Por: Charo Camprubí
Las elecciones catalanas del 14 de febrero han arrojado un doble triunfo: el del independentismo por un lado y el del Partido Socialista Catalán (PSC) por otro. El que consiguió ganar en votos y empatar en escaños ha sido el exministro de sanidad socialista, Salvador Illa, que ha logrado devolver al Partido Socialista Catalán al primer puesto, que fue el suyo durante muchos años, pero que había dejado de serlo.
Sánchez apostó por poner a Illa como cabeza de cartel del PSC y acertó. Durante su paso por el Ministerio de Sanidad, Illa tuvo que hacer frente a ataques durísimos por parte de la derecha española. Los encajó con una serenidad y una sangre fría encomiables. Su talante conciliador y su arduo trabajo durante la pandemia fue muy apreciado por la mayoría de los españoles que coreaban: “Illa, Illa, Illa, ministro maravilla”. Ahora ha conseguido hacer pasar al PSC de 17 a 33 escaños. Su triunfo es también el triunfo del diálogo en Cataluña.
Triunfo también para los tres partidos independentistas: Esquerra Republica (ERC), JxCat y la CUP, porque han logrado su sueño dorado: obtener más del 50% de los votos. Ya pueden gritar por calles y plazas que hay una mayoría independentista en Cataluña, no solo en escaños sino también en votos. Sin embargo, este triunfo es relativo ya que debido a la pandemia la participación cayó del 79,09% en 2017 al 53,55% en 2021. Ha sido pues con una participación bajísima que han logrado ese objetivo.
Esquerra Republicana ha conseguido ser hegemónica, dentro del bloque independentista, por primera vez en su historia. Su líder, Oriol Junqueras, encarcelado por su papel en el referéndum ilegal del 1 de Octubre de 2017, salió de la cárcel para hacer campaña y consiguió ganar, por un escaño, a JxCat, el partido de Puigdemont, su gran rival, y empatar con el PSC (ambos sacaron 33 diputados).
La victoria de Esquerra Republicana sobre JxCat es un soplo de aire fresco para el gobierno de Sánchez, porque mientras ERC representa un independentismo pragmático y dialogante, que sostiene desde el parlamento al gobierno, (acaba de votar los presupuestos) JxCat, le es completamente hostil. Para el PSOE, que el partido de Puigdemont volviese a tener la presidencia de la Generalitat de Cataluña, era una pesadilla. Pero ahora, con JxCat relegado al tercer puesto, dicha presidencia recaerá en manos de ERC, y Puigdemont perderá protagonismo a la hora de trazar la agenda catalana.
Pero el mayor ganador de estos comicios ha sido el diálogo. Los votantes independentistas no han castigado a ERC por colaborar con el gobierno de España, sino todo lo contrario. Por lo tanto, ERC podrá mantener dicha estrategia sin complejos ahora que ha sido avalada por las urnas.
En cuanto a los votantes catalanes no independentistas, observamos un cambio importante: en el 2017 dieron la victoria a Ciudadanos, partido que tenía una posición de cerrajón total al diálogo con los independentistas. En estas elecciones, la derrota de Ciudadanos ha sido monumental. ¡Ha pasado de 36 escaños a 6! Y es el Partido Socialista Catalán, con una posición favorable al diálogo con los independentistas, quien se ha llevado gran parte de sus votantes. Además, el ala catalanista de Unidas Podemos, En Comú Podem, mantiene sus 8 escaños, y también es favorable al diálogo. Dicha opción suma, entre ambos partidos, 41 escaños.
Los partidos contrarios al diálogo: Partido Popular, Ciudadanos y Vox, pierden la contienda al no sumar entre los tres sino 20 escaños, es decir, menos de la mitad de los que defienden el diálogo. En este campo cabe destacar la barrida que Vox le ha dado al Partido Popular ya que mientras Vox saca 11 escaños el PP no obtiene sino 3. Son muy malas noticias para Pablo Casado cuyo liderazgo está, una vez más, en la cuerda floja.
Pero, liderazgos aparte, es la posibilidad del Partido Popular de volver al poder lo que está en entredicho, ya que no se puede pretender ganar unas elecciones generales en el conjunto de España si se tiene una presencia puramente testimonial en el País Vasco y Cataluña. Y, en ambas Comunidades Autónomas, el Partido Popular es casi inexistente.
Estas elecciones han dado una fuerza similar a los dos extremos: la CUP y Vox. Los 9 escaños de la CUP van a condicionar una vez más la política catalana porque son necesarios a ERC y a JxCat para obtener una mayoría absoluta independentista. La postura de la CUP es muy clara: avanzar hacia la independencia con un referéndum de autodeterminación para el 2025 a más tardar. En cuanto a Vox, que entra por primera vez en el Parlamento catalán con sus 11 escaños, solo podrá armar ruido, mucho ruido españolista.