Charo Camprubi
Desde España
Para Lampadia
El pistoletazo de salida de la batalla por Madrid la dio hace unos días Pablo Iglesias cuando decidió abandonar el cómodo sillón de la vicepresidencia segunda del gobierno por ser el cabeza de lista de Unidas Podemos en las elecciones del 4 de mayo de la Comunidad de Madrid. ¿Su objetivo? Evitar que su partido cayera por debajo del 5% y si quedara sin representación en la Asamblea de Madrid. Su gesto heroico dejó pasmada a toda España porque nadie lo vio venir.
Para mayor INRI, Iglesias también anunció que quiere apartarse del primer plano de la política nacional y cederle a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no solo su cargo de vicepresidente del gobierno sino también el liderazgo de Unidas Podemos. Es decir, una retirada en toda regla. Él ya no sería el candidato a la presidencia en las próximas elecciones generales sino ella, si lo acepta. Iglesias sabe que ha sufrido un desgaste y deja vía libre a una de las ministras más valoradas por la opinión pública española. Díaz, que ni siquiera es militante de Unidas Podemos sino del Partido Comunista, ha sido capaz de congraciarse con la patronal por su talante conciliador y de llegar a una serie de acuerdos entre la patronal y los sindicatos de mucho calado, como el de la subida del salario mínimo.
Para Sánchez, el que Iglesias abandone el gobierno es una buena noticia. En su afán de protagonismo, Iglesias se ha convertido en el abogado defensor de causas controvertidas que ponen en una situación embarazosa al gobierno. Iglesias tiene una necesidad casi visceral de desmarcarse de Sánchez. Teme que si no muestra sus desavenencias con el PSOE a plena luz del día, Unidas Podemos termine siendo engullido por los socialistas, como lo muestra su bajón en las encuestas. Entre ambos partidos hay importantes diferencias de matiz en cuestiones económicas y sociales. En otras, como las que atañen a la Monarquía o a la posibilidad de celebrar un referéndum de autodeterminación en Cataluña, están en bandos opuestos.
El salto de Iglesias a la política madrileña es un intento por revitalizar a Unidas Podemos. El partido quedó debilitado desde que su segundo de a bordo, Errejón, fundó su propio partido, Más Madrid, que se llevó a buena parte de sus votantes. Ahora, con la candidatura de Iglesias, Unidas Podemos podría obtener no solo el 5% sino un 10% o más y, aunque no ha conseguido unificar a la izquierda, por lo menos conseguirá movilizarla.
Él se ha presentado ante la opinión pública como el que va a batir a Díaz Ayuso, aunque eso sea una quimera. No hay duelo Díaz Ayuso/Iglesias. El único contrincante real de Díaz Ayuso es Ángel Gabilondo, candidato del PSOE. Pero la política puede tener mucha carga de grandilocuencia y de efectismo y en eso tanto Iglesias como Díaz Ayuso son campeones. Ella salió al paso del supuesto duelo con Iglesias presentando el eslogan: “Comunismo o Libertad”. Se prevé una campaña muy polarizada, plagada de estereotipos y de bajo nivel.
Si para Unidas Podemos es vital remontar, para el Partido Popular es vital gobernar Madrid, su feudo. Hay tres escenarios posibles: el primero es que el PP gane por una mayoría tan amplia que pueda permitirse el lujo de gobernar en solitario con el apoyo externo de Vox. El segundo es que su mayoría sea débil y tenga que aceptar que Vox entre en el gobierno. Este sería un mal resultado para el PP porque sería visto como el culpable de meter a la ultraderecha en las instituciones del Estado, pecado capital que muchos podrían no perdonarle. El tercero es que el PP y Vox juntos no obtengan la mayoría absoluta y tengan necesidad del apoyo de Ciudadanos.
Para que Ciudadanos pudiese brindarle ese apoyo, tendría que evitar caer por debajo del 5% para no quedarse fuera de la Asamblea de Madrid. Ese éxito no está garantizado. Es un albur. Pero si consiguiese ese 5%, Ciudadanos podría ser decisivo en la futura mayoría gubernamental en Madrid, sea la que sea. El 5% es la cifra mágica, el “Ábrete Sésamo”. La paradoja es que El PP podría tener que pedirle socorro al partido que intenta destruir.
Díaz Ayuso e Iglesias se van a tirar con bala durante la campaña. El remanso de paz vendrá por el lado del PSOE que presenta nuevamente a Gabilondo, profesor de filosofía bonachón y sosegado, que busca calmar los ánimos y gobernar desde el centro, si las urnas lo permiten, dejando a Iglesias fuera de la ecuación. Esta hipótesis es poco verosímil. Hoy en día, tanto el PP como el PSOE necesitan de sus extremos (Vox y Unidas Podemos respectivamente), si quieren llegar al poder. No tienen escapatoria. Lampadia