamiento público” y mutualizar la deuda a través de los eurobonos, ahora llamados “Coronabonos” o “bonos de reconstrucción”, para que la deuda sea compartida entre todos los miembros de la Unión Europea. La historia se repite porque los eurobonos se solicitaron y no se consiguieron en el 2012, cuando la crisis financiera batía en pleno, por la firme oposición de Alemania.
Pedro Sánchez no está solo en esta lucha. Lo acompañan Italia, Francia, Portugal, Bélgica, Irlanda, Luxemburgo, Eslovenia y Grecia. Son los llamados países del Sur (aunque no todos lo sean geográficamente). Enviaron una carta al Presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, haciendo hincapié en la necesidad de “un instrumento de deuda común” y de un aumento del presupuesto comunitario que permitiese una estrategia de inversiones intensiva para reactivar la economía.
Pero, una vez más, se enfrentan a los países del Norte cuyos principales representantes son Alemania y Holanda para quienes los eurobonos son anatema. Alemania considera que cada estado debería responder por su propia deuda. Lo que proponen es que se utilice el MEDE (fondo de rescate europeo) que ofrece un rescate con condiciones que implica recortes presupuestarios (como el de Grecia en el 2010). Los países del Sur quisieran que los 410,000 millones del MEDE fueran sin condiciones o con condiciones muy suaves.
Por el momento, cuentan con la ayuda del Banco Central Europeo que ha aprobado una inyección monetaria de 750,000 millones de euros para comprar deuda de los estados y de las empresas de la zona euro, suma que llega al billón si se tiene en cuenta lo que ya está en vigor. Pero para salir del marasmo que se viene encima se necesita de un plan ambicioso sobre el que no ha habido acuerdo el jueves 27 de marzo, cuando se reunió el Consejo Europeo por vía telemática. El resultado fue un fiasco. El llamamiento de los países del Sur a la solidaridad cayó en saco roto. Ante la falta de acuerdo se solicitó al Eurogrupo que presentara propuestas en un par de semanas. Se espera que ponga sobre la mesa instrumentos financieros innovadores para salir de la crisis porque, como dice Sánchez, “Europa se la juega”. Si no se le da una salida solidaria a esta crisis el futuro de la Unión Europea podría estar en peligro.
Hay una cuarta batalla que Sánchez no quiere librar y es la interna. Dice que ahora tiene que volcar todas sus energías en combatir el coronavirus y pide a los partidos unidad y lealtad. Sin embargo, el Partido Popular, Vox y JxCat (independentistas catalanes) apoyan algunos aspectos de su gestión y lo critican duramente por otras. Lampadia