Charo Camprubí
Desde España
Para Lampadia
Hace unos días se produjo en España un bombazo que dejó a los españoles atónitos: Feijóo declaró que se podría “indultar a Puigdemont si se dieran las condiciones”. También confesó que en agosto del 2023, cuando intentaba conseguir apoyos para su investidura a la presidencia del gobierno, negoció con Junts (el partido de Puigdemont) y llegó a poner el texto de una amnistía encima de la mesa durante 24 horas.
Estas declaraciones han dejado conmocionados a los españoles porque el Partido Popular jugó su oposición al gobierno de Sánchez a una sola carta: la de amnistía. No se interesó en hacer oposición en temas económicos y sociales, sea por estar falto de ideas o porque al PSOE le va bien en ese terreno.
A cuenta de la Amnistía, Pedro Sánchez fue objeto de una retórica incendiaria. Lo llamaron Perro Sanxe; le gritaron “que te vote Xchapote (etarra con delitos de sangre); le dijeron “Sánchez debería salir de España en el maletero de un coche” (PP) y que llegará el día en que “el pueblo querrá colgarlo de los pies” (Vox). Hasta apalearon una piñata con la cara de Sánchez colgando de un semáforo.
La guerra contra la amnistía fue total. No se limitaron a hacer oposición en el Congreso de los diputados, sino que también movilizaron a los medios de comunicación afines, convocaron grandes manifestaciones y se apoyaron en el ala conservadora de la judicatura para intentar hacer derrapar dicha la ley que estaba a punto de ser votada.
El objetivo de este ataque era hacer caer al gobierno. La derecha anda soñando con este supuesto desde hace años porque los gobiernos de Sánchez siempre han sido vulnerables debido a mayorías parlamentarias frágiles y heterogéneas. Pensaron que la pandemia los hundiría, pero no solo el barco salió a flote, sino que Sánchez consiguió volver a formar gobierno gracias al acuerdo con Junts sobre la amnistía.
Luego pensaron que hundir la ley de amnistía era hundir al gobierno, lo que llevaría a elecciones anticipadas. La lógica era impecable: sin ley de amnistía no había apoyo de Junts y sin Junts no había mayoría parlamentaria. Dado que el PSOE insistía en que la ley era impecable y que, por lo tanto, pasaría todos los filtros de constitucionalidad, había que encontrar como desbaratarla.
De ello se ocupó la judicatura. De la noche a la mañana, un juez reavivó un caso dormido desde 2019 (graves desórdenes públicos en el aeropuerto de Barcelona) e imputó a Puigdemont por “terrorismo”. La noticia causó estupor ya que nadie asociaba a Puigdemont con el terrorismo. El propio Sánchez dijo: “El independentismo no es terrorismo”.
Pero esto obligaba al PSOE a ampliar la ley de amnistía al terrorismo para que Puigdemont no quedara excluido. Consiguieron superar este escollo gracias a que incorporaron la definición que la Unión Europea hace sobre el terrorismo (y que deja a un caso como el de Puigdemont fuera de la definición).
Entonces, se sacaron otro as de la manga. Un segundo juez imputó a Puigdemont por “traición” diciendo que había que investigar su conexión con los rusos durante el proceso independentista. Ahí el PSOE quedó atrapado. No podía incorporar la traición a la ley y la ley derrapó. Junts no la votó porque Puigdemont hubiera quedado fuera de la amnistía. Habrá otro intento más adelante.
No satisfecho con este éxito, el PP llevó a la hipotética conexión rusa de Puigdemont a la Unión Europea para que también lo investigara. Era olvidar que para Puigdemont la Unión Europea es su segunda casa pues ostenta el cargo de parlamentario europeo. Bruselas es su refugio, lo único que le queda. Ser llamado terrorista y traidor y encima movilizar a la Unión Europea en su contra lo debió de alarmar. De ahí que lanzara la misteriosa frase: “Todo se sabrá”.
Feijóo ha corrido a contar sus negociaciones con Junts antes de que las desvele el propio Puigdemont. El tiempo nos dirá cuáles son las consecuencias de haberle tomado el pelo a los españoles. Por lo pronto, el principal beneficiado de este bombazo es Vox, que estaba a la baja, y que se ha precipitado a poner verde al Partido Popular.
Este domingo hay elecciones autonómicas en Galicia. Si el PP no revalida su mayoría absoluta no podrá gobernar Galicia, el feudo de Feijóo, y su liderazgo quedará comprometido. Lampadia