Las cifras muestran la evidencia de que la economía crece a ritmo decreciente, pues en términos reales anuales la tasa delPBI fue de 8.8, 6.9 y 6.3% para el 2010, 11 y 12, respectivamente, con un estimado para este año de 5%, es decir, cerca a la tasa crítica (4%) debajo de la cual se incrementaría la pobreza y el desempleo. Diversos factores determinan esta evolución, pero uno de los más relevantes es el crecimiento igualmente a ritmo decreciente de la inversión privada, que de mostrar tasas en el entorno del 23% promedio anual para el periodo 2006-2010 (sin contar 2009) baja a 12% en el bienio 2011-2012 y se estima será apenas 5% el 2013 (creció 2.1% el III trimestre), 18 puntos porcentuales (pp.) menos que el quinquenio indicado, que en cifras absolutas significa que se dejó de invertir US$ 8,000 millones este año, pues se estima que cada pp. de crecimiento de la inversión privada implica alrededor de US$ 445 millones.
Actualmente, la inversión total está en el entorno del 27% del Producto Bruto Interno, del cual corresponde 22 y 5 pp. a la inversión privada y pública, respectivamente; es decir, la inversión privada es más de 4 veces la pública, por ello, la enorme importancia de su evolución y por tanto la relevancia de analizar qué está pasando y qué hacer para revertir la tendencia señalada. Cómo lograr que los inversionistas, empresarios y ejecutivos retomen la dinámica de inversión, que el índice de confianza empresarial se aleje del tramo pesimista y permanezca en el optimista.
Para ello, de preferencia debe examinarse y actuar con convicción y rapidez sobre dos elementos centrales: el Doing Business (DB) del Banco Mundial y el reporte de competitividad del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés). Ambos involucran indicadores y pilares claves para la economía y nos miden en comparación con los países más relevantes del mundo desarrollado y emergente, pues la globalización exige no solo avanzar sino hacerlo a mayor velocidad e intensidad que el resto.
El DB nos dice cómo está el ambiente de negocios y el último reporte señala un retroceso para el Perú pues baja tres posiciones como resultado de la caída en la mayoría de los indicadores. En resumen esto es consecuencia de cuatro aspectos críticos: las trabas y barreras burocráticas a nivel del gobierno nacional, regional y local; el exceso de regulación y normas que existen y aumentan sin sentido; lo complejo y engorrosos que son los procesos para la definición y aprobación de los proyectos, léase concesiones, asociaciones público-privadas y obra por impuestos; y, los conflictos sociales y la consulta previa.
Respecto del WEF estamos, por decir lo menos, estancados en el promedio general pero retrocediendo en los pilares determinantes de la productividad-competitividad, como los referentes a las tres I: institucionalidad, infraestructura e innovación, a lo que corresponde sumar la deficiente situación del capital humano (salud y educación). No sobra reiterar que el factor fundamental para aspirar crecer a tasas altas y sostenidas es el incremento permanente de la productividad y lo que muestra el WEF es decepcionante.
Entonces, conocemos qué explica la evolución preocupante de la inversión y, lo más importante, dónde actuar. Resta tomar al más alto nivel del ejecutivo y, de ser posible del Congreso pues está involucrado, la decisión de priorizar estos temas, pero con urgencia para recuperar la confianza pro inversión e ingresar al círculo virtuoso productividad-crecimiento-bienestar.
Publicado en Gestión, 09 de diciembre de 2013