Charo Camprubí
Desde España
Para Lampadia
Isabel Díaz Ayuso, la flamante presidenta de la Comunidad de Madrid, es una mujer de armas tomar. No le ha temblado el pulso a la hora de acusar, en una rueda de prensa, a la dirección nacional del Partido Popular y a su líder, Pablo Casado, de haber maniobrado en su contra de modo “cruel e injusto”; de que estaban fabricando presuntas corrupciones contra ella y preparando un dossier para desprestigiarla y de que se había contratado los servicios de un investigador para “destruirla”.
Casado contraatacó en la radio. Negó haberla espiado y sacó a relucir un contrato hecho a dedo por Ayuso en el momento álgido de la pandemia con el propósito de comprar mascarillas en China, y gracias al cual el hermano de Ayuso se habría beneficiado de 286,000 euros en comisiones (Ayuso niega que su hermano haya recibido dicha comisión; dice que fueron 55,850 euros por sus servicios como intermediario). Según Casado, en setiembre del 2021 le pidió explicaciones a Ayuso, petición que cayó en saco roto. Casado explicó que era su deber averiguar si había habido irregularidades o falta de ejemplaridad, pero siempre en el entendido de que se haría en privado.
Los que otros eran grandes amigos están a punto de causarle un daño irreversible al Partido Popular en el que ambos militaron desde jóvenes. Casado fue el que aupó a Ayuso al cargo de presidenta de la Comunidad de Madrid cuando nadie la conocía y ahora quiere pararle los pies. Teme a Ayuso, tenaz, ambiciosa, impaciente y populista, que aspira a la presidencia del Partido Popular de Madrid, lo que le daría bazas para sustituirlo como líder nacional del partido en caso de que éste perdiese las próximas elecciones generales.
El cruce de acusaciones es tan descarnado que ya no se trata de saber quién de los dos va a ganar la partida sino qué quedará del principal partido de la derecha española después de este aterrador rifirrafe público, porque el binomio espionaje/prácticas corruptas es explosivo.
El PP se está haciendo harakiri con luz y taquígrafo. Los barones del Partido Popular se llevan las manos a la cabeza, espantados. Sacarse los trapos sucios en público es lo peor que puede suceder. El presidente de la Junta de Galicia, Nuñez Feijóo, hombre sólido, ponderado y con mucho peso en el partido, dijo que tenían que reunirse los dos “a solas” para discutir sobre sus divergencias y ya lo hicieron. Para zanjar la crisis Casado dio marcha atrás, aceptó las explicaciones de Ayuso, y dijo que no abriría un expediente sancionador. Pero no consiguió que a cambio ella retirase sus acusaciones de espionaje. El supuesto espionaje habría alcanzado también al exmarido y al exnovio de Ayuso.
A petición del PSOE, Podemos y Más Madrid, el Ministerio Fiscal investigará si Ayuso ha cometido delitos de corrupción o de tráfico de influencias. El PSOE se ha mantenido al margen de la guerra fratricida de los populares y ha aclarado que no habrá elecciones generales anticipadas.
Ayuso no eligió un momento inocuo para clavarle el puñal a Casado. Lo hizo cuando el liderazgo de Casado estaba debilitado por haber cometido un grave error estratégico. Propició un adelanto electoral en la Comunidad Autónoma de Castilla y León que era gobernada, sin sobresaltos, por el Partido Popular y Ciudadanos, creyendo que el PP absorbería a Ciudadanos y conseguiría un triunfo arrollador. Ciudadanos quedó en efecto aniquilado pero el PP solo subió dos escaños, quedando muy por debajo de la mayoría absoluta a la que aspiraba para gobernar en solitario.
El que subió como la espuma en Castilla y León fue Vox que consiguió un 17.6% de los votantes y ahora, envalentonado, pide entrar en el gobierno de dicha Comunidad y aspira a la vicepresidencia. Hasta ahora, Vox ha apoyado a los gobiernos del PP desde el exterior. Casado sabe que abrirle las puertas del gobierno de Castilla y León sería un lastre para conseguir el poder a nivel nacional. Por esa razón, la cúpula del PP se ha pronunciado en contra de la petición de Vox, salvo Ayuso. Ella no tiene empacho en que se gobierne con Vox. Para mayor INRI, acaba de salir una encuesta en el diario “El Mundo” según la cual Vox estaría pisándole los talones al PP en intención de voto.
Posiblemente caiga la cabeza de Egea, secretario general del PP y mano derecha de Casado, a quién se le atribuye el supuesto espionaje a Ayuso. Y, si se llevase a cabo un congreso extraordinario, no se puede descartar que el PP de por terminado el liderazgo de Casado y opte por una tercera vía que podría ser la del gallego Alberto Nuñez Feijóo. Lampadia